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Magazine

05 June 2009
Capital Land. China y la censura artística

Hace unos meses se celebró la feria Art Shangai. En uno de los eventos relacionados con la presencia de galerías latinoamericanas una de las performances fue censurada. Marcela Römer nos cuenta el suceso. Más allá de la mercadotecnia aplicada al arte que ha supuesto la irrupción de China en el sistema de las artes, el hecho lleva reflexiones sobre como ese mismo sistema obvia las implicaciones políticas del régimen chino. Ya lo avisaba Catherine Millet en una entrevista que publicamos aquí hace un par de años: “si hace quince años hubiese sido invitado por Sudáfrica lo habría rechazado. No habría ido a un país con apparheid. Lo habría denunciado, tomado posición. Pero, hoy nos invitan a China y vamos.”


Uno de los llamados “Tigres del asiático” se ha convertido el día de hoy en un espacio muy particular de circulación de bienes culturales. Sabiendo la historia política de China de los últimos años, además de considerar toda su ancestral posición frente al arte y la cultura, la idea que hoy se puede tener del país es bastante diferente a lo que se puede imaginar como vestigio de una posición comunista.

El pasado mes de Abril se realizo “Art Shanghai”. Las ferias de arte tienen un patrón de cierta similitud en cualquier país que uno pueda visitar: galerías que ofrecen diversos tipos de arte que puede variar desde lo contemporáneo a lo moderno, revistas y libros, objetos de diseño, paneles de discusión o cualquier otro tipo de evento relativo a la problemática.

En este sentido China no se distingue del modelo normal. Lo que si la diferencia es un dejo de cierta tradición en sus ofertas artísticas además de un “control” bastante velado de lo que circula en el país como bienes culturales. Es decir, el gobierno Chino exige la presentación de los proyectos antes de su implementación y si estos “no son convenientes” para ellos no permiten su desarrollo.

Sabemos que todos los gobiernos que se dicen comunistas tienen esta misma mecánica de “control” sobre lo que se puede, o no, ver en sus territorios políticos.

Cuando uno llega a Shanghai lo que distingue es una ciudad totalmente moderna, muy limpia, con un control urbano impecable, a pesar de su monstruosa cantidad de habitantes. La forma de la urbe construye la idea inmediata de lo que se refiere al arte, y si alguien que no conoce la ciudad piensa que los chinos difieren en gustos estéticos con nosotros los occidentales, les advierto que esa idea es bastante equivoca.

“Art Shanghai” organizo un pabellón latinoamericano para presentar la oferta, más o menos abierta, de lo que nuestros países pueden producir. Participaron de esta propuesta las siguiente galerías internacionales: Trazos de Shanghai, Bandi de Korea, Luis Guillermo Moreno de Colombia, Beaux de USA, La Acacia de Cuba, Viota de Puerto Rico y Hardcore Art Contemporary de Miami, USA.

Los organizadores del pabellón, aprovechando la presencia en Shanghai de galeristas, críticos y artistas latinoamericanos programaron otros dos eventos paralelos a la feria. Uno se realizó en una espacio privado titulado Canart de capitales chinos y latinoamericanos – www.canart.com.cn-, el otro en un bar para millonarios que se sitúa en un lugar privilegiado del centro de la ciudad llamado M1NT.

La noche que estaba pensada para la presentación de los artistas y sus trabajos en M1NT es cuando la artista Nina Dotti, representada por la galería de Miami Hardcore Art Contemporary Space, recibió el embate de una “resistencia” excesiva a la realización de su performance titulada “Hot Flashes Bar”.

La obra consiste en una acción directa que la artista realiza en un bar determinado, real o creado, en dónde mientras prepara unos tragos tipo taberna con indumentaria de chica coyote norteamericana dialoga con los intervinientes sobre los pormenores de la menopausia, tanto sea femenina, como la andropausia masculina. Esta performance había tenido lugar de maneras diferentes, y enormemente exitosas, en situaciones anteriores como la Feria Internacional de Arte de Caracas, o el café Seda en el casco antiguo de San Juan de Puerto Rico – ver www.ninadotti.blogspot.com.

El mismo día de la acción en la preciosa barra del M1NT bar La Dotti –como se la conoce usualmente- instalo parte de la gráfica que acompaña a la performance en donde se informa al público algo de lo que sucederá en ese lugar. A las horas de haber instalado todo perfectamente la artista recibe una llamada telefónica en donde se le informa que su gráfica ha sido retirada por los dueños del lugar. Este impetuoso acto es evaluado con los organizadores del evento, los cuales habían formalizado en resolución y forma las actividades que todos sus artistas realizarían esa noche (léase permisos y pago de alquiler del lugar). Los organizadores “dejan en manos” de la Dotti la decisión de retirarse todos en conjunto del lugar y no realizar ninguna muestra, si ella así lo desea. La artista medita y decide no desmantelar el programa que consistía en traslado de obras importantes de varias galerías latinoamericanas además de presentación de instalaciones de otros artistas.

Así llega la noche en el M1nt bar que posee una de las panorámicas más bellas de Shanghai, además de un precioso restaurante y una enoteca envidiable –www.m1nt.com.cn.

La Dotti, bastante contrariada por la previa censura, piensa la manera de participar del evento en alguna fase alternativa, con lo cual sin su propaganda exhibida en la barra circular del lugar se apersona para comenzar a preparar algunos shots de traguitos varios que sirven para relajar a los intervinientes con el objetivo de que relaten sobre sus historias referidas a la menopausia; o solo para que tomen conciencia del momento en que les acontezca el hecho en sus propios cuerpos. Pero, al ingresar a la barra, uno de los dueños del lugar le pregunta qué es lo quiere hacer en “su” bar, la artista contesta que se realizará lo convenido. En esos momentos una manager le pide a la artista que se retire del lugar, lo cual ella realiza previo registro fotográfico y videográfico de la situación de censura.

Este hecho, de lamentable fin, demuestra la incompatibilidad concreta entre una acción contemporánea y un espacio que, evidentemente, no esta en sintonía con la idea de performance. ¿Qué llevo a los propietarios a la censura directa de la performance? ¿Cuál fue la reacción al respecto de los organizadores del evento y de los otros artistas y galeristas? ¿Qué significa una censura en una obra cuestionadora del status quo?

Algunas conclusiones al respecto podrían ser que los propietarios del lugar no deseaban que su bello espacio se “empañara” con una acción que ellos probablemente consideraron trash o punk, lo cual habla del éxito rotundo de la acción artística en sí. Por otro lado, el inexistente apoyo a la acción de artistas y galeristas intervinientes (solamente un artista español, José Cosme, colaboro con su presencia y apoyo) demuestra que, como ya sabemos los que estamos en este ambiente, cuando hay problemas: arréglate tú mismo.

La censura es, lamentablemente, un acto cotidiano en los países latinoamericanos. Las supuestas democracias que nos gobiernan, que son dictaduras veladas, las realizan todos los días. Un país comunista, aunque se dice de izquierda, también las realiza. O por lo menos los empresarios que tienen negocios millonarios con el gobierno y establecen sus prioridades en esos países.

No existe diferencia alguna en las censuras de acuerdo a los países en los que las acciones de arte se desarrollen. Censurar es desaprobar; prohibir la libertad de expresión artística es ilegal, es así en cualquier jurisprudencia del mundo.

La artista sabe que su acción performática, al no poder realizarse se ha potenciado. La negación lo que hace -paradójicamente- es afirmar. La prohibición solo sirve para señalar que sí se puede cuestionar, y que el status quo teme que su estructura pueda ser vulnerada. China es hoy, como lo muestra la foto de uno de sus centros comerciales: Capital Land.

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