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El post porno no pone cachonda

Magazine

13 marzo 2014
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El post porno no pone cachonda


Hace un par de semanas se celebró en Hangar Barcelona la sexta edición de la Muestra Marrana, un festival de cine post porno. A lo largo de estas seis ediciones y años, se han proyectado ciclos de cine con pelis de Bruce La Bruce, Sasha Grey, Annie Sprinkle, Richard Kern, animaciones de Suheiro Maruo, colaboraciones con Virgine Despentes, Barbara Degenevieve, Del Lagrace Volcano, Madison Young… Teoría y activismo queer, feminismos, actrices porno y trabajadoras sexuales, academia y periferias intelectuales. Todo puede convivir dentro de la nave de Hangar.

La fuerza de los discursos entorno a la post pornografía recae en su capacidad de resituar políticamente -y reclamar el deseo- de los cuerpos rechazados por el poder. Esos cuerpos viejos, enfermos, gordos, transexuales, no blancos. Los cuerpos que no tienen voz son también los que se representan como sometidos al dominio masculino heterosexual y blanco. Y es la posibilidad de organizarlos políticamente, mediante la transversalidad política y no identitaria, lo que está en el germen del post porno. Alianzas como las del colectivo Post Op con Yes we Fuck son un ejemplo de cómo las reivindicaciones y desacatos del queer se pueden unir a las de los cuerpos con diversidad funcional para activar un sujeto político plural, pero con demandas similares.

En las primeras ediciones de la Muestra Marrana el ambiente era familiar, de comunidad, con endogamias, que en este caso, no son necesariamente malas. Las intrahistorias son parte esencial dentro de este tipo de relatos, sobretodo en las contra esferas políticas que producen discurso, sea este a través del arte, el activismo, o como en este caso, la post pornografía. Quién folla con quién, el entramado de amantes y ex novios y novias, la llegada de alguien nuevo o la muerte de las amigas marcan el ritmo. Es lo más normal, entonces, recordar y homenajear durante el evento a una de las difuntas organizadoras, Patricia Heras, con un pequeño altar pagano en su memoria.

La familia escogida, la tribu o la manada. El grupo, eso que permite establecer vínculos, afinidades, redes de apoyo, equivocarse y no perderse. Aunque también es inevitable que se establezcan jerarquías o relaciones de poder. En el grupo, estás dentro o estás fuera. En esta sexta edición, la Muestra se desbordó. Tal vez por la presencia de Manuela Trasovares, tal vez por la difusión y salir en Time Out. Pero se llenó tanto que en algunos momentos era imposible acceder al interior. En consecuencia, también el tiempo para la discusión o el debate fue nulo.

Que las propuestas del post porno sean acogidas por mucha gente es deseable. Ampliar las formas de transitar por el sexo y las identidades, hacer una relectura crítica de los privilegios de género, clase o raza, es necesario. Que la Muestra Marrana se expanda, sea de dominio público, reinterpretada, plagiada o citada es algo, en principio, bueno. Pero chocó esa presencia masiva de gente con el carácter grupal de la organización, y la falta de debate o diálogo acentuó la sensación de que el festival consistía en ver pelis y cortos DIY, escuchar alguna presentación, y en definitiva ser público, espectadora de un evento. La organización de la muestra no quiere que esta se convierta en algo masivo. Lo dejaron claro en un texto que publicaron, en el que, entre los agradecimientos, se lamentaban también de que el evento se les hubiera ido de las manos, llegándose a plantear si seguir con más ediciones.

Colectivizar las teorías del post porno y, a la vez mantener unas redes de cuidados o relaciones con las que protegerse de los infortunios de la precariedad y las diversas formas de opresión que surgen, justamente en la esfera de lo social, es un reto. Como se puede leer en las chapas que repartían en la Muestra Marrana; otro porno es posible.- Y otras formas de vivir y desear-. Aunque que se sepa; el post porno no siempre pone cachonda. En el post porno no hay cum shot, ni la masturbación es lo principal. Es más crítico que erótico, más analítico que festivo, y eso tal vez, sea lo que más excite.

Irina Mutt sigue citando a Annie Sprinkle.

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