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Desde el volumen de Whitechapel, Failure, hasta el núnero mensual de mayo de 2019 en A*Desk dedicada al tema, la proliferación de publicaciones de crítica del arte sobre el tema del fracaso en los últimos años es sorprendente.[1] Como muchos de los textos en A*Desk indican —incluido el artículo anteriormente archivado «Fail better» (2015) de Sonia Fernández Pan—, en las corrientes contemporáneas se ha despertado un interés por el fracaso. Pues el fracaso y su discurso se ha convertido en un mecanismo integral en la exitosa máquina del capital y la sociedad de control posdisciplinaria (Gilles Deleuze). Autores, mentores, profesores, organizadores de conferencias y coaches personales tratan de ayudar a todos a aceptar y afrontar los fracasos que impulsan el incesante reajuste y retención de las «habilidades requeridas». La actitud resolutiva norteamericana ama el fracaso, ahora que la recién descubierta humildad se ha adaptado de manera pragmática y operativa a las tendencias del mercado.
Y, sin embargo, al mismo tiempo, la atención que se le presta al fracaso resuena paradójicamente con la catástrofe monumental asolando el planeta, la extendida figuración del fin de los tiempos para el antropoceno y la creciente duda sobre la capacidad del capitalismo de retrasar, mucho menos revertir, el declive que sigue acelerándose.
Al otro lado del bien merecido escepticismo arrojado sobre el asunto se encuentran esos textos y proyectos en la edición de mayo de 2019 de A*Desk que pretenden recobrar un potencial más radical en el fracaso. Estos esfuerzos tienen la intención de emplear el fracaso como un indicador que apunta más allá del sistema en el que el elemento que fracasa sufre de disfuncionalidad. En cambio, la singularidad exacta del fracaso sugiere otro sistema en el que ese elemento podría, incluso por primera vez, lograr un uso, mientras que la perfección del sistema existente retrocede en obsolescencia inconclusa.
Notes
[1] Lisa Le Feuvre (ed.), Failure(London: The MIT Press, Whitechapel Gallery, 2010).
[2] Gilles Deleuze, “Postscript on the Societies of Control” in October, Vol. 59. (The MIT Press, Winter, 1992).
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)