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Catalonia is hot Spain

Magazine

21 septiembre 2013
Tema del Mes: Como explicar CatalunyaEditor/a Residente: A*DESK

Catalonia is hot Spain

En 2009 el artista Juan López inaugura la exposición “Catalonia is hot Spain” en la galería NoguerasBlanchard de Barcelona. La instalación convertía el espacio en una piscina por medio de vinilo y cinta aislante, y una videoproyección mostraba a un nadador a punto de tirarse al agua, el cual nunca acababa de decidirse.

Últimamente, cada vez que hablo con alguien de fuera de Catalunya, las primeras preguntas que surgen, antes de cualquier tipo de conversación son, o la última victoria del Barça o la cuestión independentista. Normalmente, paso veloz por encima de ellas sin detenerme demasiado. Pero ineludiblemente, parece que en estos días es un tema caliente.

Pero vayamos poco a poco. La idea de este texto es reflexionar de forma totalmente subjetiva sobre el proceso político que tiene lugar estos días en torno a la articulación entre Cataluña y el Estado Español; sobre el lugar que la cultura, y más concretamente la creación y el pensamiento contemporáneo, pueden tener en todo esto. La reflexión surge a partir de ejemplos de trabajos de algunos artistas que tocan la cuestión –aunque sea de forma tangencial-.

Para comenzar, ¿Sería posible comprender la cuestión catalana sin tener en cuenta el Estado español, sin entender su diversidad, su pluralidad, la riqueza de culturas que atesora, pero también la complejidad de convivencia que esto acarrea? Es vital evaluar los procesos históricos que preceden al paradigma actual, urge revisitar el período de la transición española, y avanzar de una vez por todas en las bases que se establecieron en 1978. El Estado Español es un mosaico de regiones con distintas historias, lenguas y culturas, y su articulación en la convivencia del Estado ha sido siempre compleja. Podríamos remontarnos hasta la época de los reyes católicos… pero no es este el lugar ni yo la persona adecuada. Tras una guerra civil y más de 30 años de dictadura, la Transición fue un proceso rodeado por unas circunstancias muy complejas, específicas y definitorias bajo las cuales se redacta la Constitución del 78 que establece las bases de convivencia del Estado Español por las cuales nos regimos en la actualidad. Lo cual no debió ser tarea sencilla, ya que hubo que convenir un mínimo consenso entre todas las partes implicadas, desde ministros franquistas reconvertidos a demócratas hasta los comunistas que regresaban del exilio.

Son años a los cuales ha costado aproximarse con un espíritu crítico en las últimas décadas. El arte contemporáneo no ha sido excepción, y son pocos los artistas que lo han intentado, aunque en los últimos años parece que la dinámica está cambiando, y los más jóvenes se acercan sin prejuicios a una época que es crucial para descifrar la actual estructura territorial. El equilibrio inestable sobre los que se asentaron cuestiones esenciales se hace explícito en “History as a Story”, una pieza de Fran Meana en la cual dispone una serie de fotografías de archivo de la época una sobre otra, en orden cronológico. La base es el entierro de Franco, la cúspide Adolfo Suárez secándose el sudor. Entre medio, algunas escenas que no atesoran la seriedad que se les supone.

Por su parte, “Carmen”, de Lúa Coderch, muestra una imagen de Carmen Polo, viuda del dictador, votando en el Referéndum de 1976, inicio simbólico de la democracia española, junto con un audio-ensayo que relata de modo preciso las formas de instauración de una “poliarquía por emancipación gradual”. La pieza hace referencia también a ese período de transición, “un proceso al que se ha atribuido durante mucho tiempo un alto grado de consenso y legitimidad, siendo, en todo caso, el proceso por el cual se establecieron las bases de la presente monarquía parlamentaria. Sin trauma, sin ruptura, sin conflicto: una transición “ejemplar”, como se dice habitualmente, queriendo decir intocable, o improfanable.”

Ambos trabajos sugieren que tal vez no fue todo tan limpio como nos lo contaron en el colegio, que hay muchas zonas grises, heridas sin cerrar y aspectos a discutir y repensar, dejando de lado posturas tópicas y establecidas, casi “dogmas de fe” sobre las cuales se asientan muchos de los discursos políticos territoriales actuales. Hay razones de sobra para replantear distintos aspectos de la Constitución –entre ellas la cuestión territorial-, y a estas alturas deberíamos estar en condiciones de evolucionar y lograr acuerdos y estructuras más acordes a nuestro tiempo. Al fin y al cabo, cuando se trata de cambiar las reglas de juego en lo económico -y salvar a la banca-, bien se puede modificar.

Y, ¿por qué no pensar que el arte contemporáneo pueda ofrecer aquí un espacio valioso de imaginación para posibles alternativas de futuro? Al fin y al cabo, el arte y los artistas representan una posibilidad de cambio en las estructuras del pensamiento, una posibilidad de pensar y sentir de formas distintas.

Existe la percepción en algunos ámbitos de que el proceso que se está dando a nivel político responde más a una serie de intereses y estrategias partidistas, electorales y económicas que a una voluntad real de los gobernantes por articular un proceso de independencia en Cataluña. En este sentido, y con la intención de explicitar los movimientos de los poderosos, en diciembre de 2012 nace en Barcelona el “Grupo Información”, formado por Efrén Álvarez y Antonio Gagliano. Invitados a participar en un ciclo expositivo en el Espai Cultural Caja Madrid, los artistas ponen en marcha un proyecto de largo recorrido “con la perspectiva de impulsar el desarrollo de sistemas de control ascendente sobre los poderes fácticos de nuestra sociedad, utilizando despliegues técnicos adecuados a nuestro tiempo, (…) Queremos explorar nuevos límites narrativos para los datos, planteándonos aspectos éticos de la privacidad y la intimidad (…). Nos interesa promover nuevas formas de recopilación, conexión y presentación de información pública, ya sea la aparecida oficialmente o en la prensa, y confirmar, tantos como podamos, los secretos a voces de la democracia occidental.”

Tras ser censurado el proyecto expositivo en el espacio de Caja Madrid, publican el fanzine “La Catalunya Triomfant”, que despliega una serie de instrumentos de comunicación relacionados con la controversia. “El sensacionalismo, al igual que la capacidad de contagio de la caricatura, puede resultar en ocasiones una inmejorable herramienta técnica”, opinan. Articulan así un paseo por el centro político de Cataluña, “como informando a unos supuestos turistas de un país lejano en el que hubieran conseguido librarse del espectáculo barbárico de la cultura del capital, con su misma perplejidad ante el absurdo gobierno del dinero.” El fanzine hace un recorrido fantástico y mítico que sirve como punto de partida de sus intenciones, poniendo de relieve y señalando sin clemencia quienes manejan el poder.

Ese mismo elemento mítico y épico inherente a ciertas formas de relato de la causa nacional sirve de catalizador para el trabajo de algunos artistas.

Quim Packard elabora en algunos de sus dibujos una visión “épicamente absurda pero románticamente bella”, asemejando la idea de libertad, lucha y autonomía a ciertos videojuegos como Final Fantasy III -del cual se dice que es una metáfora de la invasión colonialista americana en Japón-. Ante la constatación de que el nacionalismo catalán no convive muy bien con el sector de las artes visuales (hace un tiempo, un importante galerista barcelones declaraba que «El arte contemporáneo no habla catalán y por eso no nos hacen ni puto caso»), una solución puede ser hacer dibujos descaradamente catalanistas.

Épica es también la historia que nos relata Antoni Hervas en “Més que un club”. El trabajo de Hervas habla de lo cercano, “a través de una visión bastante pop del día a día, por lo que ser de Barcelona y haber vivido aquí la mayoría del tiempo hace que en bastantes ocasiones lugares, tradiciones o símbolos catalanes aparezcan representados en mis dibujos y se conviertan en escenarios épicos donde se desarrollan las narrativas que planteo”. En este caso, indaga en la construcción de la heroicidad y los lugares sagrados a partir de establecer contrastes entre narrativas del presente y del pasado y plantea el desarrollo de una investigación que inició cuando trabajaba como fotógrafo en el Museo del Barça a partir de la hipótesis de que una réplica de la Champions League del 92 podría tratarse, en realidad, del Santo Grial. Los caballeros medievales, los jugadores de fútbol, la afición azulgrana, Montserrat y el mismo museo son objetos que se ponen en relación en este ensayo visual que versa sobre la pervivencia de ciertas formas de construcción de mitos y el fervor popular de la catalanidad.

Y hablando de fervor, podemos acercarnos al vídeo “Tothom estima a Catalunya” que Ana García Pineda plantea a partir de un encargo por parte de TV3 hace unos años para un especial de la Diada. “Me pidieron una pieza corta que hiciera referencia a la cultura catalana y que de alguna forma la homenajeara. A mi todo lo que tenga que ver con nacionalismos siempre me provoca escepticismo. Así que, si tenía que hablar de ello, tenía que ser desde el sentido del humor y la ironía; que al fin y al cabo, y aunque a muchos se les olvide y prefieran tomarse demasiado en serio, son características muy propias y arraigadas en la cultura catalana. La autocrítica, los juegos de palabras, las bromas punzantes…”. El vídeo es una recopilación de pistas y evidencias (desde la ironía y el sarcasmo) del gran respeto que despierta la región, a través de homenajes a la leyenda de la bandera. La mayoría de ellas provienen de películas de terror de Hollywood y recuerdan aquel pasaje legendario.

Sin embargo, no sería objetivo aseverar que la “senyera” y todo el escenario que representa sea una falacia. Por supuesto el pueblo y el territorio catalán atesora una cultura, una lengua, una historia y una identidad propias, e incluso podemos afirmar que una parte de la población expresa una voluntad de independencia. El problema -o uno de ellos- estriba en el uso que los políticos hacen de esa voluntad, apropiándosela y usándola en su propio beneficio. ¿qué sentido tiene una independencia que nos lleve a un escenario idéntico pero con fronteras diferentes?

Y en esta línea avanza el desarrollo de otro proyecto editorial: la singular investigación sobre el proceso histórico de Catalunya que David Bestué y Andrea Valdés desarrollan en el coleccionable “La línea sin fin”. “Un proyecto sobre Cataluña que va desde un chico huyendo de la crítica (1873) a los vuelos subvencionados de Ryanair (2013). La idea es revisar un siglo de acontecimientos, estableciendo conexiones y juegos temporales de un modo irónico y literario y, de este modo, rescatar referencias y lugares en común que nos ayuden a entender el presente.” Se trata de seis fascículos de edición limitada, el primero comienza con la puesta en marcha de una fábrica y termina con la Semana Trágica. Bestué y Valdés se sitúan en una posición crítica con ciertos usos que de la cultura catalana se ha hecho desde los distintos gobiernos, pero conscientes de su importancia y de su pertenencia a un territorio y una tradición, quieren generar un relato distinto. “Desde que tenemos uso de razón, Cataluña es un problema del que se ha hablado mucho, tanto que ya nos da pereza. Quizás porque siempre se ha hablado de la misma manera, invocando sus batallas, derrotas y diferencias. De tanto proteger su cultura, la ha institucionalizado y ha hecho de ella una norma.(…) Aún a riesgo de exponernos a un sonoro suspenso, creemos que a este lugar, nuestro lugar, conviene perderle el respeto, hablar de él sin temor a ofenderlo. De lo contrario, nos acabaremos durmiendo, justo cuando nuestro cuerpo nos pide todo lo contrario. Nosotros estamos despiertos.”

Por otra parte, si pensamos en todo este proceso, otra de las dificultades es que todo se acaba llevando al blanco o negro, a estar a favor o en contra, haciendo desaparecer los grises y los matices, que tan importantes serían en la articulación. En esos grises, en esas posiciones no arquetípicas es donde se coloca Martí Ansón, que habla de la necesidad de recuperar los pequeños gestos, los procesos del día a día y las pequeñas estructuras, que son realmente las que crean una sociedad, y en consecuencia identidad; Por este lado debería desarrollarse el debate y el pensamiento, y no en la estela de los grandes eslóganes electorales.

En la misma línea, comentábamos en una conversación con la artista Nuria Güell que, más allá de las promesas de unos y otros, ella cree “en las diferentes iniciativas cooperativistas que están multiplicándose en los últimos años en el territorio catalán, basadas en la autorganización popular, máxima que nuestros bisabuelos nos dejaron como herencia”. Es en este sentido que junto a un grupo de amigos pusieron en marcha la “Cooperativa Integral Catalana” en su pueblo: una cooperativa cultural que busca la transformación social desde abajo, mediante al autogestión la autoorganización y el trabajo en red. Como sede, ocuparon “una fábrica que lleva 30 años abandonada, remodelándola con el fin de utilizarla como sede de la cooperativa para llevar a cabo diferentes actividades culturales para la gente del pueblo.” [1]

Esas posturas no establecidas, propias, alejadas de los estereotipos y de lo marcado políticamente son las que pueden enriquecer el discurso, y quizá ahí es donde el arte y el pensamiento contemporáneo pueden jugar su papel.

Y ya en torno a la cuestión territorial propiamente dicha, el productor cultural Oscar Abril Ascaso desarrolla desde 2010 el proyecto preformativo “Acción Ibérica”, un “proyecto de investigación de los márgenes de generación de discurso político desde el arte de acción, experimentando las posibilidades de la conferencia como campo para la práctica performática y como dispositivo de empoderamiento político.” “Acción Ibérica” ha celebrado diversos mítines en varias ciudades, y cada uno de estos actos políticos está dirigido hacia la creación de un grupo de afinidad de acción directa para el fomento del iberismo, entendiendo la cuestión del contencioso territorial ibérico como una cuestión relativa a la dimensión plurinacional de su territorio y, por lo tanto, defendiendo una Unión Ibérica entendida como una libre confederación de naciones ibéricas.

Ascaso pone en marcha un dispositivo que, desde la performance, estructura distintas líneas políticas de reflexión y acción en torno a la cuestión territorial en la península Ibérica.

Lo que parece bastante evidente es que el viejo concepto de estado-nación se está quedando obsoleto en un mundo cada día más global en el cual los flujos de conocimiento y de personas son cada vez más porosos, y algunos abogan por la posibilidad de que un regionalismo crítico pudiera tener más significado en el s.XXI. Hablaba Peio Aguirre hace un tiempo acerca de la Europa de las Regiones, como aquella “entidad supranacional a la vez que como utopía realizada de manera que el País Vasco, Galicia, Cataluña, Bretaña, Saxonia, Valonia, Flandes, Tirol o Galés (por poner solo algunos ejemplos) pudieran establecer una relación de vecindad paritaria como una nueva categoría jurídica: la Euroregión.” Pero elucubraba también que si todos ellos se independizaran, podríamos imaginar entonces un escenario diatópico donde Europa podría parecerse a un escenario medieval de clanes tecnocratizados.

Personalmente, me inclino hacia la posibilidad de imaginar nuevas formas de relacionarnos, tanto entre la humanidad misma como con otros agentes no humanos, como puede ser el entorno natural propio de cada lugar. Aquí es donde el arte puede tener una potencialidad a la hora de proponer nuevas formas de agencia, y estas serían las que podrían generar unos espacios de convivencia otros, y propiciar también nuevas formas de relación entre unas comunidades y otras. Alejados completamente de ese Estado proporcionado por los políticos y dirigido por los intereses económicos de unos pocos. Nada debería importarnos si la piscina a la que se lanzan hoy los gobernantes tiene agua o esta vacía, y mucho cómo imaginar un nuevo paradigma.

Para terminar, me quedo con unas palabras del filósofo postanarquista Michel Onfray: “las regiones deben quererse por otras razones que no son nacionalistas. Impidamos a los políticos que las confisquen y luego las utilicen a su favor. Se ama una región cuando se vive en ella, cuando se trabaja en ella, cuando se permanece en ella, cuando no se la denigra, cuando no se la defiende sólo por su pasado, sino por sus potencialidades: su presente y su futuro. (…) Se ama una región cuando al despertar no se tiene ganas de ver otros paisajes; cuando se quieren las luces y los colores que nos alegran, brumas de aurora, ruidos de crepúsculo (…) cuando se ama una geografía, una geología: perfumes de tierra -monte, pinar, bosque-, volúmenes de un territorio -llanura, montaña, costa, landa, caleta-; cuando se escucha con felicidad el tono, la inflexión de la voz, el canto de una lengua, de una pronunciación; no cuando se controlan las riendas económicas y administrativas de dicha región, cuando se canta un único e igual himno, cuando se pone en posición de firme ante una única bandera. Dejemos eso a aquellos que no aman su región, sino el poder.”

[1http://notadeadmanwalking.blogspot….

Juan Canela es Director Artístico de ZsONAMACO en CDMX, cofundador de BAR project en Barcelona, curador independiente y crítico. Entiende lo curatorial como una práctica en la que entran en juego ideas, conceptos y contenidos, pero también estructuras de trabajo, ritmos, modelos y formas de vida. Y ahí la escritura es un elemento fundamental.

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"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)