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En el último año hemos visto diversos proyectos artísticos interesados en abordar la complejidad del territorio del Mediterráneo. Entre ellos, El Mediterráneo: un mar redondo comisariado por Marina Fokidis, la exposición colectiva After the Mediterranean de Oriol Fontdevila o Thus waves come in pairs de Barbara Cavecchia. Un compendio de prácticas y narrativas que desde las orillas europeas pretenden reflexionar sobre la relación que siempre ha existido entre ambos lados de este espacio fronterizo. Sin duda, en todas las propuestas hay una puesta en escena de lo sublime y lo sensible inherente en el carácter cultural de este lugar tan abundante. Sin embargo, es difícil encontrar una crítica profunda sobre las problemáticas actuales: abordar el conflicto, la frontera, la extracción y la muerte que han arrastrado históricamente este mar, intensificándose en las últimas décadas, parece una propuesta incómoda y menos sugerente estéticamente. En los últimos veinte años la desgracia y el horror del Mediterráneo han puesto en el punto de mira a Europa y su política de fronteras, su blindaje institucional y la falta de regulación en los procesos de inclusión y acogida. El vasto y diverso legado cultural que dejan los habitantes de este mar es sin duda digno de apreciación, pero en estos momentos de crisis actual y de redefinición de lo post-colonial es necesario abrir ciertas cuestiones de una manera más directa y crítica.
Por esta razón, es de destacar el trabajo de la artista palestina afincada en Berlín, Jumana Manna. Su reciente exposición en Matadero Madrid Preservation Paradox (Conservar y sus contradicciones, 2023) nos ofrece un recorrido por la producción de la artista visual en su faceta como cineasta. Las tres películas, que se han producido de manera secuencial en los últimos seis años, nos hablan de la complejidad de agentes y elementos que conviven en varios territorios en disputa en Palestina. A través de historias personales que ponen en valor el legado no material de estos lugares, Manna nos abre un mundo de gestos, especies, rituales y sonidos vernaculares y nos invita a preguntarnos constantemente por las jerarquías políticas que han dado lugar a cada conflicto territorial y cultural. En su último trabajo Foragers (Recolectores, 64 min, 2022) la artista revela los hilos de la ocupación en Palestina a través de dos protagonistas: el ‘akkoub y el za’atar, dos plantas autóctonas que crecen de manera silvestre en campos, cunetas y hasta debajo de las piedras. En los últimos años, la Israeli Nature Protection Authority (Autoridad Israelí de Protección de la Naturaleza) ha prohibido la cosecha de estas especies silvestres poniendo en riesgo la supervivencia de los recolectores, en su mayoría población palestina, que durante décadas han caminado los campos recogiendo estas plantas y generando una economía de subsistencia gracias a su venta a pequeña escala y consumo propio. La mirada de Manna abre las puertas de casas donde las mujeres preparan ensaladas de ‘akkoub y acompaña a los recolectores en los momentos más sombríos de persecución policial y judicial. La película construye un mapa de gestos, entre la ficción y el documental, que se perpetúan más allá de la hegemonía de la propiedad del territorio y las fronteras culturales del conflicto.
Por el contrario, Wild Relatives (Parientes silvestres, 64min, 2018), reflexiona sobre la gestión de la preservación y su regulación a escala global. De nuevo, desde un enfoque botánico, son las plantas y semillas las que cuestionan las ideas contemporáneas de territorio, acceso a los recursos y frontera. A partir de tres casos de estudio de diferentes casos entre Oriente Medio y Europa del Norte, la artista viaja a diferentes bancos de semillas para desvelar la política institucional y los protocolos detrás de su origen y mantenimiento. En la película se visibilizan también los lazos culturales que entretejen las dinámicas de cada banco, los principios geopolíticos o la relación entre cultura y naturaleza de cada contexto. En el caso de Siria y Líbano, se trata de un proceso atravesado por el desarrollo agrario como control de las poblaciones y las guerras sucesivas en la región. En su origen, el banco del International Center for Agricultural Reasearach in Dry Areas (ICARDA) tenía sede en Líbano, en 1977 el entonces gobierno Sirio –bajo el régimen de Assad– decide ceder un extenso territorio en Tel Hada al sur de Aleppo. Años después, se traslada al Líbano como consecuencia directa de la guerra actual con la intención primordial de preservar las categorías de especies locales que están desapareciendo a causa de los monocultivos y las guerras consecutivas. El banco de semillas de Noruega en Svalbard tiene una aproximación diferente que excede los límites regionales para capitalizar la tipificación vegetal a escala global, contando con las tecnologías más avanzadas para la conservación de materia biológica, la Bóveda Global de semillas está haciendo una labor de recolección mundial con el pretexto de preservar y dar continuidad a todas las especies del planeta y así garantizar la supervivencia humana ante un escenario apocalíptico. Por último, A Magical Substance Flows into Me (Una sustancia mágica fluye en mí, 66 min, 2016) retrata los sonidos de la costa levantina trascendiendo rituales y fronteras, cuestionando las nociones de origen y la identificación cultural de poblaciones a ambos lados del mar, así como los regímenes políticos y religiosos instalados en el territorio palestino.
El vínculo entre su trabajo audiovisual y escultórico parece consolidar una fijación material de los gestos que Manna va recolectando en su mirada. Cache Series es una colección en curso de esculturas cerámicas inspiradas en las khabyas, elementos tradicionales de almacenaje de alimentos típicos de las casas del área levantina. Otras veces, sus esculturas se parecen a elementos de trasporte de bienes como tuberías, o capturan la idiosincrasia de un acto cotidiano. Esas morfologías parten de un gesto identitario, derivan hacia lo escultórico y así capturan una imagen que describe la singularidad de un lugar y su cultura. El trabajo de Manna, desde el lenguaje cinematográfico o escultórico, genera un archivo vivo de costumbres y rituales, de olores y sabores, que nos hace reflexionar sobre si la preservación de los legados materiales y no materiales es un acto que ha de ser orquestado globalmente o más bien se trata de una condición inmanente que trasciende la temporalidad y dictámenes políticos de los territorios. Su vehemente intención de capturar esos elementos frugales y sus políticas ayuda a visibilizar el empoderamiento de los protagonistas de cada historia. Los bárbaros, en palabras de Louisa Yousfi, siempre encuentran los modos de cuidar lo común, lo mundano y hacerlo propio, de resistir a la expoliación con la dignidad de lo ritual y no sin desestimar la implacable erosión de las fuerzas de desposesión. Como dice Yousfi, el bárbaro encarna pura alteridad. Es una figura a la vez poética e inquietante. Plantea otra forma de habitar la humanidad, una forma de escapar constantemente de lo establecido. Manna nos abre la puerta de otros mundos que a veces no se ven pero resisten y, así, su trabajo cinematográfico y escultórico construye un legado de las historias no contadas.
(Foto de portada: Jumana Manna. Wild Relatives (fotograma). 2018. Video HD. Duración: 64’ © MoMA PS1)
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)