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Mundo Extreme es de esas exposiciones que sorprenden, y cuesta entender si para bien o para mal. La primera sorpresa: cuando me enteré de que en La Casa Encendida iban a presentar una exposición de obras realizadas en los talleres de Debajo del Sombrero. No son muchas las exposiciones de arte outsider (o como lo queramos etiquetar) que llegan a Madrid. La gran sorpresa: entrar en la sala y encontrarme con la reconstrucción de un prototipo de museo etnográfico tradicional, con todas las connotaciones mágico-misteriosas que delimitaron la idea de un “arte de los otros”.
Una elección curatorial poco acertada. La disposición en serie de las obras, enmarcadas en aparatosas estructuras, y la iluminación efectista de la sala consiguen reproducir las dinámicas expositivas de las formas más convencionales de presentar lo diferente, favoreciendo experiencias exclusivamente emotivas y aislando las piezas como casos de estudio extravagantes. Imagino que no es éste el objetivo final del proyecto, pero es la sensación que provoca.
Si la plataforma Debajo del Sombrero ha trabajado desde hace cinco años por la consideración de este tipo de manifestaciones en instituciones artísticas como Matadero, la universidad de Bellas Artes o La Casa Encendida, esta exposición parece jugar en contra. El discurso comisarial de la muestra se concentra únicamente en el planteamiento de una fórmula expositiva que tiende a la vinculación estética de las obras seleccionadas con la idea de artefacto etnográfico. Las fascinantes obras de Alicia Herrera, Belén Sánchez o Andrés Fernández quedan así atrapadas en un ambiente casi siniestro, que lleva a malentendidos entre las premisas teóricas de la exposición y la forma en que son transmitidas.
Considero legítimo y muy interesante experimentar con distintos dispositivos para encontrar sistemas particulares de exposición y especialmente en relación a producciones marginales (en la acepción más positiva del término). Sin embargo, en este caso el punto de referencia escogido es tan concreto que es difícil que genere un campo de experiencias nuevo. Habrá que seguir dándole vueltas.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)