Tres propuestas y un día. ¿Sólo cuerpos? Experimentación y diálogo

¿Sólo cuerpos? Experimentación y diálogo

Dejar que el cuerpo hable mediante un ejercicio de experimentación, sin obviar todo el rigor que ello supone. En un sólo día, el Festival Temporada Alta nos brindó la posibilidad de asistir a tres propuestas de danza contemporánea. Cabe decir a su favor, que dos de ellas fueron gratuitas, y esto, teniendo en cuenta los tiempos que corren, es más que un regalo, sobretodo, visto el resultado.
Se empezó por la mañana con un espectáculo-vermut. La coreográfa Lali Ayguade, en colaboración de Joan Català y Jordi Molina, llevó a cabo un ejercicio que proponía el encuentro entre ellos a través de diferentes biorritmos. Una especie de juego a tres bandas entre dos bailarines y un músico. Un apuesta en la que una tensión latente acariciaba a los cuerpos y los instaba a seguir. Una mirada o una vibración como motor y desafío. Sin más. El aire quedaba cortado cuando ante el choque entre cuerpos la mirada de uno de ellos buscaba la vibración invisible de la acústica. Un motivo como brújula, una complicidad no pactada, el anudamiento entre los tres como hoja de ruta.

Pausa.

El segundo espectáculo se gesta a partir de la instalación que William Forsythe idea para una de las naves, aún por rehabilitar, de la Factoría Cultural Comacros. Una sala repleta de péndulos que se torna metáfora a partir del trabajo que lleva a cabo el intérprete Brock Labrenz. Bajo el nombre de Nowhere and Everywhere at the same time, nos sitúan en un espacio que propicia lo paradójico y hace referencia a Jacques Lusseyran, miembro de la resistencia francesa acusado por la ceguera, quien empezó a describir la forma con la que se le presentaban objetos y pensamiento indistintamente. El resultado acciona una serie de fuerzas invisibles que permiten llevar a cabo una especie de visión/reflexión en torno a gravedad, movimiento y presencia.

Aunando el hilo que el recuerdo brinda, cursamos la jornada a partir de gestos capaces de trabajar con el espacio, con aquello que permanece latente, invisible y en silencio.

Pausa (breve).

El tercer y último espectáculo nos llega de la mano de Blaï Mateu Trias y Camille Decourtye, en colaboración artística con María Muñoz-Pep Ramis/ Mal Pelo y Benoît Bonnemaison. Mazùt presenta a dos individuos que van en busca de su animal interior. El espectador, mediante gráciles y cómicas formas, va introduciéndose en algo que se acaba presentando como familiar. Es ahí cuando la humanidad empieza a ser insoportable. La asfixia de lo cotidiano con el lenguaje verbal como aliado, esa es la clave. Demasiados discursos vacíos y cuerpos que no comunican van sucediéndose a través de imágenes con una fuerte carga poética, poesía iconográfica, sencilla y robusta. Inevitablemente, el tiempo pasa, asistimos al acaecer del gesto, pero, algo no deja de sorprender, es la capacidad de congelar instantes de atrapar tiempos. Una combinación de extremada fragilidad, percepciones áureas y cuidado estético nos conducen a través de un túnel existencial: la respiración como último refugio, como prueba para saber que existimos.

Tres propuestas que ahondan en la necesidad de establecer vínculos. Tiempos que no reconocen e individuos que buscan ciegamente la comunión.