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Isaac Julien puede ser tildado de artista preciocista, de compositor de imágenes cercanas a paradigmas clásicos de lo que significa belleza hasta llegar, de alguna manera, a un formato casi “turístico”. Pero su trabajo, y mas concretamente su trabajo presentado en Brändström & Stene, tiene muchas más capas de información y contenido de lo que, en un principio, nos pueda parecer.
Julien, realizador impecable en su trabajo en instalación de video (o de cine expandido en su caso), tiene un perfecto control de la imagen cinematográfica, pero su relación con el elemento temporal de lo cinemático llega también desde referentes propios de la danza contemporánea. Organiza sus trabajos videográficos a partir del factor corpóreo de los protagonistas de sus obras. Protagonistas, para llamarles de algún modo, ya que la narración en sí puede estar lejos de lo que sucede con estos personajes.
Algo así encontramos en Fantome Afrique, una de las dos instalaciones presentadas en su galería de Estocolmo. El trabajo en sí, una triple proyección de video, versa sobre la relación con el cine en el continente Africano. Acercándose a temáticas críticas hacia el nuevo imperialismo, Julien experimenta con una sociedad multifacética, que se mueve desde la construcción en barro hasta la cultura de los grandes actores del cine comercial americano. La mirada colonialista hacia aquello que queremos que siga representando un pasado, y la creación de un nuevo culto que obliga a redefinir modelos de sociedad se solapan en un espacio físico. Isaac Julien se mueve pendularmente de un lado al otro en este espacio físico, mostrando esa imagen perfecta del pequeño pueblo de barro, sin coches, sin una supuesta modernización, hasta la gran urbe dominada por la producción cinematográfica.
Entre estos dos polos, dos personajes deambulan casi perdidos. No se encuentran en ninguna de ambas imágenes. Interactuan con la ciudad, el cine y el pueblo, se relacionan físicamente con cada contexto, pero no están allá. Es aquí donde aparece esta relación con la danza, a través de lo físico, del reconocimiento de un entorno a través de los propios límites físicos. Un reconocimiento que será camino hacia un posible conocimiento. Al mismo tiempo, los protagonistas se saben filmados, así que su relación con el entorno viene pre-determinada por la mirada desde la cámara. El espectador se encuentra entonces dentro del trabajo, se sabe destinatario de lo que está pasando delante suyo.
Julien mezcla distintos tiempos en esta instalación. Casi como un making of, el artista aparece en el resultado final con todo su equipo de filmacón. Vemos el gasto económico, y la paradoja, que supone estar filmando, en condiciones profesionales, en un contexto de pobreza. Vemos también, en imágenes de archivo,la mirada colonial al continente africano, y evidentemente vemos el gusto por los colores y texturas que caracteriza a Isaac Julien. Sorprende la mezcla de calidades de imagen. Todo el material provinente de archivos tiene una calidad propia del vídeo en la red. Son filmaciones antiguas pero tamizadas bajo la supuesta democratización que supone Internet. Todos podemos ver estas imágenes, pero el contenido sigue siendo el mismo de siempre. El colonialismo sigue allí.
Fantome Afrique casi obliga al espectador a mostrar una atención en un grado alto. La narracción no es evidente, pero lo cinematográfico del trabajo, así como un sonido envolvente, nos obligan a querer ver todo lo que pasa en estas tres pantallas. Y de nuevo en Julien, las tres pantallas tienen sentido: la repetición de imágenes, la superposición de distintos puntos de vista, la presentación del detalle al mismo tiempo que una lectura global. El espectador construye el contenido al ritmo que Julien dicta, definiéndose así un tiempo presente en la recepción difícil de encontrar en muchas propuestas propias de el arte contemporáneo
Se discuten los elementos significantes que pasan inadvertidos, se trata la imposición de un cánon concreto encima de otro, se plantean modelos de sociedad y modos de hacer.
En True North, la otra instalación de video presentada en la exposición, sigue el mismo camino de cuestionamiento de contenidos e imágenes preconcebidas pero, ahora, desde otra perspectiva. True North narra la historia del primer negro que llega al polo norte. Un negro en el polo norte. Es simple pero absolutamente efectivo. El blanco domina la doble proyección de video, y el personaje que actúa como ese primer ser que llega en un sitio mítico habla de las dificultades. Es el héroe, es el que representa a una raza, es el que se muere de frío… pero no es el primero en llegar. Primero llega el blanco, algo que visto desde una perspectiva norte-occidental no es destacable. No se cuestiona, parece no significar. Y evidentemente significa. Las dudas en el viaje, la dificultad, la lucha personal para llegar al fin se solapa con la lucha interna del protagonista que siente la presión de no ser el primero, de tener siempre un papel secundario reservado para lo que representa. A partir de una historia concreta, casi insignificante, Isaac Julien trata temas de identidad con cierta crudeza e inteligencia. En True North el tempo de la obra no está tan bien definido como en Fantome Afrique, y la estetización del paisaje resulta mas dura para el espectador, que se encuentra con una obra mas lineal. De todos modos, lo directo del trabajo facilita su comprensión y funciona, al mismo tiempo, a modo de statement.
Lo que parece evidente es que las dos piezas se nutren mutuamente. Se define una base discursiva basada en un contenidos de identidad, se discuten los elementos significantes que pasan inadvertidos, se trata la imposición de un cánon concreto encima de otro, se plantean modelos de sociedad y modos de hacer. Se analiza lo que significa la imagen en movimiento y cómo afecta ésta al devenir social. Encontramos una glorificación de la lucha, de la supervivencia. Encontramos, frente a la dificultad, una actitud positiva, que no ilusa. La exposición de Isaac Julien en Brändström & Stene ofrece contenidos, posibilidad de reflexión y trabajos impecables, una combinación deseable, algo que sería bueno de encontrar mas a menudo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)