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Robert Heinecken se está convirtiendo en un secreto mal guardado – aunque sigue siendo relativamente desconocido, algunos signos de su (re)descubrimiento aparecieron el pasado invierno cuando Artforum y Kaleidoscope publicaron casi simultáneamente textos que proponían a Heinecken como precursor de la “Pictures Generation”.
Junto con John Baldessari, Wallace Berman y Ed Ruscha, nacido en Denver, Robert Heinecken (1931-2006) comenzó a trabajar en California durante la década de 1950. Al igual que sus contemporáneos, compartió un gran interés en el uso de la fotografía de nuevas maneras. A diferencia de la creencia predominante de la época, según la cual las imágenes eran representaciones originales de la realidad expresadas por su creador, Heinecken usó imágenes pre-existentes, desistiendo del control de autoría y proponiendo que la disposición podría dotar a las imágenes de nuevos significados. De hecho, Heinecken no sólo se apropió de imágenes, sino que fue aún más lejos, al fotografiar imágenes existentes. Trabajando con su propia colección personal de fotografías y mediante el uso de técnicas de transferencia de impresión, su interés principal fue la abundancia de imágenes en una sociedad cada vez más tecnológica y consumista. Heinecken dijo que las imágenes, en lugar de ser «fotos de algo» eran «objetos sobre algo», abriendo así una reflexión sobre su materialidad y formas de existencia.
El interés de Heinecken con la materialidad y los modos de circulación de las imágenes se destacó en una reciente exposición en el Mamco de Ginebra, en un lugar más bien pequeño pero con un display denso. Related to Periodical #5 (1972), típico del método de trabajo de Heinecken, consistía en sobreimpresiones de imágenes extraídas de revistas, algo que podría llamarse el encuentro de anverso y reverso. En este trabajo, una imagen de una mujer de las fuerzas armadas sonriendo mientras sostiene en ambas manos cabezas decapitadas se imprime sobre un artículo acerca de la anticoncepción y el anuncio de un tónico para la pérdida del cabello. En este caso, el sarcasmo es la herramienta elegida por Heinecken para interrogar la co-existencia de este tipo de imágenes y mensajes tan diferentes. La similitud en su encuadre y la apariencia original implica que la forma en que se consumen es también similar, perteneciendo sus significados extrañamente al mismo reino -información y publicidad como el mismo tipo de entretenimiento-.
Robert Heinecken habló de imágenes comerciales como experiencias manufacturadas. Lessons in Posing Subjects (1982), que también podía verse en Mamco, es una serie de instantáneas Polaroid de modelos de moda y lencería ordenadas según el tipo de pose que tienen las modelos. La serie se acompaña de un texto informativo que explica lo que sugieren, describiendo todas las variaciones posibles de la imagen. Aunque esta serie apunta claramente hacia la normalización del comportamiento formalizado por la publicidad, el uso específico de Polaroid, el sello de la fotografía personal en el momento, lleva el trabajo al ámbito de un día a día más subjetivo. Las imágenes hablan sobre la sustitución de los recuerdos personales por los estereotipos preconcebidos pero el tono de Heinecken no es ni didáctico ni pomposo, y se sitúa en algún lugar entre la fascinación y la burla, recordando a Richard Prince en su mejor momento.
La doble investigación de Heinecken, sobre el deseo construido por un lado y sobre los modos de circulación de la imagen por el otro, hacen de él un importante aspirante a principal influencia en la generación de artistas nacidos entre el 1945 y 1955 (Barbara Bloom, Troy Brauntuch, Jack Goldstein, Richard Prince o Cindy Sherman, entre otros), quienes continuaron trabajando con este enfoque a lo largo de la década de los 1970. Aunque el papel y la influencia de Heinecken siguen siendo objeto de especulación, no cabe duda de que finalmente se le concederá su justo lugar en la historia del arte cuando se inaugure la revisión de su obra en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York en marzo de 2014.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)