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Después del Mediterráneo es una exposición comisariada por Oriol Fontdevila que explora imaginarios posibles. Superadas las referencias clásicas al Mediterráneo como mar de tranquilidad, de intercambio comercial y de crisol de culturas, las y los artistas invitados por Fontdevila pertenecen a la generación nacida entre finales de los 80 y principios de los 90 y cuyas aproximaciones parten de premisas decoloniales y de una realidad de emergencia climática.
Partiendo, pues, de un imaginario muy distinto del que nos espera en los próximos meses cuando las cuentas de Instagram se llenen de instantáneas idílicas captadas desde todo tipo de barcos y embarcaciones, las siete artistas procedentes de diferentes países de la zona Mediterránea (España, Francia, Albania, Líbano, Marruecos…) parten en sus proyectos de situaciones muy concretas para investigar los grandes retos ecológicos y sociales con los que nos vemos confrontados. La exposición tiene lugar en Hauser & Wirth Menorca, una institución que ha recuperado cuidadosamente los espacios adyacentes al antiguo hospital de la Illa del Rei, a partir de criterios de sostenibilidad y protección de la biodiversidad. En su voluntad de integrar el proyecto en el contexto menorquín, Hauser & Wirth ha ofrecido a las artistas la posibilidad de preparar sus trabajos in situ mediante una residencia y también de colaborar con artistas y artesanos locales.
La exposición se inicia con dos relojes y una brújula, dos maneras de medir el tiempo y de orientarse en el espacio. El «reloj» de Abi Shehu (Lezha, Albania, 1993) es la imagen en tiempo real de una montaña en Lura, en el norte de Albania, cuyos habitantes miden el paso del tiempo a partir de las sombras que se proyectan a medida que cambia la posición del sol diariamente. El reloj de Adjoa Armah (Accra, Ghana, 1988) se diversifica en 12 relojes de arena recogida de diferentes playas de Menorca, activados en el transcurso de una performance inaugural que dejará caer la arena hasta el final de la exposición. La brújula que mencionábamos se corresponde a diferentes esculturas inspiradas en objetos encontrados en las playas y recubiertas con materias como pimentón, carbón, tiza y café, que han caracterizado las rutas de intercambios y migratorias.
El Mediterráneo de migraciones interceptadas es del que habla Abi Shehu, centrándose en las cuevas del río Vojsa que atraviesa Albania y Grecia, una ruta migratoria en la que las detenciones se visibilizan en la pérdida de dientes. Unos jarros de cerámica con dientes en su apertura superior, creados en colaboración con la ceramista Blanca Madruga y dentistas locales, evocan estos hechos.
Sara Ouhaddou (Draguignan, Francia, 1986) cuestiona la museografía del Museo de Historia de Marsella, al crear todo un inventario de esculturas de jabón de Marsella que esconden cerámicas, para recuperar y poner en valor el legado del pasado árabe de la ciudad.
El colectivo Huniti Goldox (Areej Huniti -Jordania, 1989- y Eliza Goldox -RDA, 1985-) trabaja desde la investigación geológica y se centra en un elemento, la sal, que hizo posible que organismos muy frágiles pudieran sobrevivir en el Mediterráneo. La sal también es lo que quedará cuando, a consecuencia del cambio climático, el mar se transforme en un desierto de sal. Entre la distopía, la ciencia y la poética, la videoinstalación de Huniti Goldox nos adentra en una atmósfera en la que la desaparición del mar da paso al resurgir de las víctimas del genocidio de las fronteras europeas.
Sobre la transcendencia de los hechos históricos desde lo cotidiano, Omar Mismar (Bekaa Valley, Líbano, 1986) parte de una situación personal: la necesidad de buscar un apartamento en Beirut y, tras el confinamiento, que éste tenga balcón. Analizando las ofertas en portales inmobiliarios, se da cuenta de que los exteriores -visibles a través de ventanas o balcones- están difuminados en las imágenes, hecho en el que el artista ve no solo la necesidad de las inmobiliarias de proteger la ubicación de los apartamentos para evitar la competencia desleal, sino, más importante todavía, las consecuencias de la todavía reciente explosión en el puerto de Beirut que lo sitúa políticamente en un estado de incertidumbre.
El Mediterráneo desde una perspectiva histórica, personal y también con un espacio para la ficción articula el trabajo de Erola Arcalís (Mahón, 1986). A partir de la historia de su bisabuelo constructor de barcos, combina las vistas del Mediterráneo gris, opaco y calmado y de su último barco que quedó en tierra firme para acoger a una comunidad naturista. La artista nos acerca a una utopía que ya no tiene lugar y, al mismo tiempo, quizás, todavía no tiene lugar.
En el jardín exterior de Hauser & Wirth, Laia Estruch (Barcelona, 1981) crea una estructura de velas tensionadas y sujetadas en los árboles, una suerte de esculturas escénicas, que dialogan con el paisaje y con el viento, y permiten una interacción física que fue activada mediante una intervención fonética durante la inauguración por la propia artista.
Después del Mediterráneo evoca, desde una mirada plural y culturalmente diversa, fragmentos de espacios de posibilidades, no exentos de fricciones, que cuestionan los imaginarios clásicos vinculados a dicho mar y apuntan a las urgencias ecológicas y sociales actuales. Temas absolutamente relevantes que configuran el programa público específico que se está trabajando con las instituciones educativas de la isla.
[Imagen destacada: Detalle de ‘I Give You Back What’s Mine You Give Me Back What’s Yours’ (2020) de Sara Ouhaddou © Sara Ouhaddou
Cortesía Galerie Polaris y Hauser & Wirth. Foto: Carlos Torrico]
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