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Facebookritik

Magazine

22 abril 2013
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Participar de las redes sociales tiene la ventaja de detectar comportamientos que de otra manera pasarían inadvertidos. Resulta cierto que la gratificación simbólica ahí es mayor cuanto más desinhibido el usuario se muestra. Una posición radical con respecto a Facebook principalmente contiene dos maneras de estar: estado ON, o estado OFF. Recientemente me ha llamado la atención la exhibición, por parte de un artista, de la reseña crítica escrita por un crítico en una revista internacional. No es que el artista posteara el link al artículo para divulgarlo, cosa habitual, sino que lo que éste daba a ver era la fotografía de la reseña, la prueba fidedigna de su aparición mediática. Conviene detenernos un instante para calcular los efectos que se derivan para la crítica de arte de esta actitud auto-promocional. La secuencia nos es familiar, pero conviene repetirla como recordatorio del funcionamiento editorial: el crítico ha seleccionado, luego ha propuesto, su propuesta es aceptada, el crítico ha escrito y lo escrito se ha impreso. Una vez publicada, la reseña llega al artista en cuestión, quien la vuelve a publicar en su “muro” no en tanto texto sino como imagen. ¿Reificación? ¿Hubiera publicado la “imagen” si en lugar de simpatizar con el crítico lo escrito hubiera trasladado un juicio negativo? ¿Sí o no?

Boris Groys comentaba no hace mucho que lo que acaba contando en la crítica no es tanto una crítica positiva o negativa de la obra en cuestión, sino el hecho de si se ha escrito o no se ha escrito. No ya un “sí / no” o “más / menos” en el juicio sino, de acuerdo con él, hemos llegado a un punto donde la primera y última forma de juicio está en el código digital del “uno /cero”. Mencionado o no mencionado. El juicio principal se establece en la decisión de escribir sobre un exposición o un autor, o no. Lo que cuenta son los “unos”, pues cualquier tipo de crítica negativa queda de facto neutralizada por el hecho de que es un “uno”, de que se ha escrito y publicado en la esfera de la circulación en la que ha devenido la crítica. Es más, con el decline del juicio en la crítica, todo lo publicado es un gran UNO. Esta esfera de la circulación, de la oferta y la demanda que es la crítica, es una forma de mercado de la que todos participamos. No hay nada que más lamente un artista o un galerista que que no se escriba sobre su exposición, mientras que la “oficina pública” en la que se ha convertido el crítico (según Groys) tiene su mejor representación en las oficinas de prensa de galerías privadas y museos públicos, para quienes el hecho de que se publique ya amortiza muchas veces la inversión.

En la ahora famosa exposición de Seth Siegelaub, “January 5-31, 1969”, Joseph Kosuth “dobló” su participación con una auto-entrevista el crítico Arthur R. Rose, pseudónimo del propio Kosuth. Éste comprendió muy rápidamente que con la obra de arte reducida a información, la publicidad deviene en el instrumento que suplanta a la apreciación y al entendimiento del arte que previamente le era conferida a través de la crítica. La obra de arte ya no necesita inscribirse en un objeto único sino que cualquier medio puede ser una “caja para las ideas de tu elección”, garantizando una avanzada rápida y amplia distribución. Kosuth contribuyó a definir el término «arte conceptual» a la vez que era un pionero en la publicidad, o uno de los iniciadores de un modelo de artista sustentado en un carrierismo sin precedentes. A través de Seth Siegelaub (protocomisario, entrepreneur y publicista), el arte conceptual consigue que la crítica y la publicidad se unifiquen al prestar tanta atención a la prensa, la difusión y a la publicidad que al contenido mismo de las exposiciones.

Era cuestión de tiempo que en el futuro la crítica y la publicidad devinieran indistinguibles o portadores del mismo valor. Esto ya se daba en la obra de Kosuth, Second Investigation, I. Existence (Art as Idea as Idea), 1968, presentada en dicha exposición. Aquí el artista compró espacio en distintos periódicos y revistas de arte en donde publicó definiciones del diccionario de la palabra “existencia” a modo de contratos de publicidad. Colgó en la exposición esas mismas páginas con su obra dentro y encima de cada recorte la mancheta del medio impreso. El mensaje lanzado por Kosuth era contundente, pues por primera vez equiparaba los lugares de representación para el arte (la sección de publicidad y las páginas de reseñas críticas) como espacios en venta.

Desde entonces, crítica, publicidad e institución mantienen un idilio que no ha hecho sino reproducirse. No resulta sorprendente que en lo sucesivo, la crítica comenzara a parecerse cada vez más a las notas de prensa. La diferencia entre el artista conceptual de la incipiente sociedad de la información y el artista contemporáneo está en que el último ha naturalizado la publicidad sin conocer la «innovación» crítica del primero. La aparición de crítica de arte en Facebook debería servirnos para cuestionar la función y el uso de la publicidad.

Peio Aguirre escribe sobre arte, cine, música, teoría, arquitectura o política, entre otros temas. Los géneros que trabaja son el ensayo y el metacomentario, un espacio híbrido que funde las disciplinas en un nivel superior de interpretación. También comisaría (ocasionalmente) y desempeña otras tareas. Escribe en el blog “Crítica y metacomentario”.

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