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Pocas cosas me apetecian menos que escribir sobre El tema. Escribir, opinar sobre la crisis del virus. Pero no me queda otra que hacerlo desde aquí, desde este momento de crisis.
Como tantas otras personas, llevo semanas leyendo compulsivamente noticias de prensa y textos escritos por pensadores, que los suelen escribir y a quienes solemos leer: Agamben, Bifo, Zizek. Esas voces y también, las que llegan desde posiciones más abiertamente queer y feministas: Paul B. Preciado, Judith Butler, textos donde se cruza la crisis con la teoría de los cuidados de Eve Sedgwik. Entre todo el flujo de información está también el contacto con familia y amigas de Barcelona, puesto que ya no vivo ahí, estamos dos veces lejos. Llamadas y chats en los que un día hacemos bromas y reímos y al siguiente nos ponemos tristes, compartimos ansiedad y paranoia.
Después de consumir intensivamente relatos sobre la pandemia, no tengo nada que decir, más que repetir o citar lo ya escrito y preocuparme por casi todo. No tengo herramientas ni conocimientos para analizar los hechos, mucho menos sus consecuencias. No sé como digerir la ambivalencia de que estos días el aire esté más limpio en la mayoría de ciudades, los cisnes y delfines hayan vuelto a Venecia o los jabalíes paseen libremente por la Diagonal de Barcelona. Tampoco tengo ex a quien escribir cartas de amor.
Pero toca cerrar el mes de Marzo con A*Desk, es inevitable situarse en el momento compartido y de repente, el título y tema planteado para el mes de Marzo, se ha vuelto vaticinio pero también ironía. En estos momentos hay mucho espacio para las contradicciones, ésta resulta una más.
“Cerca del cuerpo”, se planteó como un tema lo bastante amplio como para incluir textos desde diversas estrategias, formatos y posiciones. Al fin y al cabo, hablar de cuerpos es siempre hablar de lo vulnerable, de fragilidad y potencia, de agenciamento e interdependencia. Es hablar de intimidad con las ideas, de todo lo que se desborda de la teoría, se sitúa y se posiciona desde lo que pueden y desde los lugares que ocupan los cuerpos. Es hablar de colapsar distancias entre las palabras y las cosas.
Invité a Jorge Díaz, científico feminista y queer chileno; a Hector Acuña, una investigadora y artista migrante y travesti viviendo Barcelona; a Lia Garcia, una poeta y activista trans de Mexico; a Ania Nowak, artista y coreógrafa entre Berlín y Polonia, que investiga sobre las tecnologías del amor; a Ikram Bouloum, una DJ de Barcelona que investiga y practica desde la interseccionalidad a través de la música. Desde localizaciones y estrategias alejadas las unas de las otras, compartíamos durante un mes, un espacio de escritura desde el que pensar y sentir.
Con este equipo, la intención era navegar las narrativas sobre el cuerpo, la piel, el contacto y los afectos, el cariño y la rabia de saberse cuerpo ocupando lugares más o menos privilegiados en función de raza, identidad sexual, patrimonio económico o cultural, productividad.
En menos de un mes, el cuerpo ha pasado a estar en el centro de lo político, de la sospecha y del control. A la vez, en estas dos últimas semanas, jamás habíamos estado tan lejos de otros cuerpos, de la posibilidad de abrazarlos, de tocar. No poder abrazar por decreto.
La intención era hablar del cuerpo, pero no de esta manera.
Aunque tal vez sea justamente esto lo que hace reverberar estos textos, precisamente la imposibilidad de normalidad en estos momentos y la solapación de tiempos mientras todo se detiene.
Jorge Díaz habló de laboratorios y hegemonía en los discursos científicos, de infancias fuera de las expectativas del género asignado, de colonización también en la investigación científica. Prioridades, palabras y fórmulas definiendo y jerarquizando lo biológico, lo material e inmaterial. Quien nombra y pone palabras a las cosas, ya sabemos quién sigue siendo en su mayoría y desde que lugares se anuncia la presunta objetividad de las ciencias.
Hector Acuña escribió sobre cuerpos migrantes circulando por ciudades europeas, de cruising y encuentros, de lo travesti como fuga-rechazo al control y la norma, de lucha calzando tacones, conocimientos adornados con pluma y pedrería.
Ania Nowak transcribió una performance y compartió el registro en video de ésta. Coreografía y gesto, palabras y repeticiones. También apareció la imposibilidad de traducir del inglés la palabra fuck en toda su ambivalencia.
Lia Garcia abrió puertas y ventanas hacia lo íntimo como político, los temblores, abrazos y lágrimas como saberes, teoría encuerpada. Resonando en texto ese reclamo desde un presente radical, del aquí y ahora, la presencia como pura rebelión: »aquí está la resistencia trans.» Eso que hemos gritado en tantas manis por las calles de distintas ciudades.
La ultima colaboración, en mitad de la desesperación ya no es texto: es música, ritmo, sonido. Lo orgánico pasa a ser vibración: Ikram colaboró este mes de Marzo con una playlist de música que ha titulado »mi fantasía es ser cuerpo-poesía en las voces de las demás».
Todos estos textos y propuestas que han ido apareciendo durante el mes de Marzo, se vuelven a la vez, nostalgia y posibilidad.
Replantear y situar los discursos científicos, para no olvidar, que nada es objetivo, ni ocurre fuera de la lógica capitalista, patriarcal y colonial.
Pensar el cruising, el encuentro sexual pactado como grieta desde donde materializar el deseo. Sobre contagios, estigma y estrategias de supervivencia, cabria recordar la narrativa alrededor del VIH y la resistencia marica.
Dar valor a las palabras y gestos, repetir las veces que sea necesario para entender que identidad, sexo y deseo, no fue nunca un tridente fijo ni estable. La importancia de las palabras para instituir sujetos políticos, anunciar cuerpos y deseos.
Recordar que ninguna lucha será justa si no se incluyen los afectos y el trabajo emocional. Ninguna batalla se ganará sin nosotras, las otras y las que aún no han sido nombradas, sin las que aún están por llegar.
Nada de esto sin la posibilidad de goce, de música, des-conexión y baile, encuentro.
Al fin y al cabo, vivimos tiempos de cambio, incertidumbre y angustia. Pero ¿acaso no ha sido así para mucha gente durante mucho tiempo?
Estos días resuena también algo que escribió Jorge Diaz en su muro de Facebook:
»Pienso que el mundo ya se ha acabado muchas veces, para muchas personas, desde distintos tiempos. Cada uno incuba su pequeño apocalipsis.»
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)