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De cómo habitar el espacio o apropiarse de él

Magazine

09 noviembre 2009

De cómo habitar el espacio o apropiarse de él

En la exposición «Avenida Ixtapaluca», Jordi Colomer refleja cómo los habitantes de un barrio periférico de México DF se apropian de un espacio dado, y cómo mediante pequeñas resistencias, consiguen hacerlo suyo.


Que las ciudades son escenarios, escenografías donde transcurre el teatro de la vida, hace tiempo que lo sabíamos. Que el urbanismo configura nuestros itinerarios vitales, nuestros hábitos y nuestra cotidianidad, también.

Tampoco es necesario irse a las Vegas, ciudad postmoderna por excelencia, para darse cuenta de que vivimos atrapados, como el protagonista de “El Show de Truman”, en un decorado artificial (cámaras de vigilancia incluidas). Atrás quedó el flâneur de Baudelaire, de mirada atenta y que deambulaba sin rumbo por la ciudad, para dar paso al consumidor de caminos trazados ávido de escaparates. Pero como ya analizó acertadamente Michel De Certeau (“La invención de lo cotidiano” 1974), cercano a los planteamientos situacionistas, siempre hay prácticas o tácticas de resistencia que el usuario consumidor, es decir, el habitador de espacios, puede transformar a su antojo y hacer tambalear de este modo el interior de un esquema dado. Idea ésta sobre la que reflexiona Jordi Colomer en su último trabajo producido durante su estancia en México.

El espacio y la arquitectura han sido objeto de análisis para el artista barcelonés desde sus inicios. Se produce una evolución en su trayectoria, desde “Simo”(1997), donde nos presentaba a personajes encerrados en habitáculos, hasta proyectos como “Anarchitekton”(2002-2004), donde éstos mismos se lanzaban a la calle portando maquetas de edificios a modo de estandartes. Colomer da aquí un paso más con éste nuevo trabajo y pasa así de re-crear decorados y situaciones, a mostrarlos y evidenciar acontecimientos, o mejor, resistencias. Partiendo de la serie fotográfica realizada por Dan Graham en 1965, “Homes for America” en la que mostraba suburbios de Nueva Jersey, Colomer muestra la Avenida Ixtapaluca, un barrio de la periferia de México DF. Un territorio sin historia, con chalets adosados, todos idénticos y que nos hablan de unas vidas, la de sus propietarios, hemos de suponer, también idénticas. Con un lento travelling, nos muestra las fachadas de las viviendas seriadas, y sin embargo, llenas de matices. Vemos así como sus habitantes, con pequeñas nimiedades y tímidas infracciones, consiguen burlar un orden dado; un cambio de color en la fachada, una ligera modificación de la estructura de la vivienda, un improvisado tejado… son resistencias, o más bien, micro-resistencias ante un diseño de vida pre-fabricado. Discurso sobre el que ya trabajan otros artistas contemporáneos como los españoles Santiago Cirugeda y Lara Almarcegui o el belga afincado en México, Francis Alÿs, por citar sólo algunos ejemplos. Pero a diferencia de éstos, Colomer no realiza ninguna intervención en el paisaje urbano, sino que se limita a presentarlo como si de un film se tratase, banda sonora incluida, con imágenes de gran nitidez y calidad, como es habitual en sus trabajos.

Resulta curioso como es en los países más pobres donde éstas resistencias y contradicciones se manifiestan de una forma más notoria, y como éstos lugares ofrecen al artista la posibilidad de hacerlas visibles, caso del mencionado Francys Alÿs o Santiago Sierra, cuyos trabajos quizá no hubieran evolucionado de la misma forma, de haber permanecido en sus ciudades natales. Cabría preguntarnos el por qué de esta emigración o” turismo artístico” (en el caso de Colomer), hacía países en vías de desarrollo.

La exposición está compuesta por tres obras, una video instalación Avenida Ixtapaluca, un video monocanal del mismo nombre y una serie de 12 fotografías titulada “Héroes”. Se completa con 33 fotografías de arquitecturas de sepulturas realizadas en el cementerio de la ciudad de Pozo Almonte, ubicada en el norte de Chile. Imágenes de lo más sugerentes, donde el caos y anarquitectura parecen dominar el terreno, y donde la capacidad inventiva de sus constructores es del todo insólita. Triste consuelo si es en el mundo de los muertos donde finalmente nos está reservado el derecho a ser creativos…

Rosa Naharro intenta pensar el presente, así como sus distintos contextos, a través de la cultura y el arte contemporáneo. Ver exposiciones, escribir, leer, el cine, la música y hasta las conversaciones con amigos pasan a ser herramientas. Entender e interpretar “ algo” de esto que llamamos mundo se convierte en una autoimposición, así como tomar cierto posicionamiento, que no distancia, ante él. Compagina escribir en A*Desk con su tesis doctoral en la UCM, y trabaja en proyectos desde la gestión cultural

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