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¿Apuestas por un cambio social? ¿crees que el arte se debería ocupar de este cambio? ¿crees en el poder transformador del Arte? ¿crees que el arte debería servir para arremeter contra lo real: despachurrar fronteras, desmontar leyes, ayudar a los más necesitados? Si además de creerlo, lo practicas, entonces ¡eres un artista de Arte Útil!
Útil, cuando es adjetivo designa algo que sirve para algo, que produce provecho, y cuando es un sustantivo se refiere a una herramienta -a tool in english-. Arte Útil, según Tania Bruguera, creadora del neologismo, es en consecuencia, un arte-herramienta, un arte que sirve para hacer algo, más exactamente -y aunque suene tal vez un poco grandilocuente- una herramienta que sirve al cambio social. Arte Útil se define también por contraposición al resto del arte, un resto que -por suerte- en el workshop de A*DESK que tuvo lugar en la Fundació Miró a principios de enero, no pudimos llegar a denominar, tanto por falta de acuerdo como por un cierto rechazo a apoyar esta dicotomía. Arte Útil seria, a grandes rasgos, coger la fontaine de Duchamp y devolverle su función original de urinario en el baño de los señores.
El Arte Útil empieza con un diccionario bilingüe inglés-arte útil, donde se detalla un nuevo lenguaje en el que, por ejemplo, el artista se convierte en iniciador y el espectador en activador. Tal vez el término más curioso es el que convierte la estética en est-ética, que vendría a ser como la estética de lo ‘real’. El término que generó más desconfianza y también todo tipo de suspicacias y chistes malos, fue el propio enunciado, el problemático binomio “Arte-Útil”. Genera controversia en dos sentidos, por un lado la inclusión dentro de esa amalgama informe pero exigente que es el “Arte”, y por otro el conflicto de las utopías prácticas, sobre todo porque según Bruguera en este tipo de arte no cabe el fracaso, “si fracasa no es Arte Útil”. Discutir sobre qué es y qué no es arte en relación a proyectos de Arte Útil es inútil, es en el segundo tramo del binomio en el que se dan las discusiones interesantes.
¿Quién podría negar de entrada que es buena la propuesta de un arte que no sólo denuncie y señale un conflicto sino que se pueda meter a resolver una problemática social o política? En un principio, o por lo menos entre los asistentes al taller, parece que nadie. Pero como de costumbre, la cuestión está en el qué y el cómo. A continuación del diccionario, y para enfocar esta segunda discusión, se establece una lista de “musts”, que determinan los criterios de selección.
Tania Bruguera es una mujer de acción, ella sabe hacer cosas, es dinámica y energética. Su proyecto actualmente es el Museo de Arte útil, y ha encontrado cobijo en el VanAbbe Museum de Eindhoven. Para los que os sorprenda la idea de un museo para este tipo de arte, aclarar que Bruguera quiere que el museo sea una “Social Power Plant” des de la que se genere energía transformadora. La exposición muestra el archivo siempre en proceso en el que se catalogan todo tipo de proyectos bajo la etiqueta de arte útil. La mayoría vienen de otras etiquetas como arte social, arte colaborativo, site-specific, o bien proyectos que nunca habían sido catalogados como “arte”. En el archivo se redistribuyen entre nuevas etiquetas, como por ejemplo ‘Do It Yourself’ o ‘A-Legal’.
Media hora antes de cerrar las 15 maratonianas horas de taller, alguien dijo que “ahora entiendo menos que cuando entré por la puerta el primer día, lo que es el arte útil”. Creo que el corsé de la etiqueta, el manifiesto, el museo, y toda la parafernalia, entorpecen los propósitos originales de Tania Bruguera. Pero como decía, Tania es una mujer de acción, y no parece asustarse frente a las contradicciones que ella misma genera, tampoco se le puede decir que mejor debería hacer un partido político si lo que quiere es meterse en política, porque ya lo hizo. Y lo montó dentro de un museo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)