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“Este dibujo es un encargo de David Bestué para esta serie de artículos, que durante nuestras conversaciones describimos como versada en «lo insoportable». Las cosas fueron así:
David me cita para lo que yo creía que sería una entrevista. Unos meses antes me había dicho que quería proponerme algo que yo entendí como un texto conjunto sobre la idea de lo insoportable en el arte. El tema me pareció un poco confuso ya entonces, y ahora tampoco lo veo claro, no sé que tengo yo que ver con eso, parece que me explicará más los próximos días.
Me pasa un texto previo, de tipo comisarial, que no acabo de entender muy bien. Sugiere una serie de artículos en torno a lo Insoportable pero indica que la palabra «insoportable» no es definitiva, y que no se trata de eso exactamente. Imagino que lo aclararemos más adelante.
Quedamos, después de algún correo, en su casa. Se supone que en un día tendremos el artículo resuelto, reservamos un par de horas para ello. Llevo algunos de mis fanzines por si acaso sirven de algo, los he buscado expresamente, porque no es que los tenga sobre la mesa últimamente. Me he estado imaginando que me entrevistará o algo así y me asalta el temor de que sea algo audiovisual y me grabe sin saber yo siquiera de lo que estamos hablando, porque aún no entiendo porque quiere hablarme a mí de este tema.
Una vez ahí ya no creo que vaya a ser una entrevista, parece que no se ha preparado nada. Empieza a grabar la conversación con el móvil, ese temor sí se cumple. Me pregunta en qué estoy trabajando últimamente. Paso a enseñarle fanzines porque, en fin, lo que estoy haciendo ahora no creo que vaya a entenderlo como trabajo artístico, aunque yo le pondría ese cartel famoso de “artista trabajando» por si alguien quiere darme un voto de confianza.
Lo de mostrar los fanzines nos lleva por mal camino, empieza a regañarme. Por ponerles texto y por no conformarme simplemente con dibujar, que según dice es lo que vale la pena de mi trabajo, ¿he estado acaso pretendiendo ser alguien que no soy?. Vamos tocando algunos aspectos más de mis dibujos, algunos técnicos, un poco de política. Está intentando averiguar qué es lo que pretendo en mi obra, al final me lo pregunta tal cual. Por meterme con las instituciones del arte también pillo, dice que son un tema menos importante. Acerca de lo insoportable, sigue saliendo eso, que no ha encontrado la palabra adecuada.
Me enseña el monumento a Gramsci de Thomas Hirschhorn, sale en la conversación la expo de Helios Gómez en la Virreina y David le pone una gran exclamación, dos artistas, estos, que SÍ hacen lo que pretenden. Le agoto la paciencia varias veces intentando conciliar el conflicto que parece haber surgido. Quizá estemos llegando a esa frustración de la que quería hablarme, me corta y cambia de tema, no puedo explicar nada, es como si no quisiera hablar conmigo.
No sabemos qué hacer, la cita se está hundiendo y se ve que ni ha habido tiempo ni seguramente lo habrá para preparar ningún texto, él no puede dedicarle más tiempo y tampoco van a pagarme el tiempo que yo le dedique más allá de un par de horas. Estamos de acuerdo en que esto es una encerrona, economizamos un poco y sale laidea de que haga una intervención. Así podremos evitar una entrevista.
Por suerte empieza a hablar de lo suyo. Se ve que lleva tiempo dando talleres sobre lo insoportable, o eso otro que seguimos llamando así. Saca el KeyNote y vemos algunas fotos.
Diapositiva a diapositiva me parece esto una gran pérdida de tiempo, pero no, no, es solo el resquemor por sus críticas gratuitas, en realidad empiezo a captar el sentido de algo. Podría simpatizar con el proyecto. No he podido venir más predispuesto, David ha tenido razón otras veces y ahora capto una preocupación genuina por un gran problema.
En las fotos salen Mark Lombardi, Daniela Ortiz, Allan Sekula, Alex Reynolds y otros que voy olvidando. No sé si estamos produciendo información nueva o si las ideas preconcebidas que traía sobre esta entrevista se están asentando. Me parece que tendríamos que haber empezado por aquí, pero el tiempo que habíamos reservado para este encuentro ya se ha terminado.
Al cabo de los días ya he decidido que voy a escribir esto y tengo el dibujo en la cabeza. Quiero colaborar completamente sin poner trabas. David se ha acordado de mí durante este retiro en que me encuentro, y ha querido que participe en este proyecto. Barajo la posibilidad de que la noción en torno a lo insoportable en la que está trabajando me haya sido transmitida de modo un no-verbal en ese encuentro que tuvimos, no descarto que esto sea un pensamiento absurdo, pero algo hay de eso, fotos, muecas, la frustración oportuna… en cualquier caso, creo que ya entiendo de qué quería hablar.
Si he de decir algo al respecto, ha de ser que he acabado creyendo que si esto de lo que hablamos no se puede llamar insoportable es porque, en condiciones normales, suele ser todo lo contrario, algo perfectamente llevadero.
Me vienen a la cabeza los actos salvajes de destrucción ecológica y política global, la memoria imprecisa y descuidada de las andanzas de nuestras instituciones grandes y pequeñas, o la forma en que el ente, perfectamente tangible, que se había llamado Burguesía ha desaparecido completamente del pensamiento, pero no del mundo contemporáneo, como también traumas domésticos enterrados en nuestras relaciones cotidianas.
A trompicones hablamos de todas estas cosas. De edificaciones monstruosas ignoradas o prohibidas en su vecindad , o como dice en su libro sobre el monasterio del Escorial (Imperio y Estómago), de maldicione y residuos que no logran desaparecer.
Pero de un modo más personal, todo este asunto de David me ha llevado especialmente al recuerdo de “EL TERROR DE LA SITUACIÓN», título por el cual, en una influyente novela espiritualista, se conoce a la tradición litúrgica promovida por el héroe filosófico Ashiati Sheimesh, que tiene por principal objetivo la producción, en las adeptas, de un estado conciencia permanente acerca de los hechos más terribles e inaceptables de la existencia y el universo.
De ahí que haya elegido un tema religioso para mi intervención».
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)