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Tras la ruina en el museo

Magazine

22 marzo 2021
Tema del Mes: RuinaEditor/a Residente: Marla Jacarilla

Tras la ruina en el museo

Una aproximación desde el discurso crítico

Una doble tensión sostiene la alegoría de la ruina en el arte contemporáneo. Por una parte, el revisionismo histórico presente en cantidad de proyectos que interpelan tanto a la memoria colectiva como a la personal del artista. Por otra, la contundencia crítica de obras creadas a partir de vestigios de un modelo de vida grotescamente consumista en el presente.

Cierto devenir melancólico de Walter Benjamin propició un modo de pensar las ruinas como vaciamiento, cercano a la catástrofe que el paso de la historia va dejando en su imparable marcha hacia el futuro. Nuestra postura es algo más optimista en tanto que de la ruina surge la creación artística con conciencia social, incluso favorece la aparición o recuperación de estructuras, logísticas e institucionales, para producir y exhibir ese arte dirigido a una sociedad receptiva.

¿Acaso existen centros de arte con obsolescencia programada? ¿Es posible generar un discurso a partir de los restos de un museo azotado por la desidia? En los tiempos que corren estamos viendo el inminente cierre de algunos museos por consecuencias económicas derivadas de la crisis sanitaria. Las restricciones de movilidad en pandemia han puesto el acento en una debilidad global, a saber, cuantísimo dependían del turismo diferentes aspectos relacionados con el ámbito cultural. Espectáculos y exposiciones sin público suficiente para justificar sus gastos, sin ingresos de taquilla, sin generar beneficio económico y por lo tanto entendidos como poco rentables en una sociedad del consumo exacerbado llevada al límite. Este panorama ha puesto a prueba la capacidad de reacción e inventiva en busca de nuevos modelos aplicables a cada institución, de manera que se evidencia cuáles son los centros cuyo camino tal vez haya llegado a su fin y qué otros se reinventan o destacan por instalarse en la resiliencia.

A comienzos de 2021 estalla la noticia del posible cierre del CDAN (Centro de Arte y Naturaleza) de Huesca, sede de la Fundación Beulas que contiene la colección Beulas-Sarrate y cuenta con un centro de documentación a modo de biblioteca centrado en Land Art. Inaugurado en 2006 y dirigido desde 2016 por Juan Guardiola Román, el proyecto cuenta con un Patronato integrado por el Gobierno de Aragón, la Diputación Provincial de Huesca, el Ayuntamiento de la capital oscense y representantes de la familia Beulas, impulsora de erigir este centro al legar a la ciudad su colección de arte. Su director ha sido cesado y el espacio museístico pasa a depender del Museo de Huesca con el objetivo de reorientar su actividad y tratar de revertir el descenso de visitas.

Mucho se ha escrito desde la crítica de arte sobre la relación entre el turismo de masas y los museos que se convierten en iconos, grandes contenedores que no tienen asegurados sus contenidos ni la continuidad de sus propósitos. En este sentido cabe preguntarse si estamos ante un cambio de paradigma en cuanto a resignificar espacios culturales. La pandemia nos ha dejado imágenes de recintos feriales, iglesias y polideportivos convertidos en hospitales improvisados. Ifema acogía la feria de arte contemporáneo ARCO en su edición 2020 unas semanas antes de que el pánico se desatara y viviésemos el primer confinamiento a nivel mundial, convirtiéndose esos mismos pabellones expositivos en hospital de campaña por tiempo limitado.

El debate sobre la sostenibilidad de los grandes contenedores culturales viene de lejos y son múltiples los ejemplos de oportunidades mutables antes de la expansión del coronavirus. La Laboral en Gijón, que de hecho está considerada el edificio más grande de España, fue ideada como universidad, después contuvo un orfanato y luego pasó a ser un centro cultural de difícil acceso pero con una programación más que estimulante. Su mantenimiento ha sido difícil y se ha hinchado y deshinchado a lo largo de los años con una dirección errática, probablemente por la falta de recursos. Ni que decir tiene que, también por una inversión desmedida a ritmo insostenible, La Conservera, espacio situado en Ceutí, pequeño municipio de la Región de Murcia, se pretendía punto de encuentro para la creación internacional y lleva ya tiempo paralizado.

Como contrapartida tenemos casos en los que sobre un complejo cultural o un museo agotado y prácticamente ruinoso se han levantado proyectos nuevos, coherentes y sostenibles. La Cidade da Cultura en Santiago de Compostela hace diez años era considerada un proyecto desproporcionado, en sintonía con el frenesí megalomaníaco de la Ciudad de las Lenguas de Castellón cuya ejecución finalmente se suspendió. Sin embargo, en los últimos años la gestión cultural en Galicia se ha dinamizado con éxito, debido, en gran medida, al aporte de Paula Cabaleiro, actual directora del área de Cultura de la Deputación de Pontevedra. Capaz de establecer conexiones que vertebren territorio, Cabaleiro ya había trabajado como comisaria del Xardín Literario de La Cidade, en el marco de la programación del Xacobeo. No en vano los ejes entorno a los que pivota su gestión son promocionar recursos culturales gallegos, configurar una oferta propia, dando visibilidad al patrimonio intangible y apoyando a la producción artística.

A principios de abril de 2016 José Luis Pérez Pont fue nombrado mediante concurso público director gerente del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, organismo integrado por la Generalitat, las tres Diputaciones y los tres Ayuntamientos de València, Alicante y Castellón. A partir de entonces pasó a dirigir también el Centre del Carme, museo cuya gestión había generado antes mucha controversia tras destaparse casos de artistas que no tenían derecho a honorarios por exponer en él, frente a comisarios, mayoritariamente con vinculación al ámbito académico, que sí cobraban y eran seleccionados sin un criterio claro ni transparente. Además, varias partes del edificio se encontraban muy deterioradas e incluso se almacenaban deshechos hasta el punto de saltar a la prensa la alarma por una plaga de pulgas adentro. Remontar desde ese punto resultaba todo un reto para cualquier profesional pues requería dar un giro radical.

El proyecto de Pérez Pont ha supuesto el giro y no sólo lo ha mantenido en el tiempo sino que ha sabido adaptarlo con agilidad a una situación sin precedentes, apoyando el presente para construir el futuro. Cuando comenzó la pandemia, desde el minuto uno del confinamiento ideó e impulsó más de ochenta proyectos específicos en tiempo récord para mantener activa la programación pese a que el museo tuviera que estar cerrado, hibridando actividad presencial y virtual. Sobre todo para poder contratar a artistas, investigadores y gestores a través de convocatorias con dotación económica que contribuyeron a estimular nuestro sector durante el periodo de mayor incertidumbre.

Reconvertido en el centro cultural más visitado de toda la Comunitat Valenciana y con un porcentaje muy bajo de visitantes turistas, el museo sede del Consorci -llamado ahora Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC)- se ha consolidado como espacio seguro, plural e inclusivo gracias a “la fórmula Pérez Pont”. Cultiva nuevos públicos y es pionero en incorporar al museo propuestas didácticas para bebés con estimulación temprana, cuentos, ciclos de cine… Fidelizando a un público familiar local, cambiando su infraestructura para ser más accesible y comprometiéndose con la concienciación sobre el cambio climático en diversas actividades. Da en su programación voz a colectivos silenciados acogiendo los festivales VIHsibles y Mostra la Ploma, entre otros. Lucha contra la violencia machista y fomenta los procesos artísticos en comunidades educativas, con convocatorias de residencias de investigación, producción y cultura online. El éxito de tal modelo expandido y adaptado a esta nueva realidad es la prueba de que tras la ruina hay futuro.

 

(Imagen destacada: Espai de telles del CCCC. Foto: Juan Peiró)

Marisol Salanova (1982) es crítica de arte y comisaria de exposiciones. Licenciada en Filosofía, sus investigaciones vinculan cuerpo, tecnología y memoria. Se especializó en Arte y Tecnología a través del máster en Producción Artística de la Universitat Politècnica de València (UPV) y ha impartido workshops, cursos y seminarios en las universidades de Oxford, Brighton (Inglaterra) y Berkeley, California (Estados Unidos). Escribe regularmente para ABC Cultural, Revista Mirall y El Matí de Catalunya. Coordina proyectos expositivos de forma independiente, siempre desde una perspectiva feminista. También asesora a colecciones públicas y privadas.

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