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Lo que no puede ser retornado

Magazine

06 mayo 2024
Tema del Mes: Reparación y restituciónEditor/a Residente: Nancy Garín Guzmán
Lo que no puede ser retornado, foto de una urna con hojas

Lo que no puede ser retornado

La llamada a devolver los objetos acumulados en museos gracias al saqueo colonial ha recibido en los últimos años una atención sin precedentes en los medios mayoritarios[1]Seguramente alentados por la publicación en 2018 del llamo informe Sarr-Savoy encargado por el gobierno francés y la movilización global en torno a Black Lives Matter. Mucha menos atención … Continue reading.  Se trata de una demanda que casi siempre encontramos subordinada a otra cuyos contornos específicos parecen más inciertos: la de “descolonizar” los museos. Me adelanto a decir que, aunque no ha sido satisfecha, la demanda de retorno ha dejado de tener opositores creíbles. Incluso la infame “Declaración de la importancia y valor de los museos universales”, que aglutinaba los argumentos más repetidos en contra de la devolución, ha sido retirada discretamente de las webs de esos 19 museos que en el año 2002 la lanzaron al mundo con toda la fanfarria que correspondía a su privilegio. Los museos, decían, “proporcionan también un contexto válido y valioso para objetos que hace mucho tiempo fueron desplazados de su fuente original”, convirtiendo así a los museos en un poderoso instrumento no para la preservación la historia, sino para su olvido, consignando la violencia del saqueo colonial a esa tierra tan plácida llamada “hace mucho tiempo”.

Pero que tomar posiciones en la demanda sobre los retornos resulte sencillo, no significa que la larga historia de esta demanda esté exenta de interés. Ya en 1815, la derrota de las tropas napoleónicas en Waterloo aglutinó a varias naciones europeas en torno a la idea de que el saqueo de patrimonio cultural era propio de un gobierno de bárbaros. Las naciones “civilizadas” debían defender su integridad y genius loci frente al radicalismo francés, que pretendía construir una nueva cultura sobre la base de todas las anteriores[2]Fue en este mismo año cuando el conservador Quatrèmere de Quincy publicó sus Considérations Morales sur la Destination des Ouvrages de l’Art, que se convertiría en locus classicus en la … Continue reading. Enormes recursos económicos y diplomáticos se invirtieron entonces en asegurar el rápido retorno de los artefactos a su lugar de origen, aunque la repatriación de artefactos excluyó todos los saqueados en Egipto, la mayoría de los cuales (incluida la famosa Piedra Rosetta) terminaron en el Museo Británico.  De hecho, durante el siglo XIX proliferaron los decretos y tratados que, en nombre de la civilización, intentaban prevenir futuros saqueos del patrimonio cultural y científico (el Código Lieber de 1863, la Declaración de Bruselas de 1874, el Manual de Oxford de 1880, el Manual de Ley Militar de la British War Office de 1894, o la Segunda Convención de La Haya de 1899… ). Todos ellos fueron redactados sobre la premisa implícita de que serían aplicables sólo a las naciones occidentales. En palabras del “padre fundador” de la legislación internacional, el jurista británico Joseph E. Westlake:

La legislación internacional… se basa en la posesión por parte de los estados de una civilización común y, en ese sentido, igual… La ley internacional no tiene en cuenta a los nativos incivilizados. Esto es así y no significa que se les nieguen a estos todos los derechos, sino que la estimación de sus derechos se delega a la conciencia de los estados dentro de cuya soberanía territorial se encuentran[3]John Westlake, Chapters on the Principle of International Law, Cambridge University Press, 1894, pp. 102-13 y p. 136 [traducción de la autora]. Un buen análisis del papel de Westlake en la … Continue reading.

La ley venía a corroborar lo que la violencia ya había conseguido, que los colonos decidirían sobre los derechos de los colonizados. Desde el principio, no existió contradicción alguna en la mente “civilizada” entre el marco legal para proteger el patrimonio y el saqueo sistemático de las colonias que definirían los siglos siguientes[4]Por ejemplo, el saqueo extremadamente violento de Benin tendría lugar en 1897, solo tres años después de la publicación del British War Office manual. Un estudio reciente y detallado de este … Continue reading.

No fue hasta la década de los setenta del pasado siglo, durante el periodo de Amadou-Mahtar M’Bow como director general de la UNESCO, que al calor de las luchas de liberación nacional se trataría de revisar este marco legal. A riesgo de resultar soporífera, recordaré aquí que la Asamblea General de la UNESCO, en su declaración de 1973 sobre la Restitución de las obra de arte a los países víctimas de expropiación declara que:

Convencida de que la restitución en especie permitiría una justa reparación de los graves perjuicios sufridos por el país víctima de esos traspasos,
1. Afirma que la restitución pronta y gratuita a un país de sus objetos de valor artístico, monumentos, piezas de museo, manuscritos y documentos, por otro país, en la medida en que constituya una justa reparación del perjuicio causado, ha de fortalecer la cooperación internacional.

Objetos de valor artístico, monumentos, piezas de museo, manuscritos y documentos como justa reparación del perjuicio causado – un perjuicio llamado colonialismo. Aun así, una enmienda por parte de Francia y Alemania insistió en borrar la palabra “restitución”, una palabra con un significado legal preciso en varios sistemas legales que implica devolver a las partes afectadas por una transacción a la posición que ocupaban antes de ésta[5]Ver L.V. Prott (ed.), Witness to History, Unesco Publishing, 2009, p. xxii.. ¿Cómo restituir a un pueblo colonizado? El argumento entonces no fue que esta restitución fuera imposible, sino innecesaria.

¿No es lícito pensar, entonces, que la focalización en el retorno de artefactos museísticos – la punta del iceberg del saqueo colonial – sea sólo una manera conveniente de cubrir otras demandas más costosas?[6]Tomo la imagen del iceberg del film de Ariella Aïsha Azoulay, The World like a Jewel in the Hand. Unlearning Imperial Plunder II, 2022.En el año 2015, el gobierno británico anunció que había terminado de pagar una deuda de 20 millones asumida por el estado en el año 1835, dos años después de la ilegalización de la esclavitud en el Caribe Británico, Mauricio y en la Colonia del Cabo, hoy Sudáfrica. Esos 20 millones habían representado, en su día, el 40% de los ingresos anuales del gobierno y se habían dedicado a compensar no a las personas que habían sido esclavizadas, sino a los esclavistas que habían visto mermados sus ingresos[7]Sólo un año antes, en 2014, Catherine Hall y Nicholas Draper hicieron públicos los resultados de su ingente investigación histórica Legacies of British Slave Ownership. La investigación trazaba … Continue reading. Este episodio fundacional del capitalismo racial ofrece un contrapunto rotundo a la idea de que el retorno y la reparación, incluidas las que conciernen a objetos museísticos, resultarían demasiado costosas o logísticamente irrealizables. Pero también se presenta frente a estas como inconmensurable. Mientras que el estado británico podía determinar sencillamente el valor contable aproximado de lo que consideraba mera propiedad ¿cuál sería la justa reparación por múltiples genocidios y epistemicidios, por los millones de vidas destrozadas, por el trauma transgeneracional? ¿Dónde estarían los archivos a los que remitirse para evaluar ese daño?

El debate sobre el retorno de artefactos museísticos debe entenderse pues, en este doble marco. Por un lado, la normalidad histórica del retorno de artefactos y las compensaciones, la obligación inexcusable de devolver y compensar. Por otro lado, la absoluta y grotesca insuficiencia de cualquier retorno o compensación que no podrá constituir, en ningún caso, justa reparación[8]Esto no quiere decir que no haya innumerables estudios que traten de llegar a esa cifra. Un recorrido iluminador sobre la lucha por reparaciones en el contexto de los movimientos sociales negros de … Continue reading. La insistencia en una reparación material, tangible, más allá de las declaraciones de buenas intenciones, las políticas institucionales, o el anti-racismo neoliberal que tan barato les sale a los estados, las corporaciones y a los museos es más que comprensible[9]Utilizo la expresión antirracismo neoliberal en el sentido abocetado por Rahul Rao en el contexto de la universidad, en «Neoliberal antiracism and the British university», fácilmente traducible a … Continue reading.Pero si bien ese retorno material es irrenunciable, no podrá ser nunca un fin en sí mismo.

¿Dónde situar entonces hoy el horizonte de esa demanda por el retorno de artefactos? ¿Cómo entenderla en relación con esa otra que pide la descolonización? Aquí vale la pena detenernos en la forma de circulación de ese significante: “descolonización”. Si, por un lado, podemos entenderla con Aníbal Quijano como una “reconstitución epistemológica”, como “la liberación de las relaciones interculturales de la prisión de la colonialidad”[10]A. Quijano, “Colonialidad y Modernidad/Racionalidad” en Perú Indígena, 13(29), pp. 11-20, 1992, pp. 18 y 20., la descolonización sigue requiriendo “la repatriación de la tierra y la vida indígena” sin poder reducirse a “una metonimia de la justicia social”[11]E. Tuck y K. W. Yang, “Decolonization is not a metaphor”, Decolonization: Indigeneity, Education & Society, vol. 1, 1, 2012, pp. 1-40, p. 21. Una importante crítica a este influyente … Continue reading. Aunque estos dos horizontes no siempre informan las mismas luchas, el debate sobre el retorno de objetos museísticos sirve para ilustrar, a menor escala, que estas demandas, si bien no pueden ser simplemente colapsadas, tampoco podrán avanzar por separado.

¿Sería suficiente, por ejemplo, con repatriar los objetos museísticos para poblar o establecer otros museos en sus lugares de origen a imagen y semejanza del museo europeo? ¿Bastaría con que los museos se dedicaran a reinscribir en la historia la brutalidad que inaugura esa “racionalidad universal” sobre la que se funda la institución? La pregunta doble es ¿bastaría con transformar un aparato simbólico sin insistir en la redistribución material?, pero también ¿sería la transferencia de propiedad suficiente siempre que esta fuera cuantitativamente adecuada? Lo que no puede ser retornado en cuanto que propiedad – nos podemos referir aquí a territorios u objetos museísticos – son todas las relaciones sociales, economías, formas de uso y prácticas culturales no regidas por ésta[12]Sobre el problema de entender como propiedad aquello que debe ser retornado por haber sido desposeído, véase Robert Nichols, “Theft is property! The recursive logic of dispossession”, Political … Continue reading. Nos encontramos, entonces, con que cualquier ejercicio de reparación tendrá que entenderse como sólo un paso en un proyecto más amplio de liberación. Ninguna transacción servirá como restitución en la medida en que se inscriba y se resuelva dentro de un régimen de propiedad privada marcado por las fronteras nacionales, el colonialismo de asentamientos, la legislación internacional existente y el capitalismo racial. Un museo comprometido con la descolonización es aquel que participa en la construcción de un horizonte más allá de éstos y, por extensión, más allá del propio museo. 

(Imagen de portada: Adrián Alemán, Dialécticas Criollas, 2020. Vitrina en la que se conserva un fragmento de corteza del ahuehuete (Taxodium mucronatum), conocido como Árbol de la noche triste, bajo el que supuestamente lloró Hernán Cortés al ver derrotada a sus huestes frente al ejército de los mexicas en 1520. Traído­ a la isla de Tenerife en 1874.)

References
1 Seguramente alentados por la publicación en 2018 del llamo informe Sarr-Savoy encargado por el gobierno francés y la movilización global en torno a Black Lives Matter. Mucha menos atención mediática han recibido
2 Fue en este mismo año cuando el conservador Quatrèmere de Quincy publicó sus Considérations Morales sur la Destination des Ouvrages de l’Art, que se convertiría en locus classicus en la denuncia del saqueo. Tres años más tarde, sus Lettres écrites de Londres a Rome et adressées a M. Canova, elogiarían la exposición de los mármoles de Elgin en el Museo Británico.
3 John Westlake, Chapters on the Principle of International Law, Cambridge University Press, 1894, pp. 102-13 y p. 136 [traducción de la autora]. Un buen análisis del papel de Westlake en la construcción del marco imperial de los “derechos humanos” aparece en Fidèle Ingiyimbere, Domesticating Human Rights, Springer, 2017; su papel en el saqueo de artefactos culturales se discute en Carsten Stahn, Confronting Colonial Objects, Oxford University Press, 2023.
4 Por ejemplo, el saqueo extremadamente violento de Benin tendría lugar en 1897, solo tres años después de la publicación del British War Office manual. Un estudio reciente y detallado de este episodio aparece en  Dan Hicks, The Brutish Museum, Pluto, 2020. 
5 Ver L.V. Prott (ed.), Witness to History, Unesco Publishing, 2009, p. xxii.
6 Tomo la imagen del iceberg del film de Ariella Aïsha Azoulay, The World like a Jewel in the Hand. Unlearning Imperial Plunder II, 2022.
7 Sólo un año antes, en 2014, Catherine Hall y Nicholas Draper hicieron públicos los resultados de su ingente investigación histórica Legacies of British Slave Ownership. La investigación trazaba de forma extensiva y minuciosa las enormes sumas económicas que miles de familias británicas e intermediarios bancarios habían recibido como compensación tras el Abolition of Slavery Act de 1833. El caso británico no fue el único, ni siquiera el más terrible la infamia de la “deuda de independencia” de Haití, 150 millones de francos a Francia en 1825 a cambio de su reconocimiento diplomático, pesa aún sobre la nación caribeña.
8 Esto no quiere decir que no haya innumerables estudios que traten de llegar a esa cifra. Un recorrido iluminador sobre la lucha por reparaciones en el contexto de los movimientos sociales negros de Estados Unidos aparece en Robin D. G. Kelley, Freedom Dreams, Londres: Penguin Books, 2022, capítulo 4.
9 Utilizo la expresión antirracismo neoliberal en el sentido abocetado por Rahul Rao en el contexto de la universidad, en «Neoliberal antiracism and the British university», fácilmente traducible a la institución artística Radical Philosophy, 2.08, otoño 2020.
10 A. Quijano, “Colonialidad y Modernidad/Racionalidad” en Perú Indígena, 13(29), pp. 11-20, 1992, pp. 18 y 20.
11 E. Tuck y K. W. Yang, “Decolonization is not a metaphor”, Decolonization: Indigeneity, Education & Society, vol. 1, 1, 2012, pp. 1-40, p. 21. Una importante crítica a este influyente artículo aparece en Tapji Garba y Sara Maria Sorentino “Slavery is a Metaphor” Antipode. A Radical Journal of Geography, vol. 52, 3, Mayo 2020, pp. 764-782.
12 Sobre el problema de entender como propiedad aquello que debe ser retornado por haber sido desposeído, véase Robert Nichols, “Theft is property! The recursive logic of dispossession”, Political Theory 46, (1):3–28; para un análisis más extenso del régimen de propiedad en relación al colonialismo y a las demandas de restitución, véase Brenna Bhandar, Colonial Lives of Property, Durham: Duke University Press, 2018.
Retrato de Yaiza Hernandez

Yaiza Hernández Velázquez es doctora en Filosofía y profesora del departamento de Culturas Visuales de Goldsmiths, University of London, donde dirige el grado en Historia del Arte. Con anterioridad fue profesora en Central Saint Martins, UAL  y trabajó durante más de una década en instituciones artísticas (entre otras, MACBA, CENDEAC y CAAM). En la actualidad está trabajando en el monográfico Coleccionismo, Universalismo, Extinción (TEA, 2024) y en una antología sobre lo que llama turismo terminal. Sus publicaciones anteriores pueden encontrarse aquí: https://research.gold.ac.uk/

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"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)