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Magazine

11 June 2009
Reina la colección

Renovada presentación de la ampliada colección del Reina Sofía (NMCARS).

Presentación acompañada de amores desaforados y desengañados (no sé como sino interpretar la enigmática frase de Angela Molina en El País sobre la colección: “la aureola que imprime a la colección] esa cabeza que la piensa, incluso cuando ésta lucha con lo extraño del texto hasta temer a su propia inteligencia”), críticas contundentes y réplicas dañadas (la discusión de [José Luís Brea y la respuesta de Brumaria a propósito de códigos de buenas prácticas, trasparencia, pensamiento crítico “único”…)…

De entrada, lo que más se nota, y mucho, es el trabajo de adecuación de las condiciones de exhibición de las salas. Aquí, ese trabajo se palpa y ha sido visible casi de un día para otro, o de un año para otro; en el Macba llevó tiempo y era necesario un ejercicio de memoria para darse cuenta.

Pero habrá que pensar sobre el tan traído y llevado rollo anarchivístico. A bote pronto implica la ordenación de la colección en base a compartimentos (salas) temáticas, en las que no impera el orden cronológico necesariamente, sino la navegación por ideas, lugares, hitos o esloganes. Brea habla de que eso es teoría traída por los pelos. Tal vez. Lo que está claro es que en lo práctico la visita sigue siendo laberíntica: salas descolgadas u ocultas, marchas adelante y marchas atrás, salas que es necesario recorrer a la inversa para recuperar el hilo… ¿A qué tanto lío con Goya si está casi oculto?

Posiblemente sea un tanto miope o no haya leído todo lo que hay que leer (seguro) pero, tras tanto discurso contrahegemónico y tanto anarchivo, no veo que sea mucho más visible. O tal vez acostumbrado a las vitrinas omnipresentes en el Macba, el no encontrarlas (o no tanto) aquí me despiste. Lo que sí hay son películas. Y siguen funcionando como un índice, no puede ser de otra manera ¿quién va a tomarse el tiempo de ver primero “La ventana indiscreta”, luego “Bienvenido, Mister Marshall” y más tarde los reportajes sobre Franco inaugurando exposiciones de informalismo y expresionismo abstracto, todo en el mismo rincón? Índices que remiten a algo que no puedes ver, pero que conoces. Es decir, que funcionan como una nota aclaratoria, la foto que acompaña un libro o, mejor, un acompañamiento contextual. Una jugada aparentemente fuerte con la joya de la corona (es un decir): el Guernica. Está precedido por archivos documentales de la guerra civil, pancartas comunistas, anarquistas y republicanas, fotografía documental, publicaciones contra el régimen franquista (maldito país este en el que todavía impresiona, choca o lleva a preguntarte cómo habrán sentado a algunos que aun detentan poderes fácticos y reales)… También la maqueta del pabellón español de la república donde se expuso el cuadro de Picasso. Pero cuando estás a punto de llevarte un alegrón porque parece que el Guernica ya no está anulado, rodeado de otros cuadros de Picasso, como si sólo fuese un ejercicio estilístico (así sucedía antes si la memoria no me falla), pues no. Sólo ha sido un tímido intento. Picasso es Picasso, el Guernica es el Guernica y ese contexto sólo puede mostrarse a unas cuantas salas de distancia.

Por lo demás, crecen la salas de dadaismo y surrealismo, sobre todo al recuperar y contextualizar el papel de múltiples artistas y creadores españoles, porque el contexto de aquí dijo mucho al respecto, porque, más allá de reclamaciones patrias, es un contexto a recuperar y destacar. En otro lado, la posguerra europea sigue los modelos explicativos que Manuel Borja ensayó en una de sus últimas exposiciones en el Macba : “Bajo la bomba”.

Y en el edificio de Nouvel, en la parte dedicada a la segunda mitad de s. XX hacia s. XXI, más allá de la relación entre el conceptual catalán y momentos como Fluxus, algún forzado guiño a la movida (destacar el vídeo documental de una performance, por llamarla de alguna manera, de Ocaña y preguntarse qué demonios hace ahí una portada de disco de Aviador Dro), tal vez por la arquitectura internacional de edificio todo parece contagiado por ese mismo estilo internacional que inunda museos y bienales. ¿Será que todas las hegemonías hasta las contahegemónicas se parecen?

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