close

En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.

En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.

Spotlight

20 enero 2022

«SISTERS OF THE WIND»: UN BOSQUE DONDE HABITAR EL VIENTO

UNA FICCIÓN “IMPROBABLE”

Un viento huracanado ha arrasado con todo. Ha asolado las ciudades y ha derrumbado las casas; ha destruido los grandes edificios, las antiguas catedrales y los monumentos que antes venerábamos. ¿Qué va a ser de la civilización después del huracán? ¿Pueden las brujas encontrar un nuevo rumbo, un nuevo viento que guíe nuestros pasos?

Esta es la premisa de la que parte la instalación audiovisual de la artista multidisciplinar Juliette Lizotte Sisters of the Wind. Esta ficción especulativa, bajo la forma de un bosque mágico plagado de alucinaciones visuales y sonoras, ha sido activada (en el espacio madrileño Nadie Nunca Nada No entre los días 5 y 9 de enero de 2021[1]Dentro del marco de Meandro Merodeo, ciclo de exposiciones y performance con los artistas Juliette Lizotte, Ewa Poniatowska y Álvaro Chior, comisariado por Jorge Van den Eynde.por la propia artista y por la creadora Ainhoa Hernández en formato de visita performativa y de roleplay. Se trata de una obra que, lejos de considerarse postapocalíptica, avisa de la posibilidad acechante del colapso y trata de imaginar nuevas formas de vivir en común, manteniendo una mirada lúdica, crítica y esperanzadora. En un bosque apartado y oscuro, que emerge como un espacio mágico de resistencia y diversión, acontece una ficción “improbable”. Una comunidad de brujas se reúne para desempeñar una labor mesiánica y sanadora: curar el viento de su perversión, desalojar su aceleración extática y deconstruir sus promesas del pasado.

Juliette Lizotte, «Sisters of the Wind». Foto: Pablo Bonelli

EL HURACÁN

El viento ha sido siempre cómplice de la promesa, de la salvación: espíritu del pasado que se proyecta con fuerza hacia el por-venir. Todavía hoy, el viento empuja alegre la utopía de la modernidad, la mantiene viva. Sin embargo, cuando este se mira atentamente, se descubre su verdadera naturaleza, la de un ciclón, un fuerte tornado. Walter Benjamin avisaba hace más de medio siglo del peligro de una persistente y descontrolada ventisca propia de las sociedades capitalistas. Estas articulan el discurso histórico desde el enfoque del progreso olvidando que los bienes culturales se encuentran construidos sobre la servidumbre, la represión y la exclusión de ciertos colectivos (como las brujas).

Ahora que el huracán del progreso ha levantado “un cúmulo de ruinas que crece hasta el cielo”, urge volver la vista atrás. Se escucha todavía un siseo, un susurro, una ráfaga. Un viento pervive en el bosque, más allá de la catástrofe, donde juegan las brujas a soñar el pasado, a rebobinarlo y a desmontarlo en pedazos, a construir un futuro en comunidad, entre las ramas de los árboles y los sonidos de los animales. “Adentrémonos en el bosque”, nos dice ahora Juliette. De su mano, comienza un viaje junto al resto de brujas a través del tiempo.

EL BOSQUE

En Nadie Nunca Nada No ha crecido un bosque. En él, rigen otras leyes, se desarrollan otras habilidades: el juego frente a la norma, lo común frente lo privado, la circularidad frente a la linealidad, la bifurcación y el extravío frente a la rectitud, el trance y la confusión frente a la racionalidad. Entre las ramas de los árboles, el tiempo se enreda, se agrieta y se retuerce hasta desfallecer exhausto. En este frondoso y oscuro bosque, la Historia se quiebra y estalla en mil añicos, en mil relatos, que se entremezclan, que se interfieren los unos con los otros. Todo es posible: un abismo, un salto, un laberinto, un aquelarre de brujas. Se trata de “cepillar la historia a contrapelo”: volver a contarla, volver a mirarla, volver a escuchar sus ecos, sus ráfagas.

El bosque nos engaña, nos ilusiona: genera una ruptura, una confusión de voces y sonidos. Las paredes de este bosque están frías, también el suelo. No existe un sendero unívoco, sino un laberinto de idas y venidas. Las alucinaciones, en forma de piezas audiovisuales, al mismo tiempo interrumpen y acompañan el viaje de las brujas. Ellas deciden su rumbo junto al viento. En este bosque todo renace, todo puede volver a ser, todo cambia constantemente. El alma viaja de unos seres a otros. Se genera una ficción poderosa, una idea de comunidad, de cuidado, de respeto y de atención hacia todo ser vivo: una simpatía y amistad común. Las brujas juegan ahora a viajar a través del tiempo, cobran vida, cobran fuerza. Buscan un nuevo viento que las acompañe en su viaje.

Juliette Lizotte, «Sisters of the Wind». Foto: Saleth Carrión

LAS BRUJAS

En este bosque que ha emergido súbitamente en Nadie Nunca Nada No, las brujas hacen de la monstruosidad diabólica que les ha conferido la historia un arma empoderadora. Las brujas fueron en realidad mujeres sanadoras no profesionales al servicio de la población campesina: “mujeres sabias”, como indica su etimología (dado que en inglés wizard/witch deriva del sajón wicca/wicce que corresponde a sabio/sabia). El periodo de la “caza de brujas” se extiende en Europa durante más de cuatro siglos (desde el siglo XIV al XVII), cuando se asesinaron alrededor de nueve millones de mujeres en Europa, según cifraba Gottfried Christian Voigt. La persecución más encarnizada de brujas coincide con aquellos períodos de agitación social que conmovieron los cimientos del feudalismo, como las insurrecciones campesinas de masas o las conspiraciones populares, así como el nacimiento del capitalismo y la aparición del protestantismo.

Sin embargo, la furia de la caza de brujas no fue en ningún caso una demanda campesina, sino el resultado de una calculada campaña de terror desencadenada por la clase dominante, quien vertía sobre ellas todo tipo de incriminaciones, culpabilizándolas de gran parte del malestar social. Una de las acusaciones principales que se hacía sobre ellas era que tenían poderes mágicos sobre la salud. Ciertamente, las brujas llevaban a cabo esta labor mediante una gran variedad de analgésicos, digestivos y tranquilizantes. Ya en el siglo XVI, la persecución brutal de las brujas y la radical represión de estas actividades supuestamente “endemoniadas” dio paso a la medicina moderna, que excluía a las mujeres de su estudio y práctica —incluso a las de clase alta— y que estaba mucho menos avanzada en conocimiento y tratamientos. Frente a la ignorancia de la ciencia médica moderna, las brujas habían estado durante siglos ofreciendo curas a las clases más bajas.

Como aquellas brujas de hace tantos siglos, o como las “brujas contemporáneas” que reivindicaban los grupos feministas de finales de los 60 en EEUU, en Sisters of the Wind, las brujas se reúnen para compartir y conspirar, para pervertir y sanar. A la luz —sombría— de esta estela, no es de extrañar que Juliette indague en el poder mágico de las brujas: en su inagotable fuente de inspiración, saber y experiencia. Consciente de su capacidad sanadora y liberadora, la artista convoca un aquelarre de hermanas brujas dispuestas a jugar con el viento; a dejarse llevar por las intuiciones y el juego, a cuidar del bosque y escuchar sus profecías.

OTROS VIENTOS

En el oscuro y frondoso bosque soplan ahora otros vientos. Unas ráfagas de aire acarician las pieles de las brujas con suavidad. Se escuchan los ecos de unas voces lejanas: “el pasado tiene derecho de dirigir sus reclamos”, dicen. El viento avisa de la posibilidad de establecer un secreto compromiso de encuentro entre las generaciones del pasado y las actuales, entre las brujas perseguidas durante siglos y las que surgen hoy. “Nos ha sido conferida una débil fuerza mesiánica”, parecen murmurar. Las brujas, reunidas, abrazan la posibilidad de acoger esos vientos otros que llegan de más allá, que nada tienen que ver con aquel huracán devastador. Se aventuran a escuchar sus susurros con detenimiento. El bosque vibra y se alejan los ecos lúgubres del pasado: ha crecido un bosque donde habitar el viento.

Juliette Lizotte, «Sisters of the Wind». Foto: Saleth Carrión

 

(Imagen de portada: Juliette Lizotte, Sisters of the Wind. Foto: Pablo Bonelli)


Bibliografía:

Benjamin, Walter. Tesis sobre el concepto de la historia y otros ensayos sobre historia y política. España: Alianza Editorial, 2021

Centeni, Massimo. Las brujas en el mundo. Barcelona: De Vechi Ediciones, 2012.

Ehrenreich, Bárbara, y English, Deirdre. Brujas, comadronas y enfermeras: historia de las sanadoras. Barcelona: Edicions de les dones, 1981.

Eller, Cynthia. Living in the Lap of the Goddess: The Feminist Spirituality Movement in America. Boston: Beacon, 1993.

George Frazer, James.La rama dorada: magia y religión. México: Fodon de Cultura Económica, 2011.

Kramer, Heinrich, y Sprenger, James. The Malleus Maleficarum. London: The Pushkin Press, 1928.

AA. W.I.T.C.H. (Conspiración terrorista internacional de las mujeres del infierno). Madrid: Felguera Ediciones, 2013.

References
1 Dentro del marco de Meandro Merodeo, ciclo de exposiciones y performance con los artistas Juliette Lizotte, Ewa Poniatowska y Álvaro Chior, comisariado por Jorge Van den Eynde.

Manuel Padín reflexiona en torno a fenómenos culturales y artísticos contemporáneos más allá del marco académico. Para ello, trata de poner en práctica un pensamiento crítico que opere desde el margen y una mirada atenta hacia aquellos sucesos que quedan en la sombra.

Media Partners:

close
close
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)