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Yaby son Beatriz Ortega Botas y Alberto Vallejo y ésta es la historia de su proyecto curatorial en sus propias palabras.
Bea: Lo estábamos hablando desde que estábamos en Londres: identificamos una serie de artistas que estaban exponiendo en allí y en Amsterdam y que nos apetecía que se vieran en España. Sabíamos que había espacios funcionando aquí en Madrid y creíamos que había hueco para traer a gente de fuera. Y, muy honestamente, nos apetecía comisariar.
Alberto: La visión que teníamos entonces era mucho mas reducida y nos interesaba el tipo project space que habíamos visto fuera y la idea era traerlo aquí.
Bea: Siempre tuvimos muy claro que lo haríamos mientras necesitáramos un espacio para hacer las cosas que queríamos en ese momento. Y cuando no, se cerraría. Hay espacios en Madrid que llevan años haciendo una labor increíble pero la longevidad nunca fue nuestro objetivo.
Alberto: Nosotros nunca funcionamos como un project space, que es la idea con la que se nos asocia mas, que cubren un lugar en la carrera de los artistas, dan mucha libertad y suelen ser exposiciones individuales… nosotros, desde el principio, hicimos exposiciones en grupo, comisariadas y en las que interveníamos. Para nosotros siempre fue un espacio en el que poder comisariar expos.”
Alberto: No teníamos ninguna experiencia. Hablamos hecho un curso de Casa Encendida, “Comisaría el presente” y coincidimos ahi con gente que luego ha seguido trabajando pero eso fue todo.
Bea: Yo había organizado alguna cosa, algún simposio en Holanda, pero lo que es la gestión, la administración, montaje… para mi eso fue un desafío. Tuvimos que aprender sobre la marcha.
Alberto: Tuvimos mucha suerte porque empezamos con la financiación del Injuve, que no te dan mucho dinero pero tampoco te exigen tener experiencia previa y eso nos permitió obtener y gestionar la financiación de una manera más fácil. Así pudimos aprender para acceder luego a otras subvenciones que nos permitieron mantenernos.
Bea: Con eso salimos a buscar un espacio y encontramos uno que era bastante feo pero que nos servía. Tenía el tamaño adecuado para lo que queríamos y podíamos. No es que aterrizáramos en Madrid sin conocer a nadie: teníamos amigos, invitamos a artistas locales, aunque siempre quisimos traer gente de fuera. Eso también nos abrió muchas puertas de la ciudad después de llevar tiempo fuera.
Alberto: Enseguida empezó a venir gente más joven que nosotros. El primer año fue muy sobre la marcha. Fuimos explorando las cosas que nos apetecían y a apuntar a lo que de verdad queríamos y que haríamos luego.
Bea: Empezamos a pensar en programaciones anuales. Cogíamos un tema, una serie de ideas con las que queríamos trabajar todo el año, y programábamos a partir de eso.
Alberto: El primer año fue mas indefinido para nosotros, el segundo ya nos dirigimos a temas que hemos venido explorando, que tenían mucho que ver con cuestiones o perspectivas queer: el tiempo, la muerte, la violencia y, a partir de ese año, empezamos a trabajar con cuestiones de identidad. Creo que eso define mucho a Yaby: identidad y experiencia, y eso se forma más a partir del segundo año.”.
Bea: Fuimos aprendiendo mientras hacíamos. A trabajar con artistas a partir de lo que te cuentan y como eso afecta lo que tu estás leyendo o las ideas que tienes. A ser mucho más flexibles. Creo que, al principio, se nos identificaba con una cosa muy plástica, muy ambiental y que, conforme fue pasando el tiempo, nos fuimos alejando de eso. En los últimos años nos interesó más el buscar vínculos con momentos anteriores de la historia del arte, materializaciones más tradicionales. Nos hemos vuelto menos jóvenes y frescas pero es lo que nos correspondía por edad.
Bea: Muchas veces se nos ha preguntado cuál era nuestra relación con el contexto, con lo local. Siempre ha habido artistas del estado español pero no nos caracterizamos por eso. Nosotras siempre hemos pensado que nuestra manera de aportar al contexto es afectarlo enseñando cosas que no circulan tanto.
Alberto: Con una voluntad de politización, el contexto local que nos interesa es un contexto queer, que nos parecía que no estaba lo bastante nutrido en España. El tipo de arte que se veía en las exposiciones podría ser interesante para una comunidad de artistas jovenes, en abstracto y genérico pero para una comunidad queer, racializada, no conseguía las referencias más interesantes o no eran todas. Un tipo de arte que trabaje cuestiones de raza, de género, de deseo pero desde otras coordenadas. Desde el minimalismo, el conceptualismo o la abstracción. Todas estas ideas que se han venido desarrollando estos últimos años de opacidad, de resistencia a la representación. Queríamos traer esos discursos precisamente para que la gente joven que venía a nuestro espacio, pudiera ver que se podían hacer. Y siempre que ha habido artistas que han trabajado sobre estos temas desde el contexto local hemos intentado trabajar con ellas.
Bea: En los dos últimos años hemos hecho un esfuerzo importante por politizar nuestra propuesta.
Bea: Nuestra financiación siempre fue fundamentalmente publica. Primero estatal con el Injuve y luego del Ayuntamiento. Alguna vez nos han ayudado embajadas en cuestiones puntuales pero el grueso siempre ha sido público. Aunque luego se volvió imposible vivir de eso. No daba, las condiciones cambiaron y empeoraron mucho. Además nosotros no queríamos que fuera un proyecto demasiado largo. Los plazos también era imposibles entre la convocatoria de ayudas, la resolución y la llegada de los fondos. Aquello era insoportable. Esto nos hizo mas conscientes de que lo que nosotros queríamos hacer era otra cosa: así no podías pensar, avisar a los artistas, gestionar, transportes, etc… el ultimo año este tipo de cosas nos quemaron mucho.
Alberto: Esa mecánica de las ayudas nos empujaba a convertirnos en un project space mas al uso: llegan las ayudas, llamas a los artistas, repartes fechas y llenas un año. Pero nosotros no queríamos hacer eso. Queríamos hacer exposiciones y nos dábamos cuenta que, con este sistema, nos faltaba capacidad de trabajo. Necesitábamos más tiempo para hacer lo que teníamos en la cabeza y las ayudas estaban pensadas para otro tipo de dinámicas. Creo que por eso decidimos pararlo del todo.
Bea: La revista fue una ampliación del proyecto. Cuando nos dimos cuenta de que no dedicábamos tanto tiempo a los discursos críticos que había detrás de las exposiciones, pensamos en invitar a una serie de escritoras, teóricas, poetas y artistas para que hablaran y quedara constancia de que ese año se había dedicado a ese tema en concreto. Lo hicimos anualmente y giraban en torno a temas presentes en la programación del espacio. La revista funcionó muy bien sobre todo a nivel internacional.
Alberto: Participó muchísima gente interesante pero nos daba muchísimo trabajo. Yo no me veía como editor. Hicimos tres números (y un número cero que fue prácticamente un fanzine) pero también sirvió para abrir conversaciones.”
Bea: Yaby es un proyecto de comisariado. Durante un tiempo tomó la forma de un espacio físico en Madrid. Esa fórmula nos sirvió durante un periodo, con matices y variaciones, con una ampliación a un proyecto editorial. Ahora sigue siendo una cuestión curatorial independiente sin espacio físico.
Alberto: Haciendo un ejercicio de realismo, eso es lo que nosotros hemos querido ser pero hemos sido mas cosas. Creo que los primeros años, y a lo mejor a nuestro pesar, fuimos un proyecto independiente-joven-divertido y creo que, de los 5 años de Yaby, los dos primeros fueron distintos pero a partir del tercero empezamos a manejarlo mejor y, en mi opinión, lo que yo siempre quise que fuera Yaby, fue lo que hicimos el último año de existencia del espacio. La pandemia nos dió tiempo para pensar, investigar y trabajar. Por ejemplo, las visitas guiadas con cita por la COVID fueron muy importante para nosotras. Ahí tuvimos las conversaciones más interesantes e hicimos comunidad.
Alberto: El modelo de ayudas nos empujaba a ser algo que no queríamos ser y, gracias a la pandemia, nos dimos cuenta de que lo que nosotros queríamos hacer necesitaba tiempo. Así que nos volvimos a plantear una idea que no era nueva en nuestras conversaciones: trabajar como independientes y, en ese contexto, tener un espacio propio no nos favorecía. No se nos veía como comisarios sino como gestores de un espacio. Desde el momento en que cerramos nos empezaron a llegar propuestas e invitaciones para trabajar en otros lugares y otros contextos.
Bea: Fue una cuestión de tiempos: de aceptar que los nuestros son otros. Ademas somos dos. Si ya hay mucha conversación en los procesos de comisariado nosotros añadimos otra capa de tiempo de discusión.
Alberto: Al poco de cerrar hicimos un proyecto en Vleeshal en Midelburgo, en Holanda, en donde nos invitaron porque les había gustado nuestro trabajo del ultimo año. Ahi fue trabajar con institución con lo que eso significa de comodidad de tiempos y de condiciones de trabajo.
Bea: Después hemos hecho otro proyecto en el EACC y otro en la Fundación Miró que acabamos de inaugurar la ultima parte. Ahora estamos cerrando cosas de estos proyectos pero estamos ya en ese momento que nos gusta tanto de ponernos a pensar.
(Entrevista realizada y editada por Joaquín García Martín el 20 de diciembre de 2023)
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