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En el futuro, recordaremos donde estábamos el día que nos confinaron del mismo modo que recordamos aquellos momentos que cambiaron nuestras vidas como sociedad. A principios de 2020, pocos imaginábamos lo que nos esperaba. Ahora, tras meses de confinamiento, encierros prolongados en algunas regiones, e intentos de reapertura en otras que parecen condenados a llevarnos de nuevo a casa, una cosa parece cierta: el mundo no volverá a ser como era.
En estos días, la vida oscila entre intentar volver a recuperar cierta rutina de memoria, mientras a cada rato nos percatamos de que ya nada es lo mismo. Los mensajes cruzados con amigues de acá y de allá evidencian la complejidad planetaria, la temporalidad expansiva del virus, las implicaciones físicas a la hora de su propagación. No puedo dejar de pensar en lo que significa en términos de control social e implicaciones geopolíticas, en cómo afecta en unas geografías y en otras, en unos estratos sociales y en otros. En la dificultad de manejar la responsabilidad que se está poniendo sobre el ciudadano ante la enfermedad, la compleja relación de las comunidades con sus gobiernos, en las medidas de control aplicadas nunca vistas antes. O en lo poco que nos va a importar que rastreen las localizaciones de nuestros teléfonos para controlar el virus.
A nivel personal, la experiencia del encierro, la incertidumbre y el miedo a la enfermedad trae consigo muchas dudas y una certeza: mejor más juntxs. El apoyo mutuo, el reforzamiento de lazos vecinales, la articulación de alianzas cercanas y lejanas o la puesta en marcha de redes de apoyo a las comunidades más desfavorecidas que nos ayudan a navegar este escenario evidencian todavía más algo que ya sabíamos: la necesidad de imaginar e intensificar estructuras de apoyo, formas de cuidados, y organizaciones vitales que desafíen la era del distanciamiento social y el control biopolítico, a la par que nos cuidamos del virus y sus consecuencias.
Y de ahí que, al recibir la invitación de A*DESK de desempeñarme como editor invitado en medio de esta situación, la idea no podía ser otra que invitar a una serie de personas a pensar y reflexionar desde el ámbito artístico y cultural en torno a todas estas cuestiones durante este complejo mes de Julio de 2020. Y de ahí los cuatro textos que desgranan distintas ideas, problemáticas y experiencias que deben ser escuchadas en relación a los desafíos por venir. Arrancamos desde Argentina con Bananas de Duen Sacchi, un relato que, a través de la historia de la United Fruit Company y sus prácticas intervencionistas en las realidades latinoamericanas desde lógicas extractivistas y explotadoras, expone la complejidad de imaginar posibles comunidades que superen los ejes coloniales. Que el bicho no nos confunda, la banana ya estaba ahí. Y esto es un reto esencial si de verdad queremos construir de modos diferentes a lo que nos ha traído hasta aquí. “Hay una Banana de por medio para imaginar y hacer comunidad.”
Seguimos con La institución como ideología, un texto del artista palestino Yazan Khalili en el que habla sobre su experiencia reimaginando una institución cultural local en Ramallah, manteniéndola relevante anclada en la realidad de los territorios ocupados, y transformando una crisis de financiación en una cuestión cultural y política capaz de articular una herramienta útil para la comunidad. «Estos cambios revirtieron nuestra comprensión de la sostenibilidad; la distancia entre la comunidad y la institución colapsó, y se imaginó una nueva estructura, una que no tiene una jerarquía empinada como una montaña, ni una plana como una costa, pero parece colinas de Cisjordania, donde la relación entre el equipo, el colectivo y el individuo siempre está equilibrada y en movimiento.”
Desde Barcelona, el colectivo Larre formado por Lara García Díaz, Priscila Clementti y Ángela Palacios proponen con Una voz que sea todas las voces, un texto que sea todos los textos, una narración que hilvana un texto de opinión con extractos de sus conversaciones de Whatsapp en el ejercicio de entretejer las diferentes capas que atraviesan el acto y los tiempos de la escritura. Una serie de reflexiones en tiempo real en torno a cuestiones vinculadas con los cuidados, que se entremezclan con reacciones personales cotidianas. “Si como hemos empezado diciendo, la privatización de las estructuras que sostienen la vida y la precariedad a la que éstas están sometidas han puesto en el centro la urgencia y la imprescindibilidad de las estructuras de apoyo mutuo para poder hacer frente a la sostenibilidad de nuestras vidas ante una pandemia, es ahora más urgente que nunca seguir colectivizando todas las experiencias vividas estos meses, así como aquellas que nos preceden. De este modo, podremos mapear y detectar herramientas necesarias para asegurar formas de cuidado sostenibles acordes a las formas de vida que decidamos en común.”
Y terminamos con I am here to make good trouble!, una conversación con la curadora Ryan N. Dennis en la que discutimos las posibilidades que se abren desde algunas prácticas para reforzar y dinamizar determinadas comunidades desfavorecidas. “Estoy comprometida a trabajar con artistas negros, personas de color y aquellas personas que históricamente han estado al margen: son mi centro. Como curadora, me considero una defensora, pero también una conspiradora junto al artista. Estoy aquí para aprender y rechazo la idea de ser un guardián porque quiero ser tan inclusiva y construir tantas redes de apoyo como sea posible. También creo que mi papel como curadora es crear nuevos sistemas y estructuras dentro y fuera de la institución. ¡El arte es un microcosmos de múltiples capas que necesita una interrupción activa!”
Cuatro propuestas que abren infinidad de cuestiones que debemos atender si queremos acometer los desafíos que tenemos por delante. Vivimos tiempos convulsos, en los que todo se confunde y los verdaderos combates quedan difuminados por el control de lo urgente. Necesitamos imaginar comunidades que puedan tejer formas de resistencia a las dinámicas que nos han arrastrado al distanciamiento. Necesitamos ser más y más fuertes. Y necesitamos estar más juntxs que nunca.
(Imagen destacada: Rita Ponce de León, Unitierra 2 –Hutzin, Elvia, Lisbeth, Clemente, Porfirio, Irene, Gustavo, Erika, Yaxché, Martin, Patricia, Irene, Oscar, Laura, Toni, Maia, Rita, 2015)
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)