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El Museo Carlos Maside. El relato de la otra historia

Magazine

07 diciembre 2020
Tema del Mes: La Conciencia MaterialEditor/a Residente: Ángel Calvo Ulloa

El Museo Carlos Maside. El relato de la otra historia

Cuenta una extendida anécdota que, hacia 1920, al ver en una exposición de A Coruña las estampas de Castelao que iban a conformar el álbum Nós, alguien le preguntó al artista por qué pintaba una Galicia envuelta en drama cuando había tantos paisajes y fiestas hermosas que le podían servir de inspiración. “Pues porque no tengo vocación de estupefaciente”, fue la respuesta[1]. El álbum Nós instaura una tendencia crítica en el arte y abre una grieta que la generación siguiente, la de los Renovadores, va a ensanchar retomando la función social del arte de Castelao y añadiendo a la perspectiva identificadora de la plástica gallega las influencias del arte internacional y de las vanguardias. Una renovación comprometida con los ideales republicanos, que discurre intensamente hasta el comienzo de la Guerra Civil.

 

Sargadelos, el Laboratorio de Formas de Galicia y el Museo Carlos Maside

No es de extrañar, pues, que sea Castelao el artista con el que el Museo Carlos Maside comience a reconstruir, en 1970, la historia del arte gallego en ese ejercicio de recuperación de la memoria histórica que formó parte del ideario del Laboratorio de Formas; el ambicioso programa de restauración del pasado de Galicia tras el proceso de desmemoria sufrido con la guerra del 36. Ideado por Isaac Díaz Pardo y Luis Seoane durante sus encuentros en el exilio republicano, el Laboratorio es la institución que condensa las líneas de pensamiento sobre las que se conformó el grupo Sargadelos, gran proyecto industrial y cultural de Galicia que se convertiría en ejemplo del carácter regulador de la utopía, de los ideales morales que nos animan a hacer o transformar. Una metáfora de la creación ligada a la transformación de la sociedad, de la cultura como motor de reactivación de la memoria, de la identidad y del territorio.

Cuando en la década de 1950 coincide en Buenos Aires la fuerza del exilio procedente de Galicia, ese “cerebro colectivo” —formado por Luis Seoane y un recién llegado Díaz Pardo, acompañados de Arturo Cuadrado, Rafael Dieste, Lorenzo Varela, Blanco Amor y otros—, pone en marcha un plan para reactivar la actividad cultural en Galicia partiendo de la recuperación de la memoria silenciada por la Guerra Civil y de las instituciones destruidas por la dictadura. Movidos por el compromiso, imaginaron colectivamente la fundación de una estructura industrial y cultural, con una dimensión moral y social, para reinventar el país.

Díaz Pardo había llegado a Argentina en 1955 para crear, en Magdalena, una fábrica de cerámica como extensión de Cerámicas do Castro, inaugurada a finales de los años cuarenta en Sada (A Coruña). En la diáspora argentina, donde sobrevivía el mundo que había desaparecido en Galicia en 1936, sienta con Luis Seoane las bases de lo que será Sargadelos, una empresa poliédrica y caracterizada por esa dimensión moral y experimental que explica la aparición, o refundación en algunos casos, de la fábrica de Sargadelos, el Museo Carlos Maside, el Instituto Galego de Información, Ediciós do Castro, el Laboratorio Xeolóxico de Laxe, el Seminario de Sargadelos, los laboratorios de industria y comunicación, las escuelas de cerámica, etc.

 

Un museo para recuperar la memoria

La Guerra Civil y la prolongada dictadura aplicaron una damnatio memoriae que supuso la eliminación de los proyectos inmediatamente anteriores que reivindicaban la construcción de un espacio político y cultural gallego. Esta aniquilación del pensamiento propicia la creación del Museo Carlos Maside como un archivo que “aspira a recoger la obra y documentación del movimiento renovador del arte gallego contemporáneo con su medio social anterior al conflicto civil del ano 1936, convirtiéndose en centro de las ideas estéticas de Galicia y de los movimientos universales del arte”, según recoge el manifiesto del Laboratorio de Formas[2].

El Museo Carlos Maside se inauguró el 18 de mayo de 1970 con ciento veinte piezas que articulaban el relato que Luis Seoane venía defendiendo en su análisis del arte gallego, en el que sitúa a Castelao como precursor de los Renovadores[3]. Es esta la posibilidad del arte gallego que Seoane pretende historiar y contextualizar con el proyectado en la emigración —“Galicia abarca, desde hace siglos, hasta los lugares donde los gallegos emigran colectivamente”, afirmaba— y con el arte europeo, pues la generación de los Novos reconciliaba la temática propia con las aportaciones de la pintura europea coetánea. El relato que formula Seoane, el principal creador e impulsor del Museo en su primera fase[4], se configura como una contra-historia que deconstruye el presente retornando al momento remoto, entendiendo, ya desde muy pronto, la necesidad de superar las fracturas del pasado reciente desde la restitución de la memoria histórica.

Conocedor de los debates que se estaban produciendo en el ámbito de la museología internacional, Seoane entendía el museo como un lugar dinámico y crítico: “Un museo de hoy no es exactamente una institución que está de acuerdo con el pasado sin juzgarlo y con el presente sin someterlo a crítica”[5]. También expresa su interés en integrar las artes en la vida cotidiana cuando afirma que “el Museo Carlos Maside tiene que ser para el futuro un centro de actividades culturales que sean útiles para la distensión del conocimiento artístico de nuestro pueblo”[6] y que tiene que servir “a una política educativa (…). No se trata solamente de la obra arquitectónica útil que se pueda hacer, con todo lo que exige un museo de nuestro tiempo, sino de que el museo sirva a la colectividad”[7].

Este discurso hunde sus raíces en los valores promovidos desde el museo ya en la Europa de entreguerras. Después de la Primera Guerra Mundial, los museos reflejan los cambios sociales y culturales que demandan los movimientos antiburgueses, y sus directores transforman los templos elitistas decimonónicos en lugares de aprendizaje, contribuyendo al ambiente de experimentación que refleja el espíritu de la década de 1920. Además, estos debates se manifestaron también en la Bauhaus de Gropius, una de las referencias que se esconden en el ideario del Laboratorio de Formas y que los fundadores de Sargadelos asumieron como arquetipo. La elaboración del proyecto del Museo Carlos Maside se asienta en otras experiencias que el propio Seoane menciona en las cartas enviadas al patronato del Museo el 2 de marzo de 1979:

Como antecedente de las que denominamos funciones estáticas y dinámicas del Museo de Arte Carlos Maside, que influyeron en general en mi trabajo, deben tenerse en cuenta el Tren de Arte que montaron los constructivistas, futuristas y abstractos rusos en la época de su revolución, los planes que dejaron escritos para Escuelas de Arte, exposiciones, etc., Ángel Ferrant, Gabriel García Maroto y Manuel Abril en la década del veinte; Herbert Read y Schmidt, más tarde Director del Museo de Basilea, etc., y la experiencia transmitida oralmente en mi caso por Rafael Dieste, por los misioneros pedagógicos de España, fundadores de un Museo rodante con copias de obras del Museo del Prado, pronunciando conferencias sobre ellas por los pueblos españoles[8].

Aunque el proyecto ideal se frustró después de dos primeros años de intensa actividad (1970- 1972), sabemos por los textos de Seoane que el diseño de museo que ideó dividía sus funciones entre estáticas y dinámicas[9], programando conferencias, organizando proyecciones y creando una barraca para exponer obras de arte y dar conferencias por los pueblos gallegos. Esta versión circulante del museo, que no se materializó, era un claro homenaje a la experiencia de la barraca Resol, fundada por Arturo Cuadrado en los años treinta, y al grupo de teatro ambulante La Barraca (1931), diseñado por Federico García Lorca.

Los componentes del Laboratorio de Formas al pensar el Museo de Arte Carlos Maside, no quisieron que este fuese solamente algo estático, inconmovible, que esperase a que los aficionados, y el pueblo en general, se acercase a él. Para evitarlo idearon fundar, como filial del Museo, una Barraca con su nombre, Barraca Carlos Maside, que viajaría por Galicia deteniéndose en los pueblos importantes, y donde se llevase al público exposiciones organizadas por el Museo, hechas, o bien con obras del fondo del Museo, o invitando a núcleos de artistas para exponer en ella[10].

Son líneas de trabajo de una rara modernidad, teniendo en cuenta el momento en que se diseñan, en la recta final de una dictadura cuya asepsia artística había aislado durante décadas al territorio español de los debates sobre museología y museografía que desde los años cuarenta se estaban produciendo en instituciones como el ICOM.

Fotografía de Misha Bies Golas

Un museo dinámico: exposición permanente, muestras temporales, seminarios, conferencias, proyecciones de cine experimental, publicaciones (1970-1972)

El Museo Carlos Maside, cuya dirección artística recayó en el Laboratorio de Formas —síntoma de ese sentir colectivo de los promotores del proyecto—, organizó las primeras exposiciones que se hicieron en Galicia de Picasso, Miró, Grosz, Alberto y Bertolt Brecht, entre otros. En 1970 Xosé Díaz Arias, con apenas veintiún años, asumió la organización del museo y de las sesiones de cine, que se programaron ininterrumpidamente entre septiembre de 1970 y junio de 1972. Organizó sesiones de películas como las de Norman McLaren —cineasta experimental escocés-canadiense a quien el Museo Carlos Maside le dedicó una antología el 31 de agosto de 1971—, la proyección del Ballet triádico de Oskar Schlemmer, sesiones sobre Le Corbusier, Picasso, el cine experimental del polaco Jan Lenica, de los alemanes Walter Ruttman y Hans Richter y del yugoslavo Vlado Kristl.

Luis Seoane acompañaba y alentaba, entusiasmado, dende Buenos Aires, la labor de Xosé Díaz en un momento en el que apenas existía actividad cultural en Galicia. La asistencia desbordaba la capacidad del museo, y las sesiones se llenaban siempre. Así redactó Seoane una de las emisiones radiofónicas del programa Galicia Emigrante pocos meses después de la inauguración del museo:

Por otra parte, en una de sus salas se proyectan todas las semanas películas internacionales de arte. Desde junio se proyectaron dos películas sobre la pintura expresionista alemana, Pablo Picasso, las acuarelas de Emil Nolde, “El hombre y la máscara”, sobre los ballets realizados por Oscar Schlemmer en el año 1919, “40 años de experimentos en cine” incluido intentos abstractos de Hans Richter, una película sobre el Bauhaus, otra sobre el arquitecto Le Corbusier y, aparte, una sobre la capilla que este arquitecto edificó en Ronchamp, Francia, cerca de la frontera con Suiza. La entrada es libre y a cada asistente se le entrega una información escrita sobre la película que se proyecta, independientemente de las noticias que se originan en las preguntas y respuestas que siguen a la proyección. […] Conferencias y proyección de películas resulta ser una parte de la que se proyectó para el futuro de este Museo pero, aún así, puede dar idea, al público en general, del nivel que se propusieron sus fundadores, intentando crear un centro cultural desplazado de la ciudad que tuviese como primer apoyo el de los campesinos, obreros y pescadores que son sus vecinos y que hoy se sienten orgullosos del Museo Carlos Maside”[11].

Fotografía de Misha Bies Golas

¿Cómo proteger, conservar y hacer visible el patrimonio material e inmaterial del Museo Carlos Maside?

Aunque el objetivo inicial del museo había sido recuperar y estudiar el movimiento renovador del arte gallego, la colección fue ampliándose a lo largo de los años con la intención de albergar una representación del arte contemporáneo de Galicia. El patrimonio que custodia, conformado, en su origen, por las donaciones de las colecciones particulares de los fundadores, se fue incrementando gracias a piezas legadas o depositadas por propietarios de obras significativas y por representantes de la cultura gallega en el exilio[12].

En 1982 se trasladaron los fondos del museo a su localización definitiva, un edificio diseñado por Andrés Fernández-Albalat para albergar la colección permanente[13]. Sin Luis Seoane, fallecido en 1979 tras haberse ido alejando paulatinamente del museo por diferencias respecto a su funcionamiento, fue Isaac Díaz Pardo quien supervisó la instalación de la colección en el nuevo edificio, organizó las salas, la museografía y reconstruyó la historia en los carteles y textos que casi cuatro décadas después permanecen en el espacio.

Hoy, un cierto vacío legal complica la protección y conservación del importante patrimonio que atesora, un gran archivo de nuestra memoria. Son centenares de obras, entre ellas veintidós máscaras diseñadas por Castelao para el estreno de la obra Los viejos no deben enamorarse, el 14 de agosto de 1941 en Buenos Aires. Es una obligación protegerlas; son nuestra historia. Tan importante para entender el presente.

Fotografía de Misha Bies Golas

 

(Imagen destacada: Fotografía de Misha Bies Golas)

*Este texto, traducido y revisado por la autora, se publicó originalmente en Grial: revista galega de cultura, ISSN 0017-4181, Vol. 54, Nº. 209, 2016, págs. 127-137. La versión original, más extensa y en gallego, puede consultarse aquí

[1] Recreado en O Movemento renovador da arte galega no Museo de Arte Contemporánea Carlos Maside, Sada, Ediciós do Castro, 1990, p. 5. No existen elementos suficientes para fechar la anécdota o situarla, pero según el investigador Miguel Anxo Seixas Seoane, la primera referencia escrita a esa anécdota se le atribuye a Xosé Núñez Búa. Con el pseudónimo J. D’Arousa, publica “Anecdotario galego: Co gallo de Nós” en Galicia Emigrante 32, diciembre de 1957-enero de 1958, p. 36.

[2] Manifiesto consultado en VV. AA. Sargadelos recuperado. O Laboratorio de Formas 40 anos despois, A Coruña, Fundación Luis Seoane y SECC, 2008, p. 60. Catálogo de exposición.

[3] “Un precedente más bien conceptual, un iniciador ético y temático, más que como un antecedente formal del Movimiento Renovador del Arte Gallego”, como señalan Lino Braxe y Xavier Seoane en Braxe, Lino; Seoane, Xavier. Luis Seoane: textos sobre arte, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 1996, p. X.

[4] “(…) la idea del Museo Carlos Maside, así como su estructuración, la dirección de sus instalaciones y su orientación y selección le corresponden íntegramente a Luis Seoane. Se trata de una vieja idea que tiene manifestado ya antes de nacer el laboratorio. A él le corresponde asimismo la mayor aportación de obra”. Díaz Pardo, Isaac. “Algunas precisiones sobre el Museo Carlos Maside”, en La Voz de Galicia, 26-VIII-1971.

[5] Seoane, Luis. “Notas encol do arte galego e sobre o Museo Carlos Maside”, en Cadernos do Laboratorio de Formas 1, Sada, Ediciós do Castro, 1970, p. 32.

[6] Ibid., p. 19.

[7] Carta de Seoane a los miembros del patronato del Museo Carlos Maside (2- III-1979). La dirigida a Díaz Pardo se reproduce en Díaz, María América. Luis Seoane. Notas ás súas cartas a Díaz Pardo 1957-1979, serie Documentos 186, Sada, Ediciós do Castro, 2004, p. 728. Una carta igual se la dirige Seoane a Fernández del Riego (2-III-1979). Epistolarios de Luis Seoane, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 2014. Puede verse aquí

[8] Ibid.

[9] Seoane conocía las distintas tipologías de museo que aparecen, sobre todo, a partir de la reconstrucción cultural europea después de la Segunda Guerra Mundial. Probablemente, basa el proyecto del Museo Carlos Maside en el funcionamiento de la Kunsthalle, quizás en la de Basilea, que considera “una institución modelo” tanto por el contenido como por la forma de organización dentro del conjunto de los museos de la ciudad de Basilea. Ver texto “La Kunsthalle de Basilea, organización ejemplar del arte”, en Braxe, Lino; Seoane, Xavier. Luis Seoane: textos sobre arte, cit., p. 435.

[10] Seoane, Luis. “Notas encol do arte galego e sobre o Museo Carlos Maside”, cit., p. 29.

[11] Seoane, Luis. Texto para la emisión radiofónica de Galicia Emigrante (8-XI-1970). Legado del autor en la Fundación Luis Seoane, A Coruña.

[12] Se conservan en las dependencias privadas los certificados de legado o depósito con los datos de las personas y entidades que cedieron las piezas, con las condiciones con las que se produjo la entrega. De producirse en algún momento la disolución del Museo Carlos Maside, “serán devueltas a las entidades, personas o sus herederos en primer grado que las hubiesen cedido y, las que hayan sido legadas, serán entregadas a Museos Gallegos”, según recoge el acta notarial firmada ante el notario José Luis García Pita, (9-II- 1970), en A Coruña. Protocolo número 324/1970.

[13] El museo se formula como una estructura de base hexagonal con salas con la misma forma poligonal, unidas unas a otras y pensadas para poder añadir nuevas unidades en el futuro. Están distribuidas alrededor de un módulo central con escalera y una luminaria que proporciona luz cenital.

Agar Ledo (Santiago de Compostela, 1975) se formó en Historia del arte, en Museología y en Ciencias políticas en la Universidad de Santiago de Compostela y en Goldsmiths, University of London. Entre 2006 y 2018 fue responsable de exposiciones del MARCO (Vigo). Actualmente trabaja desde el Departamento de Colecciones del MNCARS.

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