Restitución y Reparación

La primera vez que oí estas dos palabras juntas fue por allá en la década de los 90s cuando el estado chileno buscaba una manera “legal”, limpia y sin conflictos. Una “solución” a los graves efectos de delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura cívico militar. Las maneras en que esto se llevó a cabo no lograron ni reparar, ni mucho menos restituir el daño radical que la violencia institucional había causado a la sociedad y a todas las personas que habían sido sujetas directa de esa violencia. La herida, la falta de verdad y justicia siguen siendo una fractura social. Hoy esas dos palabras me hablan de la herida colonial profunda que sigue abierta.

Las cuatro voces convocadas para este número sobre restitución y reparación nos hablan desde diferentes territorios y espacios, donde están articulando y tejiendo junto a otres, luchas anticoloniales, antirracistas, anticapitalistas y antipatriarcales.

Vemos que los efectos de la colonialidad del poder y de la colonización permanente siguen más activos que nunca, con tambores de guerra desde occidente, el genocidio y terricidio de poblaciones y territorios como Palestina, Congo, Sudán, Haití entre otros muchos; las miles de personas migrantes deportadas y muertas en los procesos de migratorios en el mediterráneo; el saqueo de recursos naturales y un largo etc.

Mientras tanto las instituciones culturales y del arte intentan formalizar posibles respuestas a la idea de “descolonizarse” con gestos que resultan ser más gestos de autocomplacencia que una solución real. Todo dentro del marco programático que los estados occidentales como Francia, Canadá, Estados Unidos o España han construido, apropiándose nuevamente de las luchas provenientes de los territorios colonizados.

El debate sobre el daño profundo que la colonización, el patriarcado y el capitalismo han generado y siguen causando en gran parte del mundo está ahora ampliamente visibilizado llenando páginas de libros, sillas de seminarios, horas de debates en los medios de comunicación, en las academias y los museos. Pero no se trata simplemente de devolver materialmente objetos, ya que lo que lo expoliado de los territorios en estos más de cinco siglos son formas de vida, de hacer, de existir como señala una de nuestras invitadas la investigadora y activista Yuderkis Espinosa Miñoso.

Como nos recuerda Yaiza Hernández Velázquez, investigadora y otra de nuestras invitada, la necesaria e imprescindible restitución de lo robado en sí no resuelve nada, si no participa de la construcción de un horizonte que redefine la misma propiedad privada, las fronteras, la legislación internacional y el capitalismo racial, entre otros.

Para otra de las invitades, la activiste Hache Mau, si habláramos de una real posibilidad de transformación de los espacios de arte o los museos, estos deberían transformarse en espacios de activismo con reflexiones críticas radicales frente al expolio material, epistémico y simbólico interpelando toda estructura y canon occidental supremacista.

Finalmente, tal como señala el investigador y escritor Helios F. Garcés, no es posible la descolonización (del museo, del estado, de nuestros territorios) sin previa transformación del sistema colonial, patriarcal, capitalista actual. Por lo tanto la restitución y reparación es en sí misma esa transformación social luchando para una sociedad más justa y libre de opresión.

Más allá de donde se encaminan estos debates, las puestas en escena, las miles de fórmulas que pensemos y discutamos en el campo del arte, procesos de restitución y reparación se están dando desde las propias comunidades y territorios devastados por la colonialidad. Procesos continuos de resistencias que sostienen otros modelos de vida, de hacer, de sentir, de ver y de pensar.

Quizás una tarea a la cual nos podemos abocar desde el campo del arte es la de revisar y repensar el papel del museo —y si es necesaria su existencia— y desde la raíz, el propio concepto de arte.

(Imagen de portada: Graffiti muro de Santiago de Chile durante el estallido social del 2019. Foto: Nancy Garín)