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En uno de sus poemas Lezama Lima[[“Pabellón del Vacío”, en El reino de la imagen, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1981, p. 119.]] plasma la mirada de una voz lírica que se detiene a observar ahí donde aparentemente nadie ve. Necesita de un lugar, de un espacio en blanco, una especie de alto en la percepción del entorno para apostar por la creación de un universo poético. El vacío se introduce en la pared disfrutando de una contemplación incesante.
¿Cuantas veces nos detenemos a pensar en todo aquello que se nos escapa? ¿En todo aquello que realmente no vemos? ¿En lo incapacitados que estamos en un mundo lleno de información, globalizado, estandarizado, post-ideológico para sentir, reflexionar (interiorizar lo que leemos) comunicar o comunicarnos? El tokonoma en la pared trazado por Lezama enlaza con la urgencia de “dejar momentos en blanco, de obligarnos a pensar y rellenarlos con la voz que suena en nuestro interior cuando el mayor de los silencios se hace patente” . Son esos momentos en blanco, esos pequeños vacíos, esos “silencios que dejan tras de sí una serie de revelaciones”, los que se abren en la exposición Sssh! Del silencio un lenguaje, comisariada por Ángel Calvo Ulloa y presentada por la Galería Nuble, en Santander hasta el próximo cuatro de febrero.
Junto a la coherencia del concepto expositivo, Sssh! destaca como ejemplo de acertada colaboración entre galería y comisario, una práctica que ciertamente contribuye a dinamizar la cultura, ofreciendo nuevas posibilidades frente a la incertidumbre y el impasse institucional reinantes. La muestra permite apreciar el trabajo de siete jóvenes artistas con una sólida trayectoria -Matt Keegan, Angela Detanico & Rafael Lain, Javier Núñez Gasco, Suso Fandiño, Emilio Rojas y Raúl Hevia-, en los que prevalece un interés por las múltiples posibilidades del lenguaje y sus distintas interpretaciones visuales, una inquietud manifiesta en buena parte del hacer contemporáneo por explorar hasta el límite los medios creativos, poner en jaque el concepto de autoría y potenciar la participación activa del espectador.
Tomar el texto como punto de partida y al mismo tiempo como elemento ausente permite desarrollar esta cualidad de manera especial, impulsa un sentido lúdico que busca redescubrir la cotidianidad, despertar la conciencia y abrir el campo de las percepciones. Así, podemos adivinar las notas dejadas por Hevia en sus cuadernos insistentemente tachados con rotulador negro; las frases o palabras en los dibujos (sopas de letras) de Keegan; repensar conceptos como la poesía o lo visible/invisible en el juego de frases dispuesto por Emilio Rojas, algunas perceptibles únicamente por la huella de los caracteres; seguir el impacto de la frase escrita con disparos sobre la pared de Nuñez Gasco o reflexionar frente al inquietante gesto de Suso Fandiño: escribir y borrar inmediatamente después la equivalencia Kunst=Kapital anotada por Joseph Beuys. Por su parte el dúo de artistas brasileños Detanico & Lain, con su peculiar vocabulario de objetos apilados forman la palabra Impermanence con terrones de azúcar colocados a la entrada de la galería, a merced de los cambios ambientales u otro imprevisto que altere o modifique por completo su significado.
La forma artística no está prefijada en estas obras, ni tampoco los desplazamientos de sentidos sobre los que indaga. Como la máquina narrativa de Samuel Beckett, se sitúan “entre el decir y el callar, entre la voz concreta del que habla y las proliferantes voces que origina”[[Cfr. Fernando Castro Flórez: “Samuel Beckett. La compañía del silencio” en Elogio de la pereza. Notas para una estética del cansancio, Imaginarium, Madrid, 1992, p. 125.]]. Aparentes vacíos tras los que se escuchan caudales, se intuyen historias. La disolución, el borrado continuo del lenguaje es en definitiva una invitación a su transformación. El deseo de indagar, de ir más allá de lo aparente. Partir de cero. Alterar los códigos heredados. Descubrir lo que se esconde tras las grietas del cuadrado negro de Malevich, la potencia inspiradora del reto silencioso o las rendijas fundacionales del tokonoma.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)