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La guerre en rose

Magazine

03 mayo 2014
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La guerre en rose


Los muertos durante el genocidio en Ruanda en 1994. El número de víctimas de la limpieza étnica en Bosnia a mediados de los 90. De Darfur. Hiroshima y Nagasaki. Los fallecidos el 11 de septiembre; pero como si hubiera un 11 de septiembre a diario, durante 365 días. Incluso los que se tragó aquél tsunami en 2004. La suma, duplicada, es la cifra oficial de decesos en la República Democrática del Congo (RDC) desde que comenzara la guerra en 1998: más de cinco millones. Y a pesar de la magnitud del desastre humanitario, el mundo lo ignora. El conflicto no acapara titulares, los medios no derrochan por él ríos de tinta u horas de pantalla. Sin embargo, Richard Mosse ha conseguido que se hable de éste como nunca. Su truco: el rosa.

The enclave es el último de los trabajos del irlandés, el que de alguna manera culmina sus series fotográficas Infra. Imágenes tomadas con Kodak Aerochrome, una película capaz de captar la luz infraroja, en las que el verde natural del paisaje es sustituido por una gama que va del chicle al algodón de azúcar. Esto dota de un cierto halo de realismo mágico las crudas escenas de un país en guerra —léase los muertos en las cunetas, el entrenamiento de las milicias, el interminable mar de desplazados, la vida cotidiana en un entorno totalmente anormal—. Y atrapa al espectador como no lo haría un artículo en primera plana, haciéndole permanecer durante un buen rato en un aparcamiento subterráneo.

La obra fue seleccionada para el pabellón de Irlanda en la última Bienal de Venecia, y se ha podido ver tal cual en el parking the Brewer Street, en el espacio The Vynil Factory, en Londres. Una instalación a base de seis pantallas sincronizadas colocadas estratégicamente, y en las que se emite una grabación de unos 40 minutos en loop, acompañada de un poderoso audio.

«Estaba especialmente interesado en cómo el Aerochrome hace visible una parte imperceptible», explica Mosse. Durante 2012 y 2013 se adentró en la zona de conflicto del RDC junto con el director de fotografía Trevor Tweeten y el compositor Ben Frost. Su objetivo era captar el día a día de un grupo de rebeldes, y la película le facilitaría el trabajo. Para eso precisamente la creó el ejército estadounidense en 1940, para identificar a su enemigo camuflado en la vegetación.

Pero en su caso el film no sólo ha hecho visible una parte del espectro de luz, también toda una realidad. Mosse ha ocupado el terreno del periodismo con el lenguaje del arte, y ha demostrado éste último puede comunicar mejor y de forma mucho más eficaz que el primero una realidad tan prolongada y compleja como la de una guerra.

El artista lo sabe, y por eso siempre que tiene ocasión cita a Susan Sontag. La escritora, cineasta e intelectual estadounidense señaló en su momento que los reporteros gráficos han evitado durante mucho tiempo «el dilema ético/estético de volar bajo artísticamente hablando», utilizando una película granulada, en blanco y negro, «para parecer sobrios y objetivos» al retratar el sufrimiento humano. «Yo siento que es igualmente válido explotar todo el potencial estético de una cámara», añade Mosse. «El naturalismo no es más veraz que otras estrategias».

A menudo se siente una outsider. Y pide permiso, y comienza a construir la casa por el tejado, mientras explica que es por la fobia a la zona de confort. En realidad, es periodista (si reniega, no le crean). Y como todo periodista, ha escrito de ésto y aquello, aquí y allá. Ahora, como buena outsider, se atreve con el arte y sus periferias.

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