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Sobre el tiempo y la experiencia

Magazine

02 abril 2012

Sobre el tiempo y la experiencia

Muchos artistas se proponen explorar los límites del museo, cuestionar la institución o redefinir la práctica artística. Pero, a menudo, no es desde las grandes visiones, sino desde la simplicidad como se pueden poner en entredicho todas las categorías que a priori parecen inamovibles. Xavier Le Roy en la Fundació Tàpies se acerca a varias preguntas clave sobre la experiencia artística.


Bruce Nauman lo intentó creando pasillos imposibles que ponían al espectador en situaciones de gran incomodidad; Dan Graham confrontó al público con su propia imagen; Abramoviċ/Ulay obligaron al visitante a entrar en la sala de exposición por el estrecho pasillo que permitían con sus cuerpos desnudos. Si algo tienen en común todas estas experiencias es el hecho de que en cierta medida modificaban la experiencia del espectador y le obligaban a comportarse de una manera diferente a la habitual en un museo. Unos años más tarde, Rirkrit Tiravanija, Philippe Parreno y otros también crearon situaciones nuevas en las instituciones, cocinando u organizando charlas. De nuevo, el cambio en el tiempo y la experiencia del espectador modificaban completamente el rol y la percepción de la institución.

Xavier Le Roy nos ofrece estos días la posibilidad de experimentar la Fundación Tàpies de una manera totalmente diferente tanto temporal como espacialmente. La “Retrospectiva” que propone viene de la experiencia retrospectiva de los intérpretes en relación a algunos solos de sus coreografías. Sin vídeos, objetos ni documentos desactivados (a excepción de uno de los espacios), las salas vacías de la Fundación están ocupadas por seis intérpretes que recrean fragmentos, entablan una conversación con el visitante y le explican aspectos de su experiencia personal en relación a la pieza. En realidad, la simplicidad esconde un mecanismo un poco más sofisticado en el que la puesta en escena contempla no sólo las tipologías de los solos que se evocan y lo que se cuenta, sino también las entradas y salidas de los intérpretes en relación a la entrada de nuevos visitantes o el equilibrio entre los aspectos más interactivos y los performáticos.

Como visitante o espectador, los códigos están claros tanto en un espacio de exposiciones como en un teatro. Pero ¿qué ocurre cuando los códigos se intercambian? Pues que tiempo y espacio se ven totalmente alterados. No existen cartelas, ni textos explicativos, es únicamente la vivencia de lo que se nos cuenta y el cómo lo incorporamos a nuestra experiencia lo que genera una nueva percepción en relación al trabajo de Le Roy y en relación a la propia institución. Despojados de teorías, prejuicios o corazas, el visitante se ve confrontado a una experiencia real. Y, en ese sentido, no puede dejar de aparecer la referencia a Tino Sehgal, de quien en A*DESK hablábamos ya hace tiempo y quien, por cierto, formó parte de la compañía de Le Roy en diversos proyectos. En las “situaciones construidas” de Sehgal puede pasar que los guardias de seguridad del museo realicen extrañas coreografías, que diversas parejas vayan recreando besos célebres de la historia del arte o que el visitante sea preguntado por un niño acerca de lo que cree que es el progreso.

En “Retrospectiva” podemos saber lo que hacían los diferentes intérpretes en el momento en que Xavier Le Roy presentaba alguna de sus coreografías y podemos dialogar acerca de nuestra propia experiencia. La obra termina haciéndose a partir de las interpretaciones, el tiempo y el propio espectador, es el resultado de la interacción entre público e intérprete. Desde la simplicidad y el contacto directo se redefine qué es la obra y cuáles son los papeles de artista, espectador e intérprete.

Puede sonar a tópico, pero es cierto que vivimos un cambio de paradigma. Existe un conflicto entre la visión patrimonialista del arte, de aquéllos objetos y documentos que hay que preservar y otra aproximación que responde a un cambio en los modos de producir, distribuir, presentar, percibir y, por supuesto, preservar y coleccionar. Tino Sehgal está presente en el circuito artístico, pero no permite que sus trabajos se comercialicen de manera tradicional. Prima la experiencia presente por encima de la memoria. Desde la coherencia, redefine las convenciones del mercado para evitar caer en la misma trampa que los conceptuales. Xavier Le Roy presenta sus coreografías en teatros y también en el circuito artístico. Da peso a la presencia, la experiencia y la representación. Los registros documentales son eso, documentos para ser consultados, no comercializados. Las preguntas están en el aire: ¿cuál es el papel de la institución?, ¿del espectador?, ¿de la obra/la pieza/el trabajo?. Propuestas como la de Le Roy y otros ponen en juego todos estos interrogantes.

(Fotografía de Albert Ibanyez. Modificada. CC BY-NC-SA)

A Montse Badia nunca le ha gustado estarse quieta, por eso siempre ha pensado en viajar, entrar en relación con otros contextos y tomar distancias para poder pensar mejor el mundo. La crítica de arte y el comisariado ha sido una vía desde la que poner en práctica su convencimiento en la necesidad del pensamiento crítico, de las idiosincracias y los posicionamientos individuales. ¿Cómo si no podremos cuestionar la estandarización a la que nos vemos abocados?
www.montsebadia.net

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