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Memorias de la Obsolescencia es una exposición sobre el vídeo como medio artístico. La muestra, compuesta por 18 artistas en su mayoría latinoamericanos, se puede visitar en el Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam de La Habana hasta el 1 de diciembre. Todas las obras han sido cedidas por la Colección Ella Fontanals – Cisneros, cuyo objetivo es educar y poner en alza las culturas latinoamericanas.
La muestra parece un satélite del exterior que ha aterrizado en La Habana. La exposición bien podría estar en cualquier sala de Barcelona o de Nueva York. El público habanero que la visite tal vez piense lo mismo que yo al leer el título de la obra: “Memorias de la obsolescencia” ¿De qué? ¿Del estado general de Cuba? No, demasiado crítico. ¿De la Cuba pre-revolucionaria?” Nada más lejos de la realidad. Como informó la emisora de radio nacional Radio Reloj que me hizo arrastrar hasta la sala, trata sobre la obsolescencia implícita en el medio del vídeo arte. Que el discurso cohesionador de una muestra colectiva sea el propio medio que utiliza es, a priori, facilón. Sin embargo, la exposición rechaza con creces esa idea.
¿Qué implica que las 18 obras aquí expuestas compartan el vídeo como medio artístico? El curador de la muestra, Jesús Fuenmayor, parte de la idea de la historiadora del arte Rosalind Krauss que dice que el vídeo, así como la instalación, la performance y los medios digitales, inconscientemente o no, tienen como objeto su propio medio. Este narcisismo impide que haya un distanciamiento real entre objeto y sujeto, por lo que el medio en sí siempre forma parte conceptualmente de la obra. El vídeo, con su duración y su ubicación determinadas en el tiempo, siempre es visto desde un futuro que lo hace obsoleto.
Marina Abramovic, Francis Alÿs, Alexander Apóstol, Donna Conlon, Song Dong, Jimmie Durham, Cao Fei, Magdalena Fernández, Regina José Galindo, Leandro Katz, Suwon Lee, Ana Mendieta, Yoshua Okón, Miguel Ángel Ríos, Nicolás Robbio, Julian Rosefeldt, Melanie Smith y Francesca Woodman integran la exposición. La mayoría de las obras aquí mostradas son de a partir del año 2000. A pesar de las diferencias en el uso del vídeo que hace cada uno de los artistas, se pueden observar varias temáticas claras en el conjunto: la crítica a la Modernidad y al “desarrollo” en los países llamados periféricos (“Modernos Salvaje: Los cuatro jinetes”, 2005-2007 de Alexander Apóstol; “Crumpling Shangai”, 2002 de Song Dong; “Second Life Documentary Film”, 2007 de Cao Fei; “Tianguis II”, 2002 de Melanie Smith), el cuerpo como materialización de las tensiones entre sujeto y objeto (“Untitled”, 1975 de Ana Mendieta; “Selected Vídeo Works”, 2005 de Francesca Woodman), el vídeo como ayuda testimonial para luchar contra el olvido (“¿Quién puede borrar las huellas?”, 2005 de Regina José Galindo; “Smashing”, 2004 de Jimmie Durham), y la idea de relato como construcción (“Sonidista – Trilogía del fracaso (Parte 1)”, 2004 de Julian Rosefeldt; “Notas lunares”, 1980-2010 de Leandro Katz).
El arte contemporáneo en Cuba parece gozar de estar a la par con el mundo del arte contemporáneo internacional. En este caso, la globalización acoge también a esta república, lo cual no deja de ser curioso. Cuando se aplica el mismo grado de pensamiento crítico inherente a este tipo de obras a otros aspectos de la vida social cubana, crujen las estructuras. La obsolescencia implica que algo ha caído en desuso, pero que algo pertenezca al pasado no significa que ya no sirva ni que deje de adecuarse al presente. Tal vez la exposición debería llamarse de otra manera, pues las ideas aquí filmadas tienen plena vigencia, particularmente en el país que acoge la exposición.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)