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Nifca es el epicentro de un modelo en funcionamiento, un motor cultural que ha supuesto la posibilidad para la investigación, el contacto con otros países, y la profesionalización del trabajo de los artistas. Nifca (The Nordic Institute for Contemporary Art) ve como sus puertas, su cede central en Helsinki, así como sus múltiples talleres para artistas repartidos en Escandinavia y en todo el mundo, van a cerrar.
Desde el año 96, heredando ya una estructura anterior puesta en marcha a principios de los años ochenta, Nifca se ha caracterizado como una institución y, al mismo tiempo, como un definidor de contenidos y contextos, así también como una plataforma para los agentes del contexto artístico. Nifca ofrece residencias a artistas y comisarios en Escandinavia y otros enclaves, organiza proyectos expositivos, workshops y seminarios en colaboración con otras instituciones y tiene una gran capacidad para la producción editorial. El valor crítico de sus publicaciones y proyectos es más que evidente: Pupulism, Opacity, Capital o Rethinking Nordic Colonialism son ejemplos recientes de ello.
Uno de los elementos más interesantes de Nifca se encuentra en cómo se entiende aquí el tiempo de un proyecto. Los proyectos no terminan con una exposición, la exposición es un paso más en una investigación global. Y los proyectos se encadenan ofreciendo lecturas globales a nuestro presente. Es de este modo cuando Nifca se convierte en un productor de sentido, ya que, desde la que hasta ahora era la tranquilidad de trabajar con un alto grado de libertad, se podía ofrecer una mirada crítica desde cierta distancia objetiva.
Según Nifca, lo que lleva al cierre de la institución ha sido el elemento crítico de su parte más discursiva: analizar críticamente el concepto de Lo nórdico.
No es menos importante, para los artistas escandinavos, lo que Nifca supone para ellos. Tener la oportunidad de lograr un estudio en otro país, por ejemplo, con un sueldo mensual y facilidades para realizar tu trabajo, ha significado mucho para distintas generaciones de artistas. La simple existencia de esta posibilidad obliga a los artistas a plantearse qué quieren de su trabajo, qué tipo de relación quieren con el contexto arte. Cuando la posibilidad deje de ser real –si llega el caso- se necesitarán otros mecanismos para fomentar la voluntad de un trabajo serio en la creación artística.
Financiado por los gobiernos de Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia, y por sus territorios autónomos, Nifca ha sido, y és, una institucion supra-estatal. Su presencia en los distintos paises se ha ligado más a la cultura del proyecto que a la de las grandes infraestructuras. Nifca ha trabajado con todo tipo de instituciones: grandes museos y espacios independientes, eventos globales y revistas especializadas. Su “base” está en una isla a 15 minutos en ferry del centro de Helsinki, algo que obliga a repensar los sistemas de relación. No tiene demasiado sentido presentar exposiciones en la minúscula isla, entendiendo que el marco de actuación de Nifca es Escandinavia. La necesidad de encontrar espacios, situaciones, contextos en los que desarrollar su apuesta por la confección de contenidos ha obligado a Nifca a redefinirse constantemente, a encontrar sistemas de trabajo colaborativos. Ha obligado a Nifca a no caer en rutinas, a reformularse mediante el trabajo. Los estudios para artistas tienen otro ritmo (constante y sin demasiadas modificaciones), seguramente porque Nifca responde a distintas funciones, y el apoyo directo e individualizado a los artistas en sus últimas fases de formación ya queda cubierto con los estudios, su ubicación internacional y los contactos que se ofrecen para realizar el trabajo.
Nifca facilita la profesionalización e internacionalización de los artistas escandinavos, pero ésto es algo difícil de contabilizar.
Según Nifca, lo que lleva al cierre de la institución ha sido el elemento crítico de su parte más discursiva. Crítico pero constructivo. Crítico como un proceso de aprendizaje y análisis de la sociedad y el arte contemporáneo. El proyecto en marcha, Rethinking Nordic colonialism parece ser el capítulo final, o el interrogante, frente a esta situación. Nifca es supra-nacional, no responde a la necesidad de participar en la construcción de cierta diferencia concreta, pero se ha encontrado en una definición mas allá de la nacional: Lo nórdico. Seguramente, instituciones europeas (vinculadas a la Unión Europea por ejemplo) podrían pasar por un via crucis similar: Qué es “lo nórdico”? Qué es “lo europeo”? preguntas difíciles de responder con una simple sentencia. Preguntas que, probablemente, no tienen respuesta. La dificultad en ofrecer una respuesta en términos de identidad ha llevado a Nifca a analizar críticamente el concepto, algo lógico dentro del pensamiento en arte pero que parece ser de difícil comprensión en otros lares.
El ritmo de Nifca, no paralelo al calendario electoral de cada país, ha llevado su cierre. Nifca, trabajando con los artistas, no ofrece resultados a primera vista. Su trabajo facilita la profesionalización e internacionalización de los artistas escandinavos, pero ésto es algo difícil de contabilizar. Las exposiciones realizadas por Nifca han sido cada vez menos “exposiciones” para ser mas “proyectos expositivos” Deja de ser interesante producir exposiciones para la bienal de Venecia y el interés se focaliza en la creación de opinión. Por eso nos encontramos con este acercamiento hacia organizaciones más independientes, entendiendo que ésto no es contradictorio con un trabajo institucional formal. De algún modo, Nifca es un ejemplo válido para hablar también de la institucionalización del sector independiente, proceso paralelo al que ha desarrollado Nifca; la imposible des-institucionalización de las grandes estructuras.
Y Iaspis (el “hermano” sueco de Nifca) dirijido por Maria Lind, se encuentra en una situación similar. Frente a cambios que se avecinan, parece lógico entender que la creación de sentido, la independencia de ritmo frente al sistema del que depende, así como cierta ingerencia en la arena de lo político ha llevado a esta institución a una situación delicada. En ambos casos nos encontramos con instituciones que funcionan, efectivas, y que piden la validación del contexto artístico para tener la fuerza suficiente para seguir haciendo su trabajo. Es en este momento cuando las instituciones entienden la necesidad de una sociedad civil, y de un contexto artístico, organizado y capacitado para actuar y opinar como grupo. Será interesante ver si existe una posible respuesta sectorial a esta situación, si existen herramientas validadas más allá de las mismas que piden apoyo.
Ya sabemos que, al final, todo sigue. Pero no deja de sorprender que un modelo basado en un ritmo de trabajo más allá del que marca el calendario político, donde se entiende la figura del artista (y también la del agente en el contexto arte) como un valor al que cuidar, donde la planificación está en manos de profesionales esté en la cuerda floja. Probablemente se trata de un modelo que no ofrece resultados espectaculares ni grandes eventos, pero sí que facilita un contexto de debate y creación de calidad.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)