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La leyenda dice que fue en Rotterdam, en 1989, cuando DJ Rob, residente en el club Parkzicht, aceleró temas de breakbeat inglés y techno alemán hasta llegar a los 160 o 190 beats por minuto, con la ayuda de un TR-909, dando nacimiento así al sonido gabber. Durante los años noventa, este derivado del techno hardcore ultra-acelerado se puso de moda por toda Holanda, Bélgica, Italia y España, acompañado de una estética basada en el uso de prendas deportivas y peinados que combinaban pelo rapado o incluso afeitado con pelo más largo en una misma cabeza. A raíz del documental Gabbers! de Wim van der Aar (2013) se ha realizado un proyecto expositivo que se puede visitar hasta el 13 de mayo en el Point Éphémère de París, centro cultural situado al borde del Canal Saint-Martin en el que hay talleres y estudios para artistas de diferentes disciplinas, así como una sala de conciertos, otra de exposiciones y un bar.
Así como el documental está hecho desde la nostalgia, porque el propio director había sido un gabber y porque se recogen testimonios de personas que vivieron el momento de máximo apogeo del movimiento, la exposición, más que un proyecto basado en la investigación de una cultura desde el punto de vista histórico, antropológico o artístico, es una muestra de memorabilia holandesa original de la época, así como proyectos de fotografía documental, mezclado con obra nueva inspirada en la estética de este movimiento juvenil, principalmente obra gráfica, pero también audiovisual y del campo de la moda. De este último ámbito son interesantes las propuestas de Tom Nijhuis, con su colección “1995”, o las del estilista Killian Loddo. La música tiene, por supuesto, un papel preponderante en el conjunto y, además de las sesiones especiales de DJ Tellurian y de La Carotte en la inauguración, hay una programación de fiestas en club de París con DJs invitados.
Creo que la ausencia de reflexión acerca de los orígenes y desarrollo del gabber, de su significación más allá de lo puramente estético, se explica porque en Francia –exceptuando la zona limítrofe con Bélgica, la región del Nord-Pas de Calais- nunca se llevó lo gabber, así que las fotografías de Anna Adamo y las de Marije Kuiper, junto con las camisetas, los flyers y los posters de los clubs holandeses tienen un carácter de curiosidad casi exótico, lo mismo que el taller de danza hakken organizado para la ocasión. Este proyecto, pues, responde a la lógica de tumblr, del modo hipster de picotear en la abundancia de datos del pasado, recuperando sólo aquello que interesa desde un punto de vista más estético que otra cosa. Se podría decir que es una exposición retro, si nos apoyamos en la definición que Simon Reynolds da del término en Retromanía[[Simon Reynolds: Retromanía, Buenos Aires, Caja Negra, 2012 (Londres, Faber and Faber, 2011)]], según la cual lo retro se origina en la intersección entre la cultura de masas y la memoria personal, y se vincula a un pasado relativamente inmediato, del que se tiene una memoria viva y que incluye artefactos de la cultura popular.
La sensibilidad retro, pues, no idealiza ni sentimentaliza el pasado, sino que busca que éste la divierta y fascine, no con un acercamiento académico ni purista sino con uno ecléctico e incluso irónico. Porque inevitablemente hay un punto de ironía aquí, que recae en el hecho de que la exposición se celebre en uno de los centros de cultura cool de París, con un público mayoritariamente hipster en la inauguración y los eventos sucesivos. El gabber no tenía buen gusto, era el paleto del instituto que iba en chándal y que se saltaba clase para fumar porros en un descampado, que tenía una moto trucada y que los fines de semana se ponía de pastillas hasta las cejas en la macrodiscoteca del polígono industrial de turno para bailar hardcore techno a todo trapo, tal y como se ve en la película de Van der Aar. La misma exposición en España no hubiera tenido el mismo sentido, necesitaría una dosis de ironía mucho más elevada.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)