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Jordi Ferreiro en Homesession: La euforia del juego

Magazine

05 enero 2013
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Jordi Ferreiro en Homesession: La euforia del juego

Seamos honestos, aquello que cuestiona el orden establecido produce placer. Por eso, la exposición de Jordi Ferreiro en Homession, «Un intento de hacer perceptible lo imperceptible», más que un evento artístico es una liberación de la monotonía. El academicismo y la institución intentan por todos los medios embutir a presión lo alternativo en sus moldes prefabricados. Pero la creatividad artística sabe buscar espacios dónde poder manifestarse con tranquilidad. Homesession, un espacio cultural atípico y no comercial, es el lugar escogido por Ferreiro para llevar a cabo su redefinición del espacio expositivo. 

El punto de partida principal de la instalación gira en torno a diversas corrientes de pensamiento que buscaban replantear el espacio expositivo, surgidas de la historia del arte, la crítica institucional y la educación. Estas teorías apelan por un museo alejado de los estrictos protocolos de relación con el espacio, liberado de los códigos establecidos que mantienen una distancia física y emocional entre el público y el objeto. Para salvar este abismo, Ferreiro explora la euforia que puede provocar el juego. Durante las 4 horas de la inauguración, un cañón bombardeó indiscriminadamente 30 kilos de confeti dorado por todo el espacio de Homesession. El confeti, a parte de caer sobre los espectadores e inundar toda la sala, caía sobre una mesa a modo de vitrina, algo muy habitual en los museos tradicionales, donde Ferreiro exponía recortes de libros sobre museografía. Había que buscar la información despejando la mesa, dejando de lado el papel tradicional de simple observador.

Al igual que Frank Oppenheimer, Jordi Ferreiro está convencido de que el museo puede ser un lugar de juego y experiencias interactivas agradables para el público. El cubo blanco ha convertido al espectador en un ser pasivo, que se siente amenazado por la mera mención de interacción y algo frustrado frente a las instalaciones. De hecho, la lógica misma del museo es más cercana a las normas de conducta que al espíritu de creatividad que debería emanar de las obras de arte que encierra. Sin embargo, no todos los museos son iguales. La reformulación de Oppenheimer del Exploratorium de San Francisco supuso una autentica revolución para la museografía. El impacto de su concepción puede ser rastreado hasta nuestros días en museos como Cosmocaixa. La premisa central se resume en “hacer perceptible lo imperceptible”, frase que da nombre a la instalación y que transmite el deseo de hallar una manera innovadora de comunicar el conocimiento científico. Oppenheimer recoge la esencia empírica y experimental de la ciencia y la sintetiza en paneles con poca información que reflejan brevemente los conceptos abstractos. Además, convierte la experiencia en algo interactivo a través de maquinarias y juegos que acompañan al visitante en su búsqueda de nuevos conocimientos.

Con un poco de creatividad, Jordi Ferreiro ha conseguido extrapolar estas teorías y transformar un cubo blanco vacío en un entorno de diversión. Al poco rato de comenzar la inauguración, hasta el último rincón de la sala estaba invadido por el papel metálico, y poco a poco los espectadores, antes pasivos y algo asustados, empezaron a dejarse llevar. Hacia las nueve de la noche, casi dos horas después, el ambiente era de pura euforia colectiva. Los visitantes estaban en trance y algunos incluso habían dejado de lado las convenciones sociales y estaban sentados en el suelo jugando como niños bajo la lluvia incesante de confeti.

Como testimonio de lo ocurrido durante la inauguración, el espacio de Homesession permanecerá intacto durante el mes que dura la exposición, con el confeti enganchado a las cornisas de las paredes y cubriendo el suelo. A parte de ser esencial para poder entender el concepto que se esconde tras el destello metálico del papel, el hecho de que Homesession acceda a mantener su espacio inhabilitado dice mucho de su compromiso con el arte. Menos mal que aún existen lugares así.

Verónica Escobar Monsalve es una alma inquieta de naturaleza digital y corazón analógico. Centra sus indagaciones en el arte y la cultura que mezcla influencias del mundo digital y el pensamiento pre-digital. Un arte y una cultura capaz reflejar la complejidad del mundo actual. Cree en la extrema importancia del espíritu crítico y en que este puede ser aplicado a cualquier faceta de la vida, por muy difícil que resulte.

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