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Tecnología, biofabricación y artesanía en los diseños de Buj Studio

Magazine

20 diciembre 2021
Tema del Mes: Rebranding: moda y activismoEditor/a Residente: Roberto Majano

Tecnología, biofabricación y artesanía en los diseños de Buj Studio

Entrevista a Raquel Buj

La diseñadora Raquel Buj llega a la moda a través de la arquitectura, interesada por reducir la distancia que separaba sus ideas del propio cuerpo, en la búsqueda de una escala que le permitiese manejar cada parte del proceso. Junto a su estudio, concibe el diseño como una arquitectura corporal, no habla de prendas sino de “envolventes” cuyos materiales son una extensión de nosotros, entes con los que nos relacionamos y ante los que debemos sentir una empatía porque son “la manera más inmediata de expresarnos”. La ropa va por delante del lenguaje, es más rápida y directa. Por eso, junto al equipo de Buj Studio intenta acabar con esa idea de la moda como algo superficial. Sus creaciones responden a una estética zoomórfica o posthumana y sus investigaciones en torno a la tecnología y los nuevos materiales les permiten producir de una forma cada vez más sostenible.

Roberto Majano –Vuestros desfiles suponen un auténtico festival de técnicas y materiales ¿De qué tipo de profesionales está formado vuestro equipo?

Raquel Buj – Aunque la figura del diseñador sea siempre lo más visible, nuestro equipo también está formado por arquitectas especializadas en fabricación digital y profesionales del patronaje. Los diseñadores con los que trabajo están interesados en innovación y tecnología. Intento que los perfiles sean específicos para poder organizar los saberes y complementarnos, ya que cada uno tiene una manera diferente de resolver los retos.

RM – ¿Cuál es para ti la relación entre la máquina y la moda?

RB – La máquina es una extensión de nuestra artesanía, nos ofrece la oportunidad de generar geometrías más complejas. Fueron una parte imprescindible de la última colección, Nidos(2021), donde partimos de la forma en la que seres no humanos construyen sus casas o sus envolventes. No podemos reproducir la manera meticulosa y estética que generan los animales sin la ayuda de máquinas que, irónicamente, nos acercan a la naturaleza.

El Niño de Elche en un diseño de Buj Studio, 2021. Foto: Gabriel Boza

RM – Tus creaciones se aproximan más al concepto de obra de arte que al de prenda de vestir ¿Componéis solamente piezas únicas o también producís diseños en serie?

RB – Hasta ahora hemos trabajado con piezas únicas, sin embargo, estamos desarrollando una colección muy especial en la que cada elemento seguirá teniendo su propio carácter, algo que consideramos inherente a la identidad del estudio. Aunque en este caso no vayan a ser únicas, nunca produciremos a gran escala porque las colecciones limitadas con una impronta artesanal son parte de nuestro ADN.

RM – En los últimos meses hemos visto al Niño de Elche vestido de Buj Studio o una de vuestras creaciones en la performance de Alejandria Cinque en Matadero ¿Qué os aportan las colaboraciones que realizáis con otros artistas?

RB – Me aportan muchísimo, me devuelven siempre algo diferente. Por ejemplo, en la performance que Muriel Romero realizó en octubre en la Academia de España en Roma, ella me contó su investigación sobre Bernini y yo aporté mi visión como diseñadora, pero cuando ves la pieza entiendes que la simbiosis de ambos trabajos crea una capa más. Este sumatorio también te permite entrenar una especie de no apego. En las colecciones se suele tener un apego mucho más fuerte, ya que trabajas visualizando un resultado, pero cuando incorporas otros equipos, te devuelven cosas nuevas. Por ejemplo, en el último desfile con Laura Índigo o Juan Borgognoni: los movimientos que Laura propuso y la música que creó Juan generaron una pieza más compleja y enriquecieron el proyecto.

Resonancias ocultas, performance de Muriel Romero con diseños de Buj Studio, 2021. Foto: Marcela Sciaccaluga

RM – ¿Te resulta verosímil ver a grandes marcas súper-capitalizadas convertirse en abanderadas de la sostenibilidad y el feminismo o crees que el activismo es solamente una tendencia más?

RB – Supongo que depende de cada caso, pero evidentemente es una tendencia y no me parece mal si sirve para algo. Creo que hace falta utilizar ciertos términos como “sostenibilidad” o “feminismo” con más criterio, rigor o reflexión y creo que tenemos que ser más humildes en ese sentido. Por otro lado, pienso que el hecho de que sean palabras de moda tiene un trasfondo positivo porque denota un cambio del que no hay vuelta atrás. Deberíamos ser más radicales, no solamente desarrollar la estética de la sostenibilidad y feminismo, hay que indagar más profundamente en ambos conceptos.

RM – La industria textil es responsable del 20% de las aguas residuales globales y del 10% de las emisiones de carbono ¿Qué tipo de soluciones aplicables al mercado imaginas para reducir estas cifras?

RB – Una de las maneras que hay de reducir esta huella es consumiendo menos y mejor. ¿Qué hay detrás de una camiseta que cuesta diez euros? También necesitamos apoyar la sostenibilidad social, saber en qué condiciones trabajan las personas. Hay que ser consciente del trabajo que hay detrás de las cosas y que eso implica un precio. Cada uno tenemos nuestra cuota y nuestro radio de alcance, pero nosotros como diseñadores debemos mostrar la complejidad de los procesos, de los patrones y de la transformación de los materiales. Por otro lado, es imprescindible el reciclaje y la segunda mano y generar materiales desde cero que sean más sostenibles.

RM – ¿Qué tipo de procedimientos y materiales te han ayudado a evolucionar hacia una producción más sostenible?  

RB – Nosotras lo fabricamos todo en el taller, no externalizamos ninguna parte del proceso. Aprendemos de los materiales de tal manera que cada proyecto nos va dando un bagaje. La producción que hacemos es muy limitada, pero dentro de nuestras piezas reciclamos materiales y procesos. Por ejemplo, ahora estamos desmontando una escenografía que construimos hace cuatro años y diseñando un traje para darle otra vida. A veces no es solamente el material sino su origen y los usos que le puedas dar. Es también importante que los sobrantes de las piezas vayan mutando. En ese sentido, la fabricación digital es muy sostenible porque no genera restos. Por otro lado, existen muchas posibilidades a través de la biofabricación. Hay un movimiento muy fuerte que tiene que ir acercándose al mercado porque, aunque hay un gran interés desde muchos puntos de vista, se tiene que aplicar a la producción de moda.

Detalle colección Nidos, 2021. Foto: Haníbal González

RM – ¿Cuál es la base de los materiales que habéis producido a través de la biofabricación?

RB – Hemos trabajado con gelatinas y agar, ambos son espesantes que se utilizan para cocinar. Hay mucha gente trabajando en esto, páginas en las que se comparten los procesos que parecen foros de cocina, pero con resultados que se convierten en tejidos. Hay también otros materiales súper interesantes que se generan a través del crecimiento, son hongos y bacterias. Por ejemplo, a partir de la kombucha, este hongo que se alimenta con té, agua y azúcar, se puede generar una especie de cuero.

RM – ¿Qué papel crees que pueden jugar la artesanía y la tecnología para desarrollar una industria más sostenible?

RB – Van totalmente de la mano, curiosamente cuanta más tecnología usamos, más artesanal se vuelve nuestro proceso. En la última colección había una pieza impresa en 3D que se basaba en las formas que dejan las avispas al morder los troncos de los árboles. La imprimimos usando diseño paramétrico, pero no estábamos buscando el acabado limpio que nos proporciona esta tecnología, sino algo orgánico. Por eso, además de dejar todos los hilos sin limpiar y darle con la pistola de calor, luego cosimos la pieza de forma súper manual. Para nosotras, la tecnología nos permite unir herramientas y pensar nuevas artesanías.

RM – ¿Confías más en la tecnoutopía o en la teoría del decrecimiento?

RB – Inevitablemente tenemos que ser más conscientes del consumo. A no ser que se trate de prendas orgánicas que tengan vida, que se desvanezcan y que como una planta luego puedan volver a la tierra… tenemos que concebir la moda como una extensión de nuestro cuerpo. Igual que hay que ser empáticos con las personas, también con los objetos. A su vez, confío muchísimo en la tecnología y no me asusta nada. Al contrario, me sorprende y me ayuda a crear nuevos diálogos. Creo que tenemos que ser receptivos para no perder ninguna oportunidad.

Colección Nidos, 2021. Foto: Juan Rayos

RM – ¿Cómo te imaginas la moda de lujo del futuro?

RB – Habría realmente que repensar qué es el lujo. La exclusividad no debería ir solamente ligada a la imagen de estatus que proyecta y a su valor económico, sino que debería estar pensada desde la génesis. Es necesaria más implicación, alejarnos de la superficialidad del logo para dar más importancia al concepto, al proceso y al efecto de cada creación.

 

(Foto portada: Buj Studio, Colección Nidos, 2021. Foto:Juan Rayos)

Roberto Majano nace en una ciudad amurallada de esencia medieval el año en el que se disuelve la URSS. Historiador del arte y gestor cultural, su carrera se desarrolla en los ámbitos de la comunicación, educación y relaciones públicas. De infancia rural y vida nómada, su experiencia se divide entre España e Italia, donde ha comisariado varias exposiciones de arte contemporáneo y colaborado con diferentes instituciones en el desarrollo de eventos culturales.

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