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E:\\ART: Centro de mediación, educación y arte contemporáneo es una entidad con voluntad de servicio público que funciona como Fábrica de Creación. Su labor se centra en el arte y los procesos creativos contemporáneos entendidos como una acción educativa para fomentar la capacidad crítica y creativa de las personas y su actividad principal se enfoca en la educación formal y no formal, así como en las prácticas culturales y artísticas colaborativas y comunitarias, vinculando arte, educación y ciudadanía a través de procesos de mediación. EART opera como laboratorio, un espacio de ensayo y error que abre nuevos caminos en la investigación y la experimentación entre arte y educación. Además, desarrolla un programa de formación especializada, mediación cultural y actividades dirigidas a públicos específicos. Sin embargo, ¿qué significa ser un centro de mediación, educación y arte contemporáneo?
Desde su origen, E:\\ART ha trabajado en la intersección entre procesos educativos y artísticos, con especial atención a proyectos comunitarios, intergeneracionales y otros enfoques que permiten repensar la relación entre arte y educación. Nos interesa acotar y enmarcar prácticas a partir del trabajo de artistas residentes en nuestro centro y de otros colaboradores, generando un escenario para la investigación, el pensamiento y la práctica artística. Por ello, nuestra comunicación no solo busca difundir las actividades que realizamos, sino también visibilizar los procesos, compartiendo materiales que permitan reflexionar sobre el pensamiento y la investigación en torno al arte y la educación. E:\\ART, lleva dos años rediseñando el Centro desde una nueva perspectiva, con la llegada de una nueva dirección y equipo. En este proceso, hemos estructurado nuestro trabajo en cuatro ejes fundamentales que nos ayudan a definir formas de mediación y a entender el arte contemporáneo como una herramienta para desarrollar competencias curriculares mediante proyectos de carácter transversal.
1.Archivo E:\\ART: Proyecto Antoni Amat. Rectoria Vella de Sant Celoni, 1997.
2, 3, y 4. Archivo E:\\ART: Proyecto Nexes de la Memòria. Can Xerracan, Montornès del Vallès, 1997.
5.Archivo E:\\ART: Proyecto Thambos 2. Sala Memorial Vicenç Ros, Martorell, 1998
No obstante, en el ámbito cultural, a menudo nos enfrentamos a la dificultad de delimitar la práctica artística, la experiencia educativa y el desarrollo de la mediación. ¿Es realmente necesario diferenciarlas? ¿Qué determina un conocimiento? ¿De dónde surge nuestra insistencia en departamentalizar distintas maneras de entendernos y de practicarnos? ¿Debemos abrazar las disciplinas, o más bien transitar por ellas para construir una visión más amplia y enriquecedora? Ante todo, es imprescindible asumir una realidad concreta: la división de categorías, disciplinas del conocimiento, legitimidades y epistemologías no solo estructura y segmenta saberes, sino también hipótesis que podemos formular ante situaciones cotidianas. Un claro ejemplo es la actual separación entre arte y educación, una fractura que ha contribuido a generar una brecha entre la práctica artística y la sociedad. Para comprender este fenómeno, debemos entender su origen en la Modernidad, según las tendencias académicas actuales (F. Galeano, 2022). Este periodo, que se inicia en el siglo XV con la colonización de América, ubica al ser humano en el centro del universo, dibujando desde la imposición una organización encorsetada del conocimiento y de las relaciones humanas que condicionan profundamente la forma de construir saberes. La Modernidad como método, con su obsesión taxonómica por clasificar y categorizar, no solo fundamentó la burocracia y los métodos de aprobación como mecanismos de control, sino que estableció principios en la cultura visual, departamentalizado saberes en estructuras epistemológicas que hoy determinan nuestra relación con el saber en forma de disciplinas como biología, naturalismo artes o ciencias, que surgieron como enfoques especializados para concebir el mundo.
Con el tiempo, la ciencia comenzó a legitimarse y a reemplazar progresivamente a la religión como fuente de conocimiento del mundo. Ya a finales del siglo XIX, los estudios sociales adoptaron el término “ciencias” con el objetivo de ganar validación académica en tanto al llamado “método científico”, y la especialización disciplinaria consolidó una estructura rígida que clasifica conocimientos y que hoy intentamos superar mediante enfoques transversales en el currículo educativo. Paralelamente, la práctica artística heredó el estereotipo del artista “incomprendido” y atormentado, surgida en el Romanticismo, mientras que la educación arraigó como instrumento para la transmisión de saberes hegemónicos oficializados. Como resultado, en la contemporaneidad nos ha legado una concepción rígida del arte y la educación, dificultando una comprensión más global e integral del conocimiento. Siguiendo a Foucault, tanto la educación como el arte hegemónico, al estar institucionalizados, operan dentro del ejercicio de la biopolítica, es decir, la política que regulando y condicionando formas de vida, y es en este contexto, donde la educación visual en escuelas, ha quedado relegada a un saber “manual”, un tiempo de ocio, un recurso decorativo o una asignatura en forma de tiempo para utilizar en tareas académicas “más importantes”, como matemáticas o ciencias, los verdaderos “padres” del saber del mundo. Resulta significativo y sintomático que el sistema educativo actual no exija la presencia de especialistas de arte en escuelas, mientras que sí garantiza la enseñanza de religión, evidenciando la escasa importancia que se le otorga a la cultura visual como elemento educativo. ¿No resulta paradójico que en un mundo inmanentemente visual seamos, aun, incapaces de pensar y leer críticamente imágenes que consumimos y creamos?
Así pues, quizás ha llegado el momento en desdibujar definitivamente la clasificación de saberes, pensando y practicando marcos de colaboración que presenten otras formas de vernos, permitiendo un acercamiento al conocimiento más flexible, interdisciplinario y enriquecedor. ¿Somos capaces de concebir escuelas, Centros de arte, museos y la práctica de mediación como herramientas colectivas para constituir una sociedad que abraza la incertidumbre, la experiencia comunitaria y que no establece límites entre un dentro-fuera? ¿De qué manera hemos de prestar atención a los procesos y poner en crisis el sistema evaluativo como finalidad de aprendizaje? ¿Podemos (re)construir instituciones como tránsitos sin saberes estancos movidos por impulsos comunitarios que desdibujen jerarquias? Resulta urgente encontrar respuestas.
Referencias bibliográficas:
“Galeano, Eduardo (2022). Ser como ellos. El capitalismo visto desde la periferia. Siglo XXI”
“Focault, Michel” (1978). Nacimiento de la Biopolítica. Fondo de cultura económica”
[Imagen destacada: Archivo E:\\ART: Guinovart, Memòria del blau. Sala de exposiciones del Centro Cultural, Ripollet. Exposición itinerante de la Diputació de Barcelona (ODA), 2004]
E:\\ART es una entidad sin ánimo de lucro con voluntad de servicio público que trabaja mediante la cultura y los procesos creativos como acción educativa para fomentar la capacidad crítica y creativa de las personas. La actividad principal de la entidad se basa en trabajar con artistas residentes en nuestro Centro ofreciéndoles proyectos con los que incrementar su profesionalización como artistas y mediadores, consolidando sus carreras y formaciones en continuo desarrollo.
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