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Dior makes Herstory

Magazine

13 diciembre 2021
Tema del Mes: Rebranding: moda y activismoEditor/a Residente: Roberto Majano

Dior makes Herstory

De la visibilidad al empoderamiento

Desde que Maria Grazia Chiuri (Roma, 1964) se convirtió en la primera directora creativa de Dior en 2016, las colaboraciones artísticas de la maison con mujeres artistas son numerosas. La apuesta feminista que viene presentando en las pasarelas ha evolucionado desde aquella icónica camiseta con el lema We should all be feminist de su colección debut, lucida por diversas personalidades del star system y llegando a colarse en la última película de Almodóvar, Madres Paralelas (2021). El protagonismo del movimiento feminista tras el escándalo del #MeToo ha servido a Chiuri para explorar y explotar el discurso hasta la saciedad, aliándose con la causa y estableciendo sinergias artísticas exclusivamente con mujeres (como fue el caso de la tercera edición de Dior Lady Art) o colaborando con la escuela-taller Chanakya, un centro de la India que instruye a mujeres en la técnica del bordado, cuyo dominio es un rol reservado allí a los hombres.

DIOR, Maria Grazia Chiuri. Foto: Jean-Paul Goude para Harper’s Bazaar, 2017

Parte de responsabilidad de este rumbo la tiene su hija Rachele Regini, asesora cultural de la firma especializada en estudios de género, arte, medios y cultura. No obstante, que la industria de la moda saque rédito de los movimientos sociales no es ninguna novedad. De hecho, se retroalimentan. Coco Chanel y las garçonne, Yves Saint Laurent y el espíritu de Mayo del 68 o Vivienne Westwood y el Punk van de la mano. La moda de lujo fue y es contracultura. Y si vestirse tiene un significado político, la moda es una herramienta política, desde el complemento al total look. En este sentido, la estética revolucionaria forma parte de por sí de la cultura de la maison Dior: desde la importancia de los sans-culottes a inicios de la Revolución Francesa a los incroyables y las merveilleuses de la época del Directorio, aristócratas decadentes que inspiraron a uno de los antecesores de Chiuri, John Galliano, para crear la colección que le catapultó como diseñador. Por no hablar del mismísimo New Lookla silueta ultra femenina lanzada por Christian Dior tras la II Guerra Mundial que significó la vuelta al glamour y el gusto por la opulencia, todo un motor para la industria gala de entonces. Hoy día, la lucha reside en la reivindicación de la ropa sin género, causa abanderada por celebridades como Billy Porter o Mark Bryan. Así, la moda termina por alentar un espíritu de protesta, en sus propios códigos.

Sin embargo, no es de extrañar que se haya criticado a Chiuri por mercantilizar el feminismo bajo el paraguas del lujo. Un feminismo que arbitra entre la segunda y la cuarta ola, valiéndose de la primera en las formas y de la segunda en el fondo. Esta espectacularización del movimiento en clave fastuosa es posible gracias a la hegemonía cultural amparada por el capitalismo, pero también a una cierta sororidad entre clases, ya que la élite no es la única beneficiada, también lo es el colectivo. El problema es aceptar que uno se sirva del otro. O que los derechos de unas pasen porque otras puedan comprar la camiseta de 600€. El mensaje queda así supeditado a su puesta en escena, pero hace efecto. Esto, junto a las continuas proclamas contra el patriarcado (como el top llevado por Cara Delevingne en la pasada Gala Met) eclipsan los que probablemente sean los mayores logros de Chiuri para con la causa.

DIOR, Judy Chicago. Foto:Kevin Tachman, 2020

La directiva escuda su defensa del movimiento para una marca de lujo de la talla de Dior a través del arte, manteniendo un idilio con las prácticas feministas de la segunda ola a raíz de la colección P/V 2018, para la que desempolvó nombres como el de Linda Nochlin, historiadora del arte que planteó la perspectiva de género dentro de la disciplina con ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas? (1971). Judy Chicago, otra gloria del arte feminista, diseñó para la colección P/V 2020 los mensajes de empoderamiento femenino de las banderolas bordadas por las aprendices de la escuela-taller Chanakya, con cuestiones como “¿Y si las mujeres gobernasen el mundo?”. En su día, Chicago apostó por enaltecer técnicas artesanales como el bordado, relegado a una condición menor (como las mujeres a lo largo de la historia) por su vínculo doméstico (femenino) tal y como plasmó en su obra más épica: The Dinner Party (1979), donde figuran nombres como el de Virginia Woolf. Precisamente, sobre este encumbramiento de la tradición artesanal reflexionó la colección Alta Costura O/I 2021, con guiño a Woolf incluido. La artista parisina Eva Jospin ideó para la ocasión la Chambre de Soie, en honor a la sala de bordados del Palazzo Colonna de Roma, aludiendo, a su vez, a Una habitación propia (1929). La obra, que evoca la tactilidad de las fibras textiles, recobra un sentido despojado durante el confinamiento por Covid-19, transformando la materialidad que surge del lenguaje subversivo del bordado en memoria, una cuestión extensible a las piezas del desfile.

DIOR, Eva Jospin. Foto: Sarah Meyssonnier/REUTERS, 2021

A esta militancia feminista se unió la artista visual Marinella Senatore, que iluminó la Piazza del Duomo de Lecce con una impresionante estructura de luces LED para la colección crucero 2021unificando tradición, folclore y vanguardia artística. El montaje de luminarie fue testigo del homenaje al bordado, el encaje o el macramé y fue cómplice al irradiar frases de protesta al estilo de Jenny Holzer: sirviéndose de la retórica como vehículo para cuestionar el status quo. Mensajes luminosos por los que Chiuri ya había apostado previamente en el desfile Prêt-à-Porter O/I 2020 junto a la artista conceptual Claire Fontaine, donde la palabra “Consent” parpadeaba en verde, ámbar y rojo. En esta ocasión, introdujo la colección de corte uniformado con la sentencia I Say I2, sacadas del manifiesto La presenza dell’uomo nel femminismo (1971) del colectivo feminista Rivolta Femminile.

DIOR, Marinella Senatore. Foto Cortesía Dior (web)

DIOR, Claire Fontaine. Foto: Cortesía Dior (web)

Por suerte, no todo son eslóganes de pancarta, un recurso tan desfasado como el momento en el que Angela Merkel reconoce públicamente ser feminista: en los últimos días de su mandato. Las posibilidades artísticas expanden otras formas de protesta, siendo destacable la transformación a la que la artista Silvia Giambrone sometió la Galería de los Espejos de Versalles para la colección Ready to Wear O/I 2021, cuyo principal propósito, el reflejo y la auto percepción, quedó anulado al verse reemplazados por cera y espinas sobresalientes. Una clara alusión a los cuentos de princesas donde el espejo es tanto un arma como un hándicap, en el que, según Chiuri, no debemos mirarnos para construir nuestra propia identidad. El espacio, símbolo del absolutismo monárquico, también fue testigo de un baile por la libertad femenina coreografiado por la israelí Sharon Eval, acaecido en el 8M. Además, la diseñadora recurrió a varias ilustradoras para crear 5 teasers animados que representaran una visión contemporánea de los cuentos de hadas, publicándolos en las redes sociales antes de presentar la colección.

DIOR, Silvia Giambrone. Foto: Sophie Carre (en la web de Giambrone)

Todas estas conexiones no son casuales. Todas ponen énfasis en el papel de la mujer desde una perspectiva femenina, apostando por una Herstory. Chiuri suma, en tiempo presente, la visibilidad de creadoras coetáneas, algo que también lleva a cabo su compañero Kim Jones, director creativo de Dior Homme, que hace lo propio con hombres artistas. En esta capitanía, y podríamos decir mecenazgo, la firma de lujo aboga por una narrativa consecuente con los valores que defiende. Al caso: diseños para mujeres, hechos por mujeres.

 

(Foto de portada: Marinella Senatore, Luminarie, 2020. Instalación para el desfile Dior 2020, colección crucero 2021 en Lecce (Italia). Foto: Alessandro Garofalo. Cortesía de la artista y de Dior)

Elena González (madrileñotinerfeña, 1988) es licenciada en Historia del Arte por la Autónoma de Madrid con máster en Patrimonio Audiovisual: historia, recuperación y gestión de la UCM. Especializada en documentación de fondos fotográficos y estilismo e historia de la moda. Sus líneas de investigación son la estética de la monstruosidad y los inicios fílmicos y fotográficos del género erótico-pornográfico en España. Ha colaborado para Plas-art, Ruby Star o La Felguera.

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