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La vida diaria depende de las conexiones. Vínculos permanentes o efímeros de todo tipo que nos proporcionan los elementos necesarios para desarrollar una parte determinada de la existencia. Sean físicas, mentales o virtuales, las conexiones son la base de la sociedad híperconectada. Los gestores de descargas, por ejemplo, son testigos de esta faceta de la vida diaria, mostrando el complejo mapa creado con el fin de compartir contenido. Los datos que almacenan provienen de la vasta arquitectura global que las redes P2P han creado. En esencia, se trata de una lista que muestra los datos de origen y de destino de cada conexión, pero también habla de una forma de organización humana que se sitúa en el cruce de muchos territorios, como lo social, lo legal, lo político y lo estético. Mucho se ha escrito sobre las redes P2P, sobre su potencial y sus demonios, dependiendo del lado que estuviera el autor en cuestión. Pero la sistemática transformación de datos en ocio y capital puede ser analizada tanto como fenómeno social como objeto artístico.
Hacer visible la arquitectura de las redes P2P revela la dinámica relacional de las personas dentro de una red distribuida. Un ejemplo increíblemente gráfico que revela esta geografía es la instalación The Pirate Cinema, creada por el artista digital Nicolas Maigret. El proyecto se describe como una habitación de monitorización donde la actividad y la geografía oculta de las redes P2P se hace visible, a través de la presentación del contenido compartido a tiempo real en networks utilizando el protocolo BitTorrent. Contextualizada dentro de la monitorización de las telecomunicaciones en la sociedad, algo que ya damos por sentado, Pirate Cinema explora estéticamente el potencial de la arquitectura de pares.
El objetivo de Maigret es explorar el contenido audiovisual bajo la lógica del cable, la cual es única para cada conexión y ubicación. El protocolo P2P se basa en la fragmentación de archivos en unidades de intercambio, de tamaño y peso reducido para poder ser diseminados a diferentes receptores.
Visto desde una óptica artística, concretamente desde una perspectiva cinematográfica, esto abre varias posibles reflexiones en torno a la concepción del cine digital como una corriente a escala global. La fragmentación del archivo no solo afecta a su integridad sino que influye directamente sobre su contenido, y por consecuencia, sobre la narración misma. Al incrementar esta fragmentación, cortando aleatoriamente los trozos enviados en cada conexión, Pirate Cinema se convierte una emisión en streaming que crea una experiencia estética cercana al mashup cinema. El resultado es una presentación parpadeante de imágenes del cine mainstream mezcladas con otro tipo de contenidos y archivos, incluido todo tipo de material explícito.
Lo interesante de la instalación es su capacidad para mostrar la actividad oculta de estas conexiones, cada una única pero a la vez capaz de crear una infinidad de posibilidades. Los usuarios remotos no son conscientes de estar creando un collage dinámico determinado por sus selecciones. Maigret convierte al espectador de esta particular retrasmisión en un agente de vigilancia, capaz de ver aquello a lo que normalmente solo pueden acceder los gobiernos.
Al contemplar durante un largo rato la proyección, viendo tan solo una fracción insignificante de la información y contenido que se mueve por las redes globales, podemos ver de manera clara el funcionamiento de algo que es tan perseguido como halagado por los modelos de distribución que hace posible. Pero siendo honestos, su atractivo se basa en la naturaleza voyeur de la sociedad. Se trata de una mirada indiscreta a una parte del ciclo de existencia de los archivos que medio mundo guarda en su escritorio, casi como escuchar una conversación de teléfono al azar. Al final, tan solo queda una pregunta: ¿qué dice esto de nosotros?
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)