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Un tótem africano ingiere un brazo aún cubierto por la manga de una camiseta marinera. Y Pablo Picasso, cubista y desmembrado, no puede más que soportar la situación, posando en un escorzo cual señorita de Aviñón, como nuevo protagonista de Los nenúfares de Monet.
Al contrario de lo que se puede esperar de un título como Palimpsesto caníbal, esa es de las pocas imágenes sangrientas de la exposición de Enrique Chagoya en el Artium. No es gore ni hay vísceras, pero sí corrosiva sátira. Porque con sus pinturas, códices y esculturas, el artista mexicano se merienda a los Estados Unidos.
Inmigrante mexicano en los esteits, pareciera que hace suya la máxima de inmiscuirse en el sistema para reventarlo desde dentro. Chagoya nació en el Distrito Federal en 1953, y en esa superpoblada urbe estudió Economía, en la Universidad Nacional Autónoma de México. En sus años de estudiante trabajó en proyectos de desarrollo en ámbitos rurales, lo que reforzó su interés por la política y el activismo social, rasgos bien patentes en su obra artística. En 1977 emigró junto a su mujer a los Estados Unidos de América, y se ganó la vida como ilustrador y diseñador free-lance mientras estudiaba una licenciatura en artes en el Instituto de Arte de San Francisco, y un máster en la Universidad de California, Berkeley. En el 2000 le dieron la nacionalidad, convirtiéndose en ciudadano americano.
Es así como se introdujo en el sistema. Y lo hizo de tal manera, que hoy es profesor del Departamento de Arte e Historia del Arte en la Universidad de Stanford, y su obra está presente en las colecciones de la mayoría de las instituciones de renombre de ese país.
Sin embargo, éste no lo engulló, ni Chagoya se asimiló a él. Porque el artista se queja, critica el sistema, lo parodia y ridiculiza, desde su tribuna de Stanford y en cada una de sus obras: un Sagrado Corazón sentado en un tanque es el que da la bienvenida a los mexicanos y centroamericanos recién llegados a EEUU, una mujer negra víctima de un naufragio es una relectura de la teoría de la plusvalía, los United States of America están más bien untied (desunidos), y el billete verde no vale un dólar, sino una recesión.
Mickey Mouse, la virgen, calaveras del Día de Muertos, los pueblos originarios de América Latina, Obama y Bush, códices de papel amate, el artista juega con imágenes provenientes de ambos lados de la frontera, las superpone y sincretiza. Y el resultado no es un amalgama multicultural amable. Chagoya lee las imágenes en términos de relaciones de poder, y se posiciona: sentado a la mesa, sosteniendo cuchillo y tenedor, y afilando el colmillo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)