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Bulegoa z/b

Magazine

10 mayo 2021
Tema del Mes: Trabajo colectivoEditor/a Residente: Mela Dávila Freire

Bulegoa z/b

Oficina de arte y conocimiento, Bilbao, desde 2010

Bulegoa zenbaki barik es una oficina de arte y conocimiento ubicada Bilbao, y centrada en líneas de investigación como los procesos de historización, la traducción cultural, la performatividad, el cuerpo, el poscolonialismo, la teoría social, las estrategias de archivo y la educación. Forman parte de Bulegoa z/b Beatriz Cavia, Miren Jaio y Leire Vergara, fundadoras de la oficina en 2010 junto a Isabel de Naverán, que permaneció en el equipo hasta comienzos de 2018.

Méla Dávila Freire – ¿Cómo nació Bulegoa z/b, y cuál era el contexto en el que surgió?

Bulegoa z/b – En 2010, todas estábamos embarcadas en nuestras tesis doctorales, en distintos estadios y cada una en un ámbito concreto —coreografía, historia del arte, sociología y cultura visual—, y compartíamos cierta sensación de decepción con respecto del panorama artístico institucional de nuestra ciudad, Bilbao. Se estaban empezando a notar los efectos de la crisis financiera del 2008 —aunque en Euskadi golpeó menos y más tarde— y no era el mejor momento para abrir un espacio independiente. Además, en el ámbito local se estaba apostando por un modelo institucional de gran escala, que dejaba fuera de juego a las entidades culturales de escala media: Arteleku, sala rekalde y Centro Cultural Montehermoso cerraban o quedaban como carcasas vacías, tras controvertidos procesos de desprestigio mediático contra sus programas y contenidos curatoriales.

Antes de abrir el espacio, estuvimos quedando durante un año en cafeterías, en bares y en nuestras casas para conocernos mejor y ver si tenía sentido hacer algo juntas. Este fue un proceso importante: así evitamos replicar las dinámicas de los contextos de los que proveníamos cada una, y nos ayudó a imaginar algo que se ajustara a nuestras condiciones vitales e intereses personales compartidos. Después de casi un año nos dimos cuenta de que no solo queríamos compartir un lugar físico, sino también aprender las unas de las otras, propiciar cruces entre nuestras metodologías de investigación. Decidimos entonces pedir una subvención, y para ello nos constituimos como asociación cultural.

Justo entonces el Gobierno Vasco acababa de empezar unos programas específicos de ayudas para iniciativas de pequeña escala. Comparado con el resto del Estado, el apoyo de las instituciones públicas vascas a los sectores del arte y la cultura es mayor, y sin este apoyo iniciativas como la nuestra u otras cercanas como Azala, consonni u Okela tendrían grandes dificultades para sostenerse.

Instalación y audición de Paraíso Terrenal de Elena Aitzkoa (2019)

Méla Dávila Freire – Bulegoa z/b se define como «oficina de arte y conocimiento», un modelo que en España está lejos de ser habitual. ¿Cómo se os ocurrió convertiros en algo que difícilmente habríais visto en funcionamiento en vuestro contexto cercano?

Bulegoa z/b – Había cosas que teníamos muy claras. Otras, no tanto. Teníamos claro cuáles eran nuestras necesidades y urgencias, nuestros intereses y deseos, y también lo que no queríamos hacer. El «cómo» lo íbamos resolviendo a partir de discusiones interminables entre nosotras. No teníamos ningún modelo institucional concreto en mente, pero sí una serie de autoras, artistas, pensadoras e iniciativas que seguíamos y admirábamos y a las queríamos invitar para que nos contaran algunas de sus experiencias, y que sus formas de hacer se filtraran en nuestro contexto. Por ejemplo, Ana Vujanovic, quien traía la experiencia de TkH (Teoría Caminante), una plataforma para la teoría y práctica en artes performativas en Belgrado; o Marta Popivoda, también integrante de TkH, y su iniciativa Cine_ilegal, que albergamos en Bulegoa z/b desde nuestro primer año; o Marysia Lewandowska y su proyecto Women’s Audio Archive… Este tipo de iniciativas puestas en marcha por artistas fueron nuestros modelos. También nos han influenciado otras estructuras independientes. En el contexto estatal, nuestro referente es BNV Producciones; en el internacional, espacios como The Showroom, If I Can’t Dance o el colectivo WHW, por mencionar solo algunos. Hemos tenido la suerte de colaborar con todos ellos, y ahora mismo seguimos con atención el trabajo de otras iniciativas más jóvenes… Inevitablemente, el aprendizaje sigue dándose.

Méla Dávila Freire – ¿Cómo definiríais vuestra forma de trabajar?

Bulegoa z/b – Trabajamos a muchas velocidades y escalas: tanto en propuestas efímeras, que no precisan de grandes medios, como en producciones a largo plazo que requieren más medios y un acompañamiento continuado. Así que es difícil sintetizar una única metodología. Aunque nuestras trayectorias profesionales y vitales son diferentes, a la vez llevamos diez años de aprendizaje colectivo… Luego hay cuestiones prácticas, como la división de tareas y responsabilidades entre nosotras y/o con quienes colaboramos, la relación con el contexto o la toma de decisiones colectiva. Por todo ello hemos ido incorporando dinámicas nuevas, somos pragmáticas y reflexivas, rotamos en las incertidumbres y ansiedades y nos apoyamos en la vida cotidiana. Eso hace que hayamos logrado adaptar la forma de trabajar a nuestros modos de vida, lo cual constituye un gran privilegio.

Méla Dávila Freire – En los primeros tiempos, ¿habíais trazado un plan para garantizar la supervivencia económica del proyecto? ¿Cómo ha ido evolucionando la financiación de vuestros proyectos?

Bulegoa z/b – Si bien siempre hemos sido conscientes de la vulnerabilidad económica del proyecto –algo propio de gran parte del contexto del arte–, nunca establecimos ningún plan ni estrategia de viabilidad. Pero, aunque no contábamos con una planificación formal, pronto comenzamos a solicitar subvenciones públicas para cubrir gastos del programa, alquiler y honorarios mínimos. Al ser cuatro personas era muy difícil pensar en una sostenibilidad integral, pero intentábamos al menos no utilizar recursos propios y obtener ciertas retribuciones por nuestro trabajo.

En el País Vasco se convocan una serie de ayudas públicas de carácter anual, como las de artes plásticas del Gobierno Vasco, a las que nos presentamos inicialmente, y programas de creación más reciente, como Eremuak, que nació también en 2010 y con la que contamos el primer año. Más tarde surgieron en el departamento de Cultura del Gobierno Vasco las denominadas «fábricas de creación», con modalidades que albergaban desde contenedores hasta estructuras de mediación y de carácter bianual, que posibilita trabajar un poco más cómodamente. A ellas hay que sumar las ayudas municipales, forales y estatales.

En los últimos años, las vías de subvención pública del contexto vasco han reflejado cierta toma de conciencia de la importancia de proteger al contexto independiente, un cambio vinculado al hueco que dejó tras de sí el fin de la apuesta institucional por las estructuras de escala media. En aquel momento surgió de manera autónoma una nueva escena independiente que decidió tomar parte activa en la definición de las condiciones para la producción y exhibición artística. Desde fuera siempre se ve Euskadi como un contexto privilegiado en términos de financiación pública, pero este contexto no ha surgido de manera espontánea o meramente reactiva: responde a una relación dialógica compleja entre la administración y la escena artística.

Sin embargo, aunque la financiación local es central para la sostenibilidad básica, son las ayudas y colaboraciones de carácter internacional, como los proyectos europeos, las que te hacen situarte en otro umbral. De la mano de If I Can’t Dance entramos a formar parte de la red de performance Corpus, financiada por Europa Creativa entre 2011 y 2017 y en la que éramos la estructura más pequeña, en contraste con la Tate Modern de Londres, por ejemplo.

En la actualidad contamos con el apoyo de la Foundation for Arts Initiatives – FFAI (Nueva York) y la Culture of Solidarity Fund de la European Cultural Fundation. Pero la colaboración con el entorno ha sido fundamental, al favorecer el trabajo en red con espacios e instituciones locales como La Taller, Azkuna Zentroa Alhóndiga Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, BilbaoArte, BAD Bilbao – Festival de Teatro y Danza Contemporánea, Zinebi – Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao) y, recientemente con el programa de colaboración cultural entre Bilbao y Santander Bertatik Bertara / Tan Cerca 2020.

En cuanto a nosotras mismas, Bulegoa z/b ha sido siempre una parte importante de nuestras economías individuales, pero no la única. Con el tiempo, hemos encontrado maneras de compatibilizar los trabajos y trayectorias de cada una e integrarlos en el desarrollo de Bulegoa z/b, aunque la revisión de este equilibrio es constante. Todas nos dedicamos a la docencia en contextos universitarios y trabajamos en otros proyectos de carácter académico o cultural.

Seguimos subrayando la importancia de una financiación pública que se gestione de forma independiente, y tratando de mantener formas económicas equilibradas y responsables, que generen condiciones económicas dignas para nosotras y las personas con las que trabajamos. Por eso, siempre remuneramos a quienes participan en nuestros programas y actividades, o en sus distintas etapas de producción. Entendemos que nuestro hacer es trabajo y debe ser valorado como tal: no solo de forma simbólica y económica, sino propiciando una forma de vida digna, en la que la gestión del tiempo, por ejemplo, es fundamental.

Grupo de lecturas cosmopolíticas por Olatz González Abrisketa y Susana Carro (2017)

Exposición El Contrato en Azkuna Zentroa (Alhóndiga Bilbao), 2014. Foto: Jaime Gartzia.

Fiesta de aniversario de Bulegoa z/b (2011)

Méla Dávila Freire – ¿Os afecta el enmarañamiento progresivo de los procesos burocráticos, que últimamente amenaza con cortocircuitar la actividad cultural por ahogamiento administrativo? ¿Habéis considerado el patrocinio privado para esquivar este problema?

Bulegoa z/b – En el País Vasco asistimos, como en todas partes, a una burocratización cada vez mayor de los procesos y, sobre todo, a una multiplicación de los indicadores de evaluación. Por supuesto, estamos atravesadas por ello, igual que vinculadas a precarios y fallidos intentos de tecnologización e informatización de los procesos administrativos, políticas de calidad e implantación de procesos internos de control. Al mismo tiempo, nuestro trabajo de gestión y su aprendizaje también nos han forjado con gran resistencia y con fortaleza para conseguir recursos. La insistencia y el conocimiento de las instituciones públicas, que en última instancia están dirigidas y gestionadas por personas, permiten habitar estos territorios complejos. Obviamente, hablar de subvenciones de carácter municipal, por ejemplo, no tiene nada que ver con gestionar fondos europeos, para lo que se requiere mucha más experiencia y conocimientos. Pero nos movemos en esos diferentes modos de gestión y, en la medida en que la obtención de fondos y recursos recompensa, en todo o en parte, nuestro esfuerzo, seguimos adelante.

Por ahora no nos hemos lanzado al patrocinio privado; nos interesa más probar vías de cofinanciación internacional, porque implican diálogo y colaboración con otros espacios y contextos. Hubo un momento en el que temíamos un posible giro de las políticas de subvención pública hacia el apoyo a las llamadas «industrias creativas», una opción que en realidad sigue estando presente y que, como hemos visto —y en Cataluña ha quedado claro—no genera tejido artístico, sino que instrumentaliza el arte y la cultura para otros fines de trasformación y turistificación urbana. Esperemos que esta nueva crisis haga ver a la administración pública que ese no es el camino: necesitamos escenas artísticas sostenibles.

Espacio de Bulegoa z/b (2020)

 

Méla Dávila Freire –  ¿Cómo es vuestro presente, en estos momentos críticos de pandemia y parón vital y cultural? ¿Y cómo imagináis el futuro de Bulegoa z/b?

Bulegoa z/b – Nacimos en crisis, y con esta pandemia hemos fortalecido nuestra estructura sin que, de momento, nos hayamos visto más afectadas que otros sectores o estructuras. Por supuesto, aún hay que esperar al menos dos años para conocer las consecuencias reales, pero por ahora seguimos a flote. Y la robustez de nuestro contexto, tanto a nivel material como afectivo y simbólico, es probablemente la que ha permitido que lleguemos al momento actual con una fortaleza que en otros territorios no se ha dado.

Aún no hemos conseguido una estabilidad real, pero sabemos que la inestabilidad es inherente a la opción independiente. Cada vez que solicitamos una subvención, nos entra una sensación de pánico al pensar que podemos quedarnos sin ella. El caso es que ya han pasado diez años, y a nuestro alrededor tampoco vemos mayor estabilidad institucional… Los tiempos son difíciles para todos, pero lo que hemos primado hasta ahora ha sido la continuidad.

Probablemente, la actual independencia de Bulegoa z/b viene marcada por un estilo propio que confluye en las prácticas de estos años, que convierte a la oficina en institución y a la vez lugar en el que podemos seguir experimentando, probando y arriesgando, al margen —o en el margen— de pautas y lógicas mercantiles o productivas. El hecho de que pasados estos años se reconozca a Bulegoa z/b como parte del paisaje de estructuras estables del contexto local posibilita su continuidad al margen de que Leire Vergara, Miren Jaio o Beatriz Cavia estén en el proyecto. Eso nos hace felices, ya que implica que habremos sido capaces de transmitir un legado. Pero ahora mismo, más que la idea de una/la reproducción a futuro, lo que más nos ocupa y preocupa es seguir manteniendo Bulegoa z/b en pie.

Y sabemos que ese mantenerse en pie no depende solo de los esfuerzos que pongamos, o de la mayor o menor financiación que recibamos. Bulegoa z/b existe y es como es, en buena medida, gracias a la escena en la que surge. Desde que abrimos las puertas de la oficina, nuestra primera cómplice e interlocutora ha sido la comunidad artística local, nuestro apoyo y contexto durante todos estos años. Tenemos la suerte de formar parte de una escena artística rica y compleja como la del País Vasco, en la que el nivel de discusión es grande y los artistas son participantes centrales y activos del debate. No es posible explicar Bulegoa z/b sin abrir el encuadre, y ver qué es todo lo que nos rodea y en lo que nos apoyamos.

(Imagen destacada: Entrada de Bulegoa a través de una de las lentes de offerings. Vinita Gatne (2021))

Mela Dávila Freire. Hace poco, un cartel anunciaba su conferencia en una escuela de arte con este titular: “Mela Dávila no es diseñadora gráfica; no es editora, y tampoco es artista…” Combinando etapas en las que ha trabajado en instituciones de arte con otros períodos como autónoma, Mela va tranzando un camino que al principio implicaba traducir, coordinar y editar; más tarde se concentró en archivos, y últimamente abarca investigación, escritura y comisariado. Aunque sigue sin haber encontrado un nombre para su profesión, cada vez le gusta más la escasa rectitud de su trayectoria.

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