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Spotlight

29 septiembre 2022

Beirut en Lyon

o cómo el arte contemporáneo apela a las emociones de los más frágiles

Uno de los comisarios, de Beirut; un buen porcentaje de los artistas, de Siria, Egipto o Palestina; un tercio de las exposiciones, dedicado al arte moderno libanés… Todo indicaría que nos encontramos en una de tantas ferias que los países de Oriente Medio han incorporado en sus agendas artísticas. En realidad se trata de la 16ª Bienal de Lyon, que centra buena parte de su programación en la creación del norte de África y de Oriente Medio. El punto de partida, la conexión entre Beirut y Lyon, con un floreciente pasado comercial en común.

Los comisarios Sam Bardaouil y Till Fellrath, convertidos en dúo bajo el nombre de artReoriented, gozan hoy de gran popularidad en el panorama artístico internacional. Sin ir más lejos, estos días están presentes también en la Bienal de Venecia (como comisarios del pabellón de Francia), en la Hamburger Bahnhof (como directores del museo berlinés) y en el Gropius Bau de Berlín (como comisarios asociados). En España hemos podido ver su trabajo en el Reina Sofía de Madrid con la exposición Art et Liberté. Ruptura, guerra y surrealismo en Egipto (1938-1948). ¿El secreto del éxito? Hacen exposiciones bien documentadas sobre temas inéditos, se desplazan continuamente para conocer de primera mano la creación contemporánea y, no menos importante en el mundillo de la industria cultural, son buenos comunicadores. Especialmente Bardaouil, la parte libanesa del dúo, encantador y cercano, que seduce rápidamente con sus conmovedoras palabras sobre la igualdad de todos (más acomodados o más humildes) ante la muerte, y que se emociona al recordar la difícil situación que atraviesa su país.

Los comisarios Sam Bardaouil y Till Fellrath y la directora artística Isabelle Bertolotti © Blandine Soulage

La propuesta de este año, manifesto of fragility, se alinea con muchas de las manifestaciones artísticas posteriores a la pandemia. Partiendo de la vulnerabilidad de la condición humana, reivindica lo positivo del concepto de “fragilidad” para explotar las posibilidades de transformación y resistencia, de “resiliencia” (palabra que tan de moda está). Distribuida en varios emplazamientos, la Bienal se articula en tres exposiciones: Les nombreuses vies et morts de Louise Brunet, Beyrouth et les Golden Sixties y Un monde d´une promesse infinie. La primera se centra en un personaje rescatado de los archivos, Louise Brunet; hilandera francesa del siglo XIX que hizo de su precariedad motivo de insurrección, sirve de hilo conductor para confrontar obras clásicas y actuales que coinciden en su replanteamiento de los metarrelatos y su reivindicación de las pequeñas historias. La segunda exposición investiga la producción artística libanesa de los años 50 a 70, política y económicamente difíciles pero culturalmente muy brillantes. Aunque ligeramente adaptada para la ocasión, es una repetición de la muestra recientemente clausurada en la Gropius Bau de Berlín (claro, con tantos encargos, algo habrá que reciclar). Mientras que las dos primeras exposiciones solo se muestran en el museo de arte contemporáneo macLYON, que dirige Isabelle Bertolotti (también directora artística de la Bienal), la tercera, la más extensa, es la única presente en todas las sedes. De todas ellas, el plato fuerte lo constituye la antigua fábrica Fagor, la propuesta más contemporánea, donde destacan los nombres de Lucia Tallová, Pedro Gómez-Egaña, Taryn Simon, Julio Anaya Cabanding o Eva Fábregas (los dos únicos representantes españoles, junto con Mar Reykjavik).

Diane chasseresse d’après Jean-Antoine Houdon, procedente del Musée des Moulages- Université Lumière Lyon 2. Exposición Les nombreuses vies et morts de Louise Brunet, macLYON

Tanto las creaciones como la elección de las sedes hacen de esta Bienal de Lyon una de las más estimulantes y convincentes de las últimas ediciones. La integración en el contexto artístico y museístico local, aunque ya formulada en años anteriores, está más conseguida esta vez. Aparte de las citadas, destacan especialmente dos sedes. El Musée Guimet, antiguo museo de historia natural abandonado hace 15 años, deslumbra con su decorado decadente de vitrinas y dioramas a medio desmontar y la integración de piezas site-specific como las de Ugo Schiavi y vídeos como el de Nadine Labaki & Khaled Mouzanar. Por su parte, el museo Lugdunum crea un diálogo entre su colección de arte romano, la impactante arquitectura subterránea de hormigón de Bernard Zehrfuss y las piezas de Chafa Ghaddar, Jesse Mockrin o Giulia Andreani. Sin duda, se trata de una muestra interesante que reflexiona sobre el valor del arte para empoderar a una sociedad fragilizada, y que al tiempo nos hace preguntarnos si los creadores de la propia Bienal son tan vulnerables o es solo parte del espectáculo.

 

(Imagen destacada: Ugo Schiavi, Grafted Memory System, 2022. Exposición Un monde d´une promesse infinie, Musée Guimet © Blandine Soulage)

Beatriz Sánchez Santidrián siempre había querido ser bióloga, pero se crió entre libros, discos, películas y exposiciones; días antes de matricularse en la universidad decidió que lo suyo era más bien la Historia del Arte. Soñando con los intelectuales bohemios del París de posguerra, allí se instaló. No ha encontrado ni a Beauvoir ni a Cocteau, pero ahí sigue. Continúa buscando.

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