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Spotlight

09 marzo 2023

Sostenidos en el ojo de la tormenta

Sobre Maria Helena Vieira da Silva: “L’oeil du labyrinthe” en el Museo de Bellas Artes de Dijon

Entrar a la exposición ‘’L’oeil du labyrinthe’’ consagrada a la artista portuguesa Maria Helena Vieira da Silva es quizás como indica su nombre: como posar un ojo sobre el laberinto.

Por su intrincada arquitectura el Museo de Bellas Artes de Dijon nos propone un recorrido irregular por los dos espacios que la conforman, una vasta retrospectiva situada en el segundo piso. Y otra menor centrada en su vida personal en la planta baja, reflejando como en su obra un desorden donde el vértigo es lo único asegurado

La pluralidad de trabajos de da Silva expuestos en esta exposición concibe desde sus comienzos en los años 30 con una suerte de figuración caleidoscópica, desestructurando el espacio y oprimiendo las perspectivas hasta volverlas en algunos casos orgánicas, hasta sus trabajos más abstractos  alrededor de los años 80.

El museo posee a su vez, gracias a la donación del fondo Kathleen et Pierre Granville, una de las colecciones más grandes de la artista, es por esta razón que en conmemoración de los 30 años de su desaparición dedican esta doble exposición a su trayectoria y a su relación con los donadores quienes fueron en vida sus amigos y mecenas.

En el piso superior centrado en su trabajo más analítico la mirada se posa inspectora sobre los esquemas, omnipresente buscando a Asterión en su laberinto; replegado en esta estética caleidoscópica en sí mismo, como si de una suerte de acertijo borgeanose tratara.

Influenciada por el cubismo, el futurismo y el constructivismo desarrolló un lenguaje donde líneas paralelas y diagonales son una herramienta básica para la creación de vibraciones ópticas. Como puede apreciarse en sus vitrales de la iglesia Saint-Jacques de Reims. Así, a pesar de que algunas de sus obras sean nomencladas como de orden arquitectónico, la eliminación de referencias figurativas y la complejidad compositiva sumadas a una reducida paleta de colores en muchos casos, derivan en una ornamentación del espacio habitacional.

La pintura se presenta entonces como un escenario donde pueden crearse utopías arquitectónicas sin las limitaciones de los medios ni la percepción. Y la práctica habitacional se vuelve en su obra un espacio estético, el cual pierde cierto carácter sublime; inabarcable; palpable.

Estos lugares inhabitables combinados con una clara admiración por el entramado visual de las ciudades modernas, hacen de la linealidad y la conectividad  personajes en sus retratos arquitectónicos donde la geometría se vuelve un recurso radical.

Sus trabajos más abstractos se conforman por líneas perpendiculares que van del monocromatismo hasta los más altos contrastes, donde la forma edilicia jamás será reconocible más allá de algunos contornos. Así su proyección arquitectónica estará mayormente dada por un ejercicio plastico-matematico.

“La partie d’échecs” 1943, Centro Pompidou

En sus cuadros más figurativos sin embargo el conflicto con la línea de fuga puede que sea aquello que homologa el trabajo de Vieira da Silva con el laberinto. De cuya perspectiva vertiginosa, no se proyectan hacia el infinito sino que tienen un límite muy marcado: el fondo es una figura en sí misma, un tope, un punto de culminación y no un punto de convergencia.

Así en sus imágenes comienzan a funcionar como una caja escénica, donde el punto de fuga se mantiene uno pero el espacio adquiere una organicidad caótica, cuasi monstruosa, y donde los límites entre personajes y ambiente se borran.

Podemos ciertamente ver la primacía arquitectónica en sus pinturas a partir de reconocer como el fondo articula las figuras en una especie de repetición caleidoscópica, donde la geometría del mismo, en una relación que parece darse entre las figuras – me refiero a los rombos, trapecios, caras, como unidades mínimas – y los personajes que en estos, se funden. En este sentido, este tipo de figuras repetitivas generan un tipo de vibración óptica que equilibra la falta de vida, de acción de los mismos.

El tablero se rebate sobre nosotros en una partida injugable, la cuarta pared se invierte y somos ahora observados por estos misteriosos personajes que se esconden entre las sombras, el vértigo se acentúa y no tenemos de dónde sostenernos, solo hay un límite en un espacio infinito, lo que vemos nos devuelve la mirada y es gracias a este que impedimos la caída.

El recorrido de todas estas obras que abarcan distintas vertientes de la abstracción dejan en claro que el tamaño de la obra no construye en Maria Helena Vieira da Silva un régimen de calidad. Por el contrario son sus obras más pequeñas e introspectivas aquellas que resaltan del resto por su composición, dinamismo y sentido metafórico.

“Deux Femmes à l’ombrelle”  de Pablo Picasso

A su vez difiriendo de las narrativas impuestas a las artistas mujeres de su época, su pintura pareciera ser muy terrenal, y no haber una aspiración metafísica fuertemente marcada o una búsqueda esotérica; sino una experimentación entre el juego onírico, la abstracción, la estética y la fábula con un marcado tono literario.

A los fines de la exploración de estas estructuras, la repetición de patrones aunque con una perspectiva claramente marcada, pierden como se ha mencionado, perceptivamente el verdadero horizonte en pos de una homogeneidad visual, el hecho del delineamiento expansivo de las mismas plantea ciertas asociaciones visuales con los trabajos de Picasso.

Lo interesante es quizás el desarrollo que surge entre estos dos puntos tan alejados de su carrera, me refiero a un lenguaje grafista que adquiere para determinadas obras donde convergen su estilo más abstracto en una suerte deexpresionismo simbólico y donde a su vez se esbozan aún restos de figuración.

“L’Incendie II ou le Feu» (El incendio II o el fuego)

En obras como “L’Incendie II ou le Feu» (El incendio II o el fuego)  donde la línea ondulatoria está tan presente, el uso de contrastes resulta estratégico para sostener una vez más al observador dentro del cuadro y no cayendo dentro de este.

La articulación del plano pictórico en diagonales combinado con la planitud de la perspectiva, contrapuesta a la profundidad dada por el tratamiento del color la hacen converger en una imagen con reminiscencias medievales: principalmente podría decir que el tratamiento del dinamismo dado por la línea y la gama de rojos, marrones y ocres dispuestos estratégicamente en determinados puntos del plano pictórico, nos remiten esquemáticamente a obras del bosco.

“La Scala ou les yeux”

Nos encontramos así en un terreno oblicuo, intrincado  donde vamos huyendo de las confortables tinieblas. El espacio nos observa – como en “La Scala ou les yeux” (la escalera o los ojos) – y allí nos damos cuenta, el monstruo es el laberinto, y nosotros su presa.


“L’oeil du labyrinthe” en el Museo de Bellas Artes de Dijon hasta el 3 de Abril de 2023.
Entrada libre y gratuita, de 9.30h hasta 18h todos los días excepto los Martes.

Gonzalo Pech [Argentina] es un texto sin estructura caracterizado por una narrativa por momentos excesivamente analítica. Su trabajo que transmuta entre la filosofía del arte y la publicidad desde su adolescencia está poblado de irreverencia y contradicción. Curador y Fotógrafo de formación ha preferido encuadrar su práctica en lo que llama Blessure D’art amalgamando su naturaleza nihilista aunque platónica.

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