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Searching for Sugar Title (Sobre la investigación artística)

Magazine

05 diciembre 2016
Tema del Mes: Investigación artística
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Searching for Sugar Title (Sobre la investigación artística)

 Sheldon Cooper: Así que artista…

 Antonio Ortega: Noto cierta desconfianza en esas palabras…

 S: Bueno, soy científico, como comprenderás el arte contemporáneo me parece algo demasiado etéreo e irrelevante.

 A: Qué curioso, yo creo que artistas y científicos tenemos mucho que aprender los unos de los otros. De hecho, creo que los artistas también investigamos, ambos somos investigadores, ¡chócala colega!

 S: ¿Investigar? ¿El arte es investigación? ¿A qué le llamas tú investigar? Lanzar hipótesis, demostrar, falsear, testar, contrastar, revisión entre pares…¿Todo eso haces cuando pintas un cuadro?

Investigación en cultura – IProductions, 2012.

Hay quien cree que la investigación únicamente se da si se sigue una metodología concreta. Entra en debate si puede realmente existir investigación en el campo artístico. Si bien querer someter al arte a estructuras rígidas y universales es una contradicción en sí misma, no por ello es menos cierto que los artistas han sacado provecho a métodos propios de otras disciplinas, como las ciencias puras o ciencias sociales para llevar a cabo su trabajo. El arte actúa como un espacio para la experimentación y especulación teórica que puede remover consciencias, aportar conocimiento y algún que otro descubrimientos a la sociedad. Aunque a diferencia de otras profesiones, no tiene ningún deber de hacerlo, y ese desinterés permite el descaro, el juego, el absurdo, el humor, el hacernos tambalear los cimientos de la certeza, de las verdades establecidas, hacernos, tal vez, más conscientes de nuestros errores, injusticias, sin sentidos y maravillas. En este espacio al margen, sin normas, ni protocolos es dónde la investigación artística se distingue del resto de las demás investigaciones. Y todo ello no es algo que se haga por tropiezo. Requiere de un tiempo de estudio, pensamiento, observación. Un tiempo para idear, comparar, esbozar, especular, probar y rectificar, y en muchos de estos casos, horas en las que no se ha producido nada.

Así ha sido desde todos los tiempos, generar conocimiento no es exclusivamente propio del arte actual. La historia del arte deja claro que, en cada una de sus etapas ha habido una voluntad expresiva en la que se ganaba entendimiento, ya desde sus inicios en las pinturas rupestres representando sus historias de cacería. El arte ha sido un recurso más para comprender el mundo. Sin embargo, sí son característicos de nuestra sociedad los formatos heterogéneos. Entre las posibles combinaciones y exploraciones que se pueden marcar en la investigación artística, Henk Borgdoff[[El debate sobre la investigación en las artes (2010)]] distingue tres tipos, según sean “sobre las artes”, “para las artes” o investigación “en las artes”.

Las investigaciones sobre las artes se caracterizan por tener el objetivo de estudiar la práctica artística, de reflexionar e interpretar desde la teoría. Aquí podemos encontrar investigaciones realizadas por teóricos actualizados tipo la youtuber Ter (@teruriru) en las que analiza y vincula cuestiones del arte y la arquitectura con la cultura popular; series, celebrities y reality shows. Sus investigaciones se convierten en shows online, son teorías socarradas, no por ello menos ciertas, pensadas o significativas. Ter aplica los métodos integrados de su formación en arquitectura: rigor, precisión, capacidad de ser resolutivo… Así lo muestra en su mítico vídeo “La importancia del culo de Kim Kardashian” donde afirma que la proporción áurea muere a partir de la aparición de las Kardashian y sus nuevas proporciones corporales. Expone la información obtenida de su hipótesis, descubrimientos y esquemas y lo compara con el caso de Le Corbusier cuando relacionó las medidas del Partenón con las medidas de un coche de los 70. Elipses, alzados, dibujos 3D; desmenuza el trasero de Kardashian para poder aplicar una nueva unidad de medida, que según Ter, es la propia de nuestra actualidad.

En el caso de la Investigación para las artes, el arte no es tanto el objeto de investigación, sino su objetivo. Son estudios que se llevan a cabo para realizar una práctica artística en concreto. Es el caso por ejemplo de Choy Ka Fai, que por cierto, se auto define no como artista sino como “speculative designer”. Sus experimentaciones tecnológicas y científicas le han permitido desarrollar una memoria digital que contiene icónicos movimientos de la historia de la danza. Estos implantes emiten estímulos a los músculos que responden con contracciones y movimientos, generando lo que podríamos llamar coreografías programadas. O el caso de Lucy McRae, que tampoco se considera artista, ni diseñadora de moda, que es lo que estudió, sino que se autoproclama arquitecta del cuerpo. McRae, junto a un equipo de expertos en distintas disciplinas, (tecnología, biología…) explora formas de transformación del cuerpo. Sus diseños actúan como una extensión del tejido orgánico. Ha llevado a cabo tanto tatuajes eléctricos como píldoras perfumadas que modifican el olor corporal.

En tercer y último lugar, la investigación en las artes se refiere a la investigación que no asume la separación entre el investigador y la práctica artística. Este acercamiento está basado en la idea de que no existe ninguna división fundamental entre teoría y práctica. La misma investigación es la obra de arte. Entran en comunión las narrativas ficcionales con los recursos del storytelling, el stand comedy o de las herramientas pedagógicas, con las posibilidades que brinda la tecnología junto con la creatividad. Así nos encontramos con trabajos como: E-Mails Concerning Happenings Considering Photography de Ryan Rivadeneyra, The inhabitants of images de Rabih Mroué, Afrogalactica Kapwani Kiwanga, et al. En muchos de estos casos este tipo de prácticas son conocidas como conferencias performativas; presentaciones expandidas que están a medio camino entre la acción y el discurso, entre la academia y el espectáculo. Existen espacios destinados a su difusión como el Journal for Artistic Research, plataforma destacada por el rigor y la forma creativa de presentar las investigaciones artísticas online. O en el contexto barcelonés cabrían los proyectos de Hangar y específicamente el Grid Spinoza donde anualmente reciben a profesionales para la investigación en el cruce entre arte, ciencia y tecnología.

En todos estos casos, si los investigadores artísticos siguen o no al pie de la letra metodologías abiertas para que puedan ser revisadas o ampliadas por otros; si lanzan hipótesis y las demuestran, falsean, las testan, contrastan, y revisan entre pares… es lo de menos. Como es lo de menos que se ocultaran ciertos detalles en el documental que sacudió el espectador occidental hace unos años sobre el “desaparecido” y “redescubierto” músico Sixto Rodríguez. Al final con lo que uno se queda es con las buenas historias.

Nerea Arrojería es historiadora del arte especializada en fotografía. Entre sus líneas de interés está la imagen fija o en movimiento utilizada en las sociedades contemporáneas, dentro o fuera del museo.

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