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En 2002 se publicó en Italia KS, una extraña novela cyberpunk escrita por el filósofo Bifo (Franco Berardi) y el experto en psicodelia Massimiliano Geraci, reeditada en 2016 por Baldini & Castoldi y traducida recientemente al castellano por la editorial Materia Oscura (Segovia). En ésta se describe un futuro distópico donde un virus informático causa un extraño delirio colectivo en los más jóvenes que acaba en la matanza de los más viejos. Ambientado en una desconocida provincia de una llanura, en un remoto futuro, retrata una sociedad en la cual la ciencia y la tecnología garantizan el elixir de larga vida a las generaciones que habían sido jóvenes durante la revolución cultural del 1968, y que no quieren ceder espacio a una nueva juventud que resulta envuelta por una tecnología cada vez más invasiva. En el libro se escenifica un conflicto generacional extremo cuyo frente se encuentra en las nuevas tecnologías digitales.
El imaginario de esta novela proporciona un marco estimulante para reflexionar acerca de la modalidad con la cuál las nuevas tecnologías de la comunicación intervienen en los procesos identitarios de los teens y aumentan la brecha generacional, considerando que las generaciones posteriores al 2007, aprenden más palabras de una máquina que de los padres (Franco Berardi “Bifo”) y que los adolescentes son los más intensos y asiduos usuarios de la red. Hoy día, en el siglo XXI, el asunto de la condición existencial de los teenagers se problematiza aún más debido a que, con el devenir de los tiempos, la tecnología digital se ha convertido en infraestructura de la vida cotidiana, se difumina la diferencia entre lo público y lo privado, y se reduce la separación (alienación) de la vida cotidiana de la esfera pública, lo íntimo de lo ajeno (extimidad), hecho que afecta directamente a las nuevas generaciones sin ninguna mediación de las generaciones anteriores, aumentando la divergencia generacional. Así, las nuevas tecnologías aceleran los procesos de crecimiento fuera de la educación tradicional (familiar y escolar), basada en una comunicación real y física. En estas circunstancias, y habida cuenta de la intensificación del desarrollo tecnológico vigente, diversos estudios han demostrado que el uso problemático de Internet en los menores de 19 años y síntomas depresivos en esta edad difícil parecen retroalimentarse, incrementando la problemática. Según los mismos análisis se presenta la imperiosa necesidad de intervenir desde la educación y la cultura, puesto que existe el riesgo de que esta situación se mantenga en la etapa adulta, ya que en la adolescencia es cuando se marca y se evidencia la brecha generacional con la cuál se genera el progreso y el cambio social.
Este editorial tiene la intención de abordar estos temas desde los estudios visuales y digitales. Los autores invitados han entrado en lo profundo de cuatro aspectos cruciales de la relación ente el colectivo más joven de la población contemporánea y la tecnología digital. El filósofo especializado en género y tecnología Toni Navarro, en su texto titulado No Metaverse for Teenagers (*), esboza un análisis de la relación entre RV y Metaverso con los menores de veinte años, evidenciando sobre todo las posibles incidencias identitarias, de género y psicológicas.
Más optimista es la analista cultural y activista de la red Estela Ortiz, que en el artículo No seré como Calamardo intercala frases extraídas de Tik Tok –la app china creada para adolescentes y púberes ‒ con reflexiones personales libres de prejuicios sobre esta red de video de un minuto que tanto éxito tiene entre ellos. ¿Qué hacen los adolescentes realmente en Tik Tok? Volcando el paradigma e invitando a los adultos a aprender de la infancia, las conclusiones de Estela sobre el uso de esta aplicación son, a fin de cuentas, positivas. La fotógrafa Tanit Plana en Dogpiss_ nos introduce en el mundo completamente nuevo y distinto de una persona no-binaria de 16 años a través de una entrevista realizada a través de la mensajería de Instagram. Y por último Joan Pallé in The glorious tragedy of youth nos proporciona una reflexión sobre la mercantilización de la juventud o la juventud como un valor de mercado, un tema extremadamente actual, considerando que los más pequeños son el mayor nicho de mercado de las aplicaciones digitales.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)