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Station to Station: un proyecto nómada de arte público

Magazine

10 septiembre 2013
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Station to Station: un proyecto nómada de arte público


A las 18.30 horas del 6 de septiembre en los Riverfront Studios de Brooklyn, Nueva York, dio inicio el primero de varios happenings que forman parte de un proyecto nómada de arte público. Gestionado por el artista Doug Aitken, Station to Station se movilizará en tren y hará nueve paradas: Nueva York, Pittsburgh, Chicago, Minneapolis/St.Paul, Santa Fe, Winslow, Barstow, Los Angeles y San Francisco. Su cometido es llevar la experimentación artística al público. Diseñado como una escultura de luz desplazable por fuera y un estudio cultural por dentro, este tren lleva a aquellos necesarios para crear distintos happenings en cada parada a través de una variedad de expresiones artísticas y culturales -instalaciones, performances, esculturas, obra gráfica y audiovisual, música, literatura, cine y comida-. Estas intervenciones ocurrirán en el transcurso de una sola noche, en un lugar específico de cada ciudad. La lista de quienes se han sumado a este proyecto es larga y distinguida. El rasgo en común: pioneros creativos o non-traditional artists, como los cataloga Aitken, interesados en aproximar a la gente a una amplia gama de medios para la creación que rompan con las concepciones tradicionales de arte y cultura.

A mí, Station to Station me gusta. Me gusta porque va directo a la gente sin actitudes frívolas y espacios estériles que entorpezcan el diálogo y el intercambio. Me gusta porque la burocracia institucional no es la que dicta el tipo de relaciones que deben existir entre artistas, y entre los artistas y su público. En este proyecto convive lo diverso, lo actual y lo histórico. No es pretencioso, aunque sí ambicioso. No se impone, sino que invita a participar. Me gusta que no sea un blablabla del que sólo se extraen palabras vacías. Y sobre todo, me gusta porque no se dejó tentar por el afán del estrellato degradando el deseo en demanda de satisfacción y petrificando el alma del arte: la implicación y la criticidad.

Pero el mayor atractivo de este proyecto es la manera en la que se ha gestionado. Está siendo financiado por completo por la marca Levi’s, cuyo fundador Levi Strauss, originario de Bavaria, viajó desde Nueva York hasta San Francisco en 1853 para abrir una sucursal de la empresa familiar “J. Strauss Brother & Co.”, que luego convertiría en el imperio Levi´s -sede de la invención de los blue jeans-. El señor Strauss no sólo se dedicó a crear una marca que ha vestido a millones de trabajadores a lo largo de más de 100 años en los Estados Unidos, sino que formó parte de la escena cultural de San Francisco apoyando a distintas comunidades en su búsqueda por formas más dignas de vida. Siguiendo esta tradición, la marca –que ya cuenta con dos fundaciones- decidió crear en el 2010 la campaña GoForth, cuyo objetivo es apoyar iniciativas decididas a crear un cambio social real. Station to Station se suma como aquel proyecto que aspira a borrar las fronteras ideológicas existentes en lo que atañe a las producciones artísticas y culturales en los Estados Unidos. Es por eso que, a pesar de tener un patrocinio, ninguno de los eventos tendrá acceso gratuito. El costo de cada entrada -$25 por persona- irá al Station to Station Cultural Fund quien se encargará de gestionar proyectos no tradicionales en siete museos de Estados Unidos con los que se llegó a un acuerdo – MoMA PS1, Carnegie Museum of Art, the Museum of Contemporary Art Chicago, Walker Art Center, SITE Santa Fe, Los Angeles County Museum of Art (LACMA), y el San Francisco Museum of Modern Art (SFMOMA)-.

Podríamos decir que aquí se orquestó un trabajo colaborativo muy creativo y que podría funcionar como modelo alternativo frente a los déficits institucionales para gestionar programas culturales y artísticos de rigor y no taquilleros. Es un trípode interesante. Eventos poco convencionales dirigidos al público, fondos para proyectos nuevos no tradicionales, y una oportunidad para que siete museos diseñen programaciones culturalmente pioneras. Sólo queda seguirles la pista.

Paulina, de Guatemala, ha dejado las cuatro paredes de su consultorio y cree que también la mala costumbre de distanciarse de la vida a través del carrousel sin alto de los conceptos y las teorías. No se fue con las manos tan vacías, lleva en su bolsillo el deseo de rescatar el valor de lo único, herencia de su formación en psicoanálisis. Espera hacer algo con eso. Espera poder introducirse en los imprevistos de la realidad. Documentarlos, darlos a ver con un twist de imaginación. Con suerte dejarán de pasar desapercibidos e inquietarán como un pelo en la sopa.

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