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Viva la pepeta

Magazine

17 January 2014

Viva la pepeta

Estos días se puede ver en Can Palauet de Mataró la exposición de dibujos de Josefa Tolrá, médium y artista, más conocida como Pepeta. Previos tanteos para dar a conocer su obra, los hubo. Como en la Sala Gaspar, en 1956 y a cargo de la asociación cultural Club 49. Esa primera exposición fue para círculos reducidos, entre ellos, miembros de Dau al Set, algunos de los cuales a partir de conocer su obra y sus dotes como médium, la fueron visitando en Cabrils, donde ella residía. Aunque tal vez, esto no sea importante.

Como tampoco no es muy importante que el Museo Reina Sofía haya conservado y dado a conocer la vida y obra de Pepeta legitimándola por recibir visitas de Tàpies o estar loca. Porque para la ciencia ortodoxa, lo de hablar con el más allá y ser médium suena raro, en cambio, la etiqueta ”loca” está abalada por la psiquiatría. Lo mismo para la historia y los museos: ser mujer artista y estar tronada, queda muy bien y evita tener que replantear los discursos dominantes.

Tal vez, lo importante a la hora de acercarse a Pepeta, es alejarse de los discursos dominantes y la presunción del mundo del arte. Y presentar así un personaje más real, menos estrafalario pero más complejo.

La Pepeta era una payesa de Cabrils. Apenas sabía leer y escribir. Una mujer que ya mayor, perdió a sus dos hijos en la guerra civil. La pena de que la precediera la muerte de sus hijos fue la de una madre en estos casos; enorme y para siempre. Pero su proceso para apaciguar el dolor fue místico, artístico y libertario.

Místico porqué empezó a recibir mensajes y ver imágenes del más allá, un universo o realidad paralelos. A la manera de las místicas medievales; si no tienes acceso a los textos sagrados, lo divino aparece en la naturaleza y la comunicación se establece a través del propio cuerpo.

Artístico porque lo dibujaba: seres de ojos enormes vestidos con estampados alucinados, escenas de la historia o la biblia interpretadas con sensualidad y repletas de frutos y flores. A veces, las imágenes pedían ser bordadas.

Y en esta producción de imágenes lo que contaba era el mismo proceso de explicar lo que no se puede comprender a través de símbolos reconocibles para el común de los mortales. Caras, ojos y manos, paisajes y animales que vibran en otra sintonía, pero siguen siendo contingentes, narran historias.

También todo ello tenía un tono libertario, porque no tenia más intención que lo filantrópico. A menudo escribía en sus dibujos mensajes de hermandad, y sus dotes como médium servían para ayudar a la gente de su pueblo y entorno. Y porque se salta cualquier jerarquía; ni instituciones religiosas mediando en lo espiritual, ni academia artística para validar su obra. Una versión suavizada y panteísta del ”ni dios ni amo” anarquista, esta vez encarnado por una mujer pobre, sin estudios y rural.

Ser médium, dibujar y tejer, sin más, siendo mujer, mayor, de pueblo y en la posguerra. Según como la cuentas, la historia de la Pepeta, puede parecer naif, increíble, sin más fundamentos que la obra producida y las historias orales que sus descendientes aún recuerdan.

Aunque toda historia nos puede servir para plantear quién la cuenta, dónde se gestiona y guarda el conocimiento y como se convierte este en verdad. Tal vez, lo importante sea que no hay tal verdad, o que quien la conoce, no puede decirla, solo estar en ella.

Irina Mutt she keeps on quoting Annie Sprinkle.

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