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El mercado en el sur del sur tiene sus propias reglas. La idea de innovación, mezclada con cierta «calidad» y base conceptual, parece ser la base para el mercado del arte contemporáneo. Al mismo tiempo, un número importante de plataformas y proyectos decide buscarse la vida por otros derroteros y marcar sus propias reglas del juego.
En el sur del sur la idea de mercado es una estructura vulnerable y con un sentido hacia el vaciamiento particular. “Nuestro” mercado no funciona de ninguna manera en forma similar al que se conoce en Europa o América del Norte; las variables son diversas: prima mucho el canje como moneda ficticia de relación, los precios suelen ser de diez a seis veces menores que en los otros continentes y el cash escasea para poder ejecutar propuestas.
Dentro de estos parámetros la idea de mercadotecnia cultural es bastante disímil. No es mi intención hacer un análisis económico sobre los bienes culturales y sus capacidades económicas, ya que no soy economista, pero sí puedo dar cuenta de cómo las producciones artísticas juegan una suerte de brecha de supuesta negación al mercado conocido como tal.
El bien mas preciado por estas tierras es la idea innovadora, si eso se logra puede ser que exista una venta. El arte tradicional circula en los canales que todos conocemos y aunque la crisis mundial se encuentra muy dura es, en realidad, el menos lastimado al respecto. El arte contemporáneo las está pasando rojas en relación a sus favorables lugares de antaño.
¿Qué es una propuesta innovadora en el sur del sur? Es una suerte de ejercicio intelectual artístico que mezcle en una batidora (sin estropear los componentes del todo) efectividad técnica y concepto inteligente. Así, por ejemplo hizo brecha en Argentina el Club del Dibujo, una suerte de des-institución que lo que pretendía – hoy grandemente logrado – era que el mundo del arte se acordase que el dibujo existió siempre y que es necesario “no olvidar” lo importante que es él en el arte. El club es eso, un grupo de gente que le gusta lo mismo, que intercambia sus producciones, que pone mesas o pizarras en cualquier lugar y se lanza a dibujar. (http://clubdeldibujo.wordpress.com)
Acompañando el no mercado siempre se encontró la Revista Ramona, que cuando el árido campo del arte local no tenía donde pensar, ni escribir, ni nada, propuso hacer una revista sin imágenes y con solo contenido letrado para avivar las intensas llamas internas del pensamiento crítico. (http://www.ramona.org.ar)
Al frente de estos dos proyectos, dos artistas, el Club la tiene de madre a Claudia del Río y Ramonita tiene dos padres, el vanguardista Roberto Jacoby y el coleccionista incentivador de artistas Gustavo Bruzzone.
Y tenemos más casos: Germina Campos en la ciudad de Santa Fe, ciudad patricia si las hay en este país, tuvo la osadía de producir un grupo de artistas y gestores contemporáneos (http://www.germinacampos.com.ar)
En un lado mas bizarro crítico el grupo de arte Chimbolo se ríe todo el tiempo de todo, del arte culto versus el popular, de los premios, del mercado, de ellos mismos, de todo. (http://artechimbolo.blogspot.com)
Estos grupos de artistas o ideas de artísticas son solo un ejemplo de construcción de campo cultural fuera del mercado. Lo analizable de la relación de estas producciones con el mundo del capital es pensar cuáles de ellas son de alta calidad estética porque no están directamente en el mercado, o sí al estar un tiempo fuera de él éste mismo las ha incluido para debilitarlas.
Es decir, si una producción artística o un colectivo de productores se reúnen con una buena idea de arte y comienza a ejecutarla, inmediatamente el mercado del sur del sur, que ama la idea de cualquier producción “nueva” ejecuta la sentencia de incluirlos y eso puede llegar a debilitarlos o, en algunos casos, fortalecerlos.
En el caso del Club del dibujo, el mercado paralelo del cono sur los ha beneficiado difundiendo la actividad, vendiendo obra de pequeño formato y construyendo una amplia red de intercambio. En cuanto a la Revista Ramona, que es un caso más complejo de analizar, el mercado presionó sobre ella demandándole muchas veces más de lo que los editores pretendían consiguiendo que la publicación haya decidido terminar.
Ramona acabó convirtiéndose en un monstruo necesario de consultar, varió su génesis desde escritos de artistas hacia artículos de especialistas o números especiales temáticos. Su creador (Jacoby), que además de artista es sociólogo siempre ha generado proyectos inclusivos y cuando el mercado los ha succionado, con una gran inteligencia decide terminarlos (otro caso del mismo autor es el Proyecto Venus).
En cuanto a Germina Campos o Arte Chimbolo son grupos de menor trayectoria en relación a lo temporal, lo cual les permite bucear y divertirse más dentro de las difíciles reglas del mercado.
Estar supuestamente fuera del mercado genera una tensión crítica para poder analizar la relación entre estar de acuerdo con él o disentir.
Recordando la teoría de Bourdieu me pregunto si es realmente posible estar fuera del mercado, ya que cualquier actor del mismo genera tensiones o relaciones que pueden debilitarlo o acrecentarlo. Sabemos que vivimos en un mundo de relaciones, ellas son indiscutibles. O, como dice un crítico argentino: hay que desconfiar de Bourdieu, porque es una teoría que explica demasiado todo el campo del arte.
A la producción artística del sur del sur el mercado comúnmente conocido casi la tiene sin cuidado, ya que para ella es un fantasma de ferias internacionales o de galerías muy instituidas. En el sur del sur, la sangre productiva busca sus canales y siempre los encuentra, después de eso el mercado hace de las suyas.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)