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Esta investigación empezó con la intención de revisar el color en los medios de comunicación en Guatemala durante los últimos 36 años, concentrándose en el periodo partiendo de 1980 hasta el 2016. Durante este tiempo logramos aglutinar los años más violentos del conflicto armado interno, el cual tuvo una duración de 36 años, y la posguerra. Los Acuerdos de Paz fueron firmados en 1996, cumpliéndose este mes de diciembre 20 años desde que vivimos en “tiempos de paz”. Sin embargo, en 2016 seguimos habitando uno de los países con mayores índices de violencia, desigualdad y pobreza a nivel mundial.
En el proceso de ver cómo la imagen y el color han cambiado en los medios escritos y audiovisuales, mas no la esencia de las noticias y los mensajes, a partir de la observación y una línea de tiempo, pudimos constatar de que el proceso es de dos vías, la forma más básica de la comunicación, es decir, la del emisor y el receptor.
Cada uno de ellos no existe sin el otro, uno decide qué mensaje recibir y el otro decide qué transmitir y cómo. El receptor espera entretenimiento, espera el drama, la tragedia y la violencia le atraen; casi como una obra contemporánea de Shakespeare, Homero, Virgilio o Cervantes.
Cada uno de los protagonistas se convierte (por un momento) en un nuevo Zipacná, Aquiles, Batman o una bravísima valquiria. Las noticias convierten a los ciudadanos comunes y corrientes en héroes o villanos que el público se encarga de condenar o exaltar. Las historias de delincuentes vulgares, políticos corruptos, escándalos de farándula barata, futbolistas como nuevos gladiadores, en fin, cualquier banalidad puede ser un objeto de culto y una gran noticia puede convertirse en una nota al pie de página, simplemente porque no interesa, porque no se consume.
Esto último nos lleva al emisor, quien decide qué y cómo se lanzan los mensajes. Es quien dicta el pensamiento de un grupo de personas, tal es el caso de Prensa Libre que en los ochenta calificaba a las masacres del gobierno como algo en contra de los guerrilleros a los que tachaban como terroristas (casi como los gringos tachan a cualquiera que no esté de acuerdo con ellos). Ahora, cubren las notas de las pobres víctimas del conflicto armado interno. ¿Por qué nos interesa consumir estos cuerpos baleados, mutilados o abusados? ¿Por qué, mientras más trágica es la historia, es más probable que salga en primera plana? ¿Será una cuestión animal? ¿Por qué los medios de comunicación decidieron nombrar como “Jueves Negro” los disturbios ocasionados por Ríos Montt en 2003, cuando buscaba su candidatura?
Durante la represión del Conflicto Armado Interno (1960-1996) se consideraba mala palabra el color rojo, ya que tenía una conexión, como en todo el mundo, con los movimientos de izquierda, el comunismo. Incluso se ha sabido de una historia donde en una requisa el ejército confiscó un libro con el cuento de la Caperucita Roja. En 1994 se vieron listones de plástico de color rosado en árboles y automóviles, debido a la muerte violenta de Karin Fleischman, en 1996 se volvieron a ver en muestra de solidaridad por el asesinato de Beverly Sandoval, luego en 2010 reaparecen debido a la desaparición de Cristina Siekavizza, cuyo cuerpo no ha sido encontrado hasta la fecha. En 2003 los mismos listones, esta vez de color negro, se mostraron en protesta contra la postulación a la presidencia del ex jefe militar José Efraín Ríos Montt, quien habría sido juzgado por genocidio en 2014. Su postulación en 2003 causó una serie de disturbios (donde murió un periodista y que fue evidente que no fue una movilización social, sino manipulación política) y que los medios nombraron “Jueves Negro”. En 2015 se quiso nombrar a las manifestaciones multitudinarias “Revolución de colores” haciendo alusión a un movimiento pacífico, alegre, joven y diverso, sin embargo, no hubo cambios de fondo.
La nueva caverna de Platón no es con fuego y figuras opacas en el fondo de una cueva, ahora es multimedia pero el efecto sigue siendo el mismo. Nos hemos percatado de que el color tiene una similitud inherente con el lenguaje, sin embargo debemos plantear nuestras ideas a partir de este espacio, de Guatemala, de Centroamérica, ya que las únicas teorías del color que se han aplicado al diseño y al arte tienden a ser occidentales.
Los países latinoamericanos nos insertamos en lo occidentales desde una topografía ajena, las teorías de color y forma son importadas desde occidente. Nunca se ha tomado en cuenta, por ejemplo, que en las culturas prehispánicas de Mesoamérica la palabra para el color azul no existía y que era considerado una tonalidad de verde, lo cual se puede constatar a partir del lenguaje. Para ellos, el cielo era verde, ¿una continuidad de la vegetación tal vez?
Creemos que no se ha explorado a fondo el color desde este espacio y que los colores asignados están erróneos. Que los colores no se nos aplican. Tal vez en el uso del color esté la respuesta a por qué nos interesa consumir tantos cuerpos descuartizados.
Videos y fuentes de referencia: https://www.youtube.com/playlist?list=PL-5NSQBZll2V2AcWJKVMsWzVM0j7lR32P
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)