El Drop Transcendente

“Somos seres extraños que bailamos en un planeta que se extingue” C. Bayo.

Que bailar nos une y nos acerca a un lugar sinestésico/espíritu/comunal es evidente y que la sensación de pertenencia y consenso en una Rave, puede ser más potente que la capacidad aglutino/equilibrante que se le presupone a la democracia también,  pero en estos días en los que la cultura Rave ha sido absorbida por los aires tardo capitalistas de la pandemia, una vez atravesada la era de la doméstico-fiesta-pandémico-virtual, creo más conciliador y mentalmente más higiénico dar un giro a la frase de Chimo y ubicarla en un “El Apocalipsis son los demás”. Seguramente de esta manera podamos ladear la sensación inmovilizante de la culpa y entrar en algún tipo de acción.

El agitprop y la mala prensa convirtieron cualquier ápice o posibilidad de utopía o nueva estructura en mero chiste, anécdota o en directamente en un movimiento de la subcultura a analizar por la élite. Otro fenómeno antropológico.

Recién escritos los primeros párrafos de 2021, Jon Hopkins lanza Music For Psychedelic Therapy, un viaje / meditación que nos propone sonidos que directamente nos colocan en los días de Alice Coltrane (Siempre en todas mis frases) y Sun Ra. No Ketamina, No inducción, una meditación en toda regla, como esas que mi amiga Alba me propone cuando voy a visitarla con unos decibelios y respiraciones de más.

No es casual y de hecho visto con distancia, o al menos la distancia que nos da un año A.C. (after Covid) y el pliegue temporal que ello trae, que de repente la catarsis o la necesidad de prescindir de ciertas ideas / presiones, nos lleve a recuperar estrategias descartadas. Formas de habitar en mundo que nos ubican directamente en el otro.

Como alguien que abraza y maneja sus intensidades (mejor o peor gestionadas en ocasiones) , las pistas de Jon Hopkins, palo de lluvia incluido, no me repelen, no por completo. Bailar con lágrimas en los ojos debería ser el título de cada noche de fiesta, teniendo en cuenta que hemos decido o habéis decidido seguir caminando con la misma velocidad y paso, una vez apartada la piedra del camino.

Las palabras de la comisaria Carolina Jiménez centellearon en el horizonte, como las pequeñas motas invisibles o muscae volitantes con las que los miopes convivimos diariamente.

La dimensión política, resiliente y desestructurante siempre estuvo ahí.

Sus pensamientos explotan como micro auroras boreales, caprichosas a la vez que decididas. Otro camino posible.

Le planteo en una conversación construida a partir de mensajes de voz algunos interrogantes, que en realidad, son una mezcla de curiosidad y esperanza o al menos la certeza de un horizonte.

(Imágenes: Bego Solís. Lou Drago, Suspending Time: Meditations for accessing alternate space/time in music)