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Este texto echa un vistazo rápido al contexto catalán y artístico de 2014. El objetivo es anotar algunos hechos (de entre muchos) que me gustaría poder decir que pasaron en el año 2014.
De entrada quisiera comenzar diciendo que el año, en general, termina bien. Que aunque parecía que continuaría igual, lo que en 2013 habíamos detectado como síntoma de unos procesos políticos desesperanzadores, a lo largo de los meses se han nombrado los problemas y se han empezado a cambiar ciertas dinámicas que sólo contribuían a la precarización de una sociedad que tocaba fondo.
Me gustaría mucho también poder decir que finalmente las fronteras han perdido protagonismo y ha ganado fuerza la idea de comunidad, o que nos hemos olvidado de banderas y nos hemos centrado en las personas. Además, este año todo el mundo ha cobrado por el trabajo que ha hecho.
Sería agradable poder celebrar que los centros de arte han dejado de ser un juguete de políticos para empezar a funcionar como punto de encuentro entre personas de diferentes ámbitos y colocarse en una posición sana, sostenible y más estable, también en aquellos puntos geográficos alejados de las metrópolis.
Si hoy fuera 31 de diciembre de 2014 me gustaría poder decir que el Centre d’art Santa Mònica ha sabido darse un lavado de cara y una limpieza de estómago, y que ahora no sólo tiene un rostro bonito sino que además cuenta con un programa de actividades alejado del cinismo y la frivolidad de la propaganda y abierto a propuestas críticas que potencian la difusión de reflexiones y conocimientos.
Y entre otras muchas cosas quisiera decir que me alegro de ver cómo propuestas que habían tomado forma al margen de la institución y se habían iniciado en años anteriores continúan con vida, extendiéndose por doquier. Y que algunas de ellas han conseguido tener, por un lado, más alcance, y por otro, un contenido interesante y heterogéneo. Me alegraría poder decir que parece aún más claro que este tipo de actividades son también necesarias en un contexto que aparentemente es tan pequeño como el nuestro, porque exploran otras maneras de hacer y así demuestran que hay procesos alternativos a los habituales, que también son posibles. Supongo que al final, y en definitiva, lo que me gustaría decir cuando acabe 2014 es que en general se ha tomado conciencia de lo que es la responsabilidad política de cada individuo, sea cual sea el lugar que éste ocupa, dejando atrás el paternalismo de algunos y el victimismo de otros, con las consecuencias que ello conllevaría y que, personalmente, creo que no podrían ser sino positivas.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)