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Configurando prioridades

Magazine

13 noviembre 2023
Tema del Mes: Frívolo-PolíticoEditor/a Residente: El Palomar

Configurando prioridades

Como orgullosa aguafiestas, cuándo se me pide que escriba algo frívolo, pienso: «Qué será importante y apropiado?» Independientemente de lo que escriba, la sociedad lo considerará frívolo, porque soy una mujer lesbiana, transexual, racializada, desocupada y pobre. Es un reto.

Todos los problemas sistémicos que sufrimos están interconectados, tanto en sus causas como en sus consecuencias. Empecemos por la distopía apocalíptica en la que vivimos. La destrucción a escala global que estamos experimentando, resultante del colapso ecológico, surge a raíz del cisheteropatriarcado, y de su ideología clasista, racista, capacitista y especista, también apodada por Patricia Hill Collins, socióloga estadounidense, la matriz de dominación. Sujetos oprimides del mundo sufren estas consecuencias de manera desproporcionada. Mientras, hombres cis, blancos y ricos continúan haciendo realidad sus fantasías y delirios de inmortalidad, conquistando la naturaleza y colonizando el espacio.

Considerar lo que es frívolo o no, es cuestión de poder. La percepción de nuestras prioridades difiere según nuestra posición dentro de la matriz de dominación. No es casualidad que los genios tan estables que lideran el mundo de la inteligencia artificial sean hombres cis, blancos y ricos, mientras que las voces críticas más relevantes son mujeres negras y trans*. El «riesgo existencial» propuesto por estos hombres en la cima del sector de la IA, como defiende Sasha Costanza-Chock, activista y referente respecto a la matriz de dominación, solo podría surgir de los pocos privilegiados que se ven negativamente afectados por lo que está pasando en el mundo, también conocido el «daño existente». Al sonar el detector de falos en el aeropuerto, nuestro sentido de identidad o el tiempo que hemos pasado leyendo los libros de Judith Butler, especialista en estudios de género y filosofía, quedan calificados de frívolos por una máquina en el poder. Los conceptos binarios son para los ordenadores, pero, ahora, los ordenadores están al mando.

Tras la Segunda Guerra Mundial, de acuerdo con la Ley de Moore, el número de transistores en circuitos integrados se ha doblado cada dos años. Mientras tanto, las emisiones de dióxido de carbono también han aumentado: de 4 billones de toneladas a 36 billones al año.

Durante el boom de las páginas web y el mundo digital, millones de personas perecieron en la República Democrática del Congo, en el conflicto más mortífero registrado desde la Segunda Guerra Mundial. El Congo es el país de dónde se extraen los minerales raros indispensables para la producción de ordenadores, como el coltán y el cobalto. La guerra todavía sigue en el Congo, pero apenas se ve en las noticias. Hoy, el 70% de la producción de cobalto es originaria de la República Democrática del Congo, ahí más del 80% de la población aún no tiene conexión a internet. Claramente, la revolución digital no les ha beneficiado en absoluto.

Todo el mundo sufre la moda de la IA, desde los mineros de cobalto en el Congo hasta los trabajadores en cadenas de montaje de China. Se utilizan datos de gente de todo el mundo, perseguida por algoritmos discriminatorios y punitivos a manos de trabajadores fantasmas atrapados en la misma máquina, para alimentar fuentes de datos de manera explotadora. Al final, como dice Kate Crawford, especialista en las implicaciones político-sociales de la IA, lo que recibimos no es ni artificial ni inteligente. Grandes modelos de lenguaje como ChatGPT proporcionan explicaciones condescendientes y manipuladoras que pueden resultar dañinas si la gente lo confunde con inteligencia. Recalcar hechos como estos puede resultar en el despido de personas promotoras de valores éticos en el ámbito de la IA de empresas como Google, como la informática activista Timnit Gebru y todo su equipo, y es que Google compite con Microsoft en el mercado de la IA.

En enero de 2023, Microsoft despidió 10 mil trabajadores e invirtió 10 billones de dólares en ChatGPT. Posteriormente tuvo la mala idea de integrar ChatGPT en su buscador, afectando así a centenares de millones de personas que utilizan sistemas operativos de Microsoft con su respectivo buscador. Además, Microsoft declaró 20 billones de dólares de beneficio ese trimestre; beneficio no proveniente de ChatGPT, que genera únicamente pérdidas, teniendo en cuenta que es un servicio gratuito y que su precio (alrededor de un millón de dólares al día) debe ser financiado. No tiene ningún sentido, y menos aún hablando de capitalismo. Tampoco tienen sentido los modelos empresariales de Google, Facebook y otras empresas. Es como si la tendencia de la tasa de beneficio a perder hubiese superado un límite crítico y el capitalismo hubiese perdido su dominio, sin llegar al comunismo, sino todo lo contrario, resultando en todavía más explotación.

La socióloga australiana McKenzie Wark, denomina la producción dominante característica de nuestra era, vectoralismo. La clase hacker produce información, pero es la clase vectoralista la que explota lo que producimos, porque son dueños de los vectores de la información, de las infraestructuras y la de nube. En esta distopía, la clase trabajadora oprimida necesita conexión a internet para sobrevivir con precariedad, mientras que el 99% de los sistemas operativos de los teléfonos móviles pertenecen a Google o a Apple. Utilizan nuestra información alienada contra nosotros  pobremente disfrazada de publicidad para vigilarnos, para imponernos propaganda ideológica y para someternos a ejercicios psicológicos. El clasismo vectoralista intersecciona con el racismo, el sexismo y otros tipos de opresión. Por ejemplo, 6 de cada 6 personas injustamente detenidas mediante sistemas de reconocimiento facial son negras (una de ellas era una mujer embarazada). En Estados Unidos, apps para el seguimiento de la menstruación comparten datos de usuarias con estados antiabortistas (Facebook fue la causa la detención de una adolescente y su madre por uso de pastillas abortivas).

El hacker estereotípico es un hombre cis blanco antisocial creado por el vectoralismo. Asimismo, la competitividad egoísta de la cultura hacker solo beneficia a la clase vectoralista. Administradores de sistemas, ingenieros de redes, especialistas en seguridad de la información, programadores y diseñadores deberían darse cuenta de que forman parte de la misma clase social que la gente que no tiene ni idea de informática, pero que no pueden vivir sin sus móviles. La mayoría de la población somos cíborgs hackers con superordenadores conectados en nuestras manos, pero sin ningún tipo de libertad. Hay que crear equivalentes a sindicatos, cooperativas y organizaciones políticas, para la clase hacker. Los hacklabs tienen que ser lugares para la educación popular y de infraestructura común. Además, para llegar a una masa significativa, necesitamos también concienciación social dentro de la clase hacker, y debería plantearse como parte del feminismo interseccional. Si esta composición social de hackers fuese capaz de entender nuestros intereses comunes, entonces podríamos alcanzar nuestro potencial de emancipación revolucionario. ¡ Si la sociedad escuchase de una vez por todas a una mujer trans!

¿Os acordáis cuándo la Karen del espacio, Elon Musk, compró Twitter? Entonces nos burlamos de él por haber pagado muchísimo más que su valor inicial. Además, perdió inmediatamente casi la mitad de los ingresos de la empresa. Fue desternillante ver a ese idiota perder billones de dólares, menudo fracaso. Necesitamos la broma para apaciguar la rabia. Elon Musk perdió cien billones de dólares en un año; dinero suficiente para erradicar el hambre mundial y utilizar el resto para construir infraestructuras sostenibles. Pero no fue así, el dinero era de un hombre cis blanco que lo perdió por un capricho. ¿Hay algo más frívolo que eso?

Si consideramos que la información dentro del vectoralismo es más poderosa que el dinero, entonces, no perdió nada, simplemente convirtió su dinero en poder social. Musk se dedica a tomar el pelo a la gente de izquierdas vendiendoles coches ecológicos (mientras tanto Tesla consume aproximadamente la mitad del litio mundial) y se burla de la gente de derechas vendiendoles sus coches como autónomos. Imaginad entonces la asimetría de información entre la persona que compra un coche Tesla pensando que le hará más autónomo y el hombre que posee todos los servidores que controlan todos esos coches. Aun así, sigue siendo idiota, porque depende de la Tierra que él mismo está destruyendo y además nunca llegará a Marte.

Es una lástima que la sociedad dé beneficios a hombres que destruyen el planeta. Deberíamos estar manifestándonos en contra de empresas como Microsoft, Google o X, que ni siquiera tienen que declarar los gastos eléctricos de sus centros de datos o la cantidad de agua que usan para refrigerar sus servidores. La mayoría de gente ni siquiera sabe que no tienen esta información, así que no les importa. La asimetría de información nos está llevando a la extinción.

Como dice la filósofa Luce deLire: «El generar una conclusión final adecuada está por encima de mi salario». Solo diré que soy una de esas personas que cree que la guillotina es demasiado piadosa… ¿Qué hay más duro para gente como Elon Musk que tener que trabajar para vivir sin que nadie le preste ninguna atención, ni ayuda? No alimentéis al troll. No alimentéis a la IA. Alimentad vuestras mentes.

Nota: El texto original fue escrito en inglés.

Ai Carmela Netîrk, anarcofeminista, lo-femme, transbiana, cyborg, hacker, migrante, ama de casa, escritora, historiadora, historiógrafa, videógrafa, editora, livestreamer, mezcladora de visiones, administradora de sistemas. Actualmente forma parte de Systerserver y Feminist Ninja: https://tube.systerserver.net/w/sWva5poaCWtV9aF7YWSE69

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