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Salir de la exposición

Magazine

24 abril 2013
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Salir de la exposición

“Ideas y presupuestos” es la apuesta del comisario Martí Manen en la Galería Liebre, dentro de la tercera edición de Jugada a Tres Bandas (Ja3B) , en Madrid. Una propuesta que ha sabido aprovechar, como ninguna otra exposición de la convocatoria lo ha hecho, las posibilidades –y el sentido- de lo que realmente significa “jugar a tres bandas”: reflexionar sobre el papel del comisario, la galería y la figura del coleccionista, con el objetivo de inventar nuevos formatos y pensar la exposición desde otros puntos de vista que puedan generar nuevas dinámicas entre los diferentes agentes implicados.

En “Ideas y presupuestos” no se comercializan obras de arte, objetos tangibles listos para su consumo, sino las ideas de 16 artistas que esperan ser compradas para ser producidas. No se trata de vender obras inmateriales ni que la transacción económica sea la obra de arte ni tampoco de reivindicar el proceso o idea frente al objeto, como ya lo hicieron Duchamp, Yves Klein (Zonas de sensibilidad pictórico inmaterial, 1959) y una larga lista de artistas conceptuales. Lo que Martí Manen propone es vender ideas en una galería comercial con el fin de que puedan ser adquiridas y llevadas a cabo. Para ello, el comprador-coleccionista firmará un contrato en el que se estipula que lo que se compra es tan sólo la documentación para realizar un proyecto y que esta documentación por si sola no constituye una obra de arte hasta que no se cumpla su materialización. De este modo, se evita como tantas veces ha ocurrido en la historia del arte, que textos y documentación aparezcan colgados en las paredes de un museo o sean vendidos como auténticas obras de arte.

Las ideas mecanografiadas en cartulinas se presentan en el espacio expositivo, y el espectador debe activar el único recurso de que dispone ante el texto que explica la idea: la imaginación. Sebastian Beyro propone un vuelo entre Cap de Creus y Cabo Touriñán durante la hora azul, antes del amanecer (14.600 euros). El colectivo Bonus-Extra pide la complicidad del comprador para realizar un tableau-vivant, del cual se hará un vídeo con un paisaje de su vida (5.200 euros). Hay proyectos más comprometidos, como el de Priscilla Fernandes, que plantea crear un libro de estética siguiendo los ideales y objetivos de la Escuela Moderna de la Fundación Ferrer Guardia (6870 euros). Los hay irónicos, como el de Carlos Motta, que propone que un coleccionista copie un dibujo original con la misma técnica, de manera que pase a poseer el original y la copia (525 euros). Y hasta lo imposible, como Ana García Pineda, que plantea, con sentido del humor e ironía, ordenar a las personas geográficamente, colocándolas por el color de su piel, de forma que, por ejemplo, en la actual China podrían vivir la gente de raza asiática y los enfermos de hepatitis, por la también imposible cifra de 294.342.610.700 euros. Black Tulip convierte la casa del comprador en una especie de nave espacial (7.480 euros). Connie Mendoza pretende contratar cuatro prostitutas por un día para que ofrezcan sus servicios junto a las esculturas de Karl Marx y Engels, en Berlín (14.230 euros).

Debajo de cada una de las ideas se ha colgado su presupuesto desglosado en un documento de excell, que contempla desde las tareas de gestión de la galería y los honorarios de artista hasta los costes de los materiales necesarios para su producción, el transporte y el montaje. Una forma de hacer visible lo que normalmente permanece invisible para el espectador, es decir, el total de lo que cuesta hacer una producción artística y su presentación en forma de exposición. Una forma de hacer transparente aquello que en buena medida determina el resultado, muchas veces, de un proyecto: el dinero. En este sentido, la exposición supone una respuesta inteligente al momento actual de crisis económica y ante una subida del IVA al 21% en los productos culturales, pues las ideas están libres de impuestos, y es que pensar, al menos por el momento, es gratis.

Mucho se ha reflexionado sobre el papel del artista en el arte contemporáneo, sobre el comisario y su función y hasta sobre el dispositivo de presentación formal de los productos: la exposición. Sin embargo, en este proceso la figura del coleccionista, aquel que adquiere un objeto listo para el consumo, ya sea para su disfrute y contemplación, ya sea por una inversión especulativa, apenas se ha analizado. Lo que esta exposición plantea es que el coleccionista pase a ser un agente activo en el proceso creativo, que se involucre e intervenga en aquellos proyectos artísticos en los que cree, y no se limite sólo a comprar un producto ya acabado, sino que apoye y financie una idea para que ésta pueda producirse.

Salir de la exposición (si es que alguna vez habíamos entrado), es un ensayo escrito por Martí Manen (Consonni, 2012) en el que analiza la exposición para precisamente salir de ella, para observar y conocer sus límites, y entender qué significa presentar una producción artística. «Ideas y presupuestos» es una vez más un intento por salir de la exposición -al uso- y pensar nuevos ritmos y nuevas formas que vayan más allá del cubo blanco. Lo deseable ahora sería que alguno de estos proyectos tuviera un comprador y que se hiciera real, para que la exposición no se quede sólo en una buena una idea.

Rosa Naharro intenta pensar el presente, así como sus distintos contextos, a través de la cultura y el arte contemporáneo. Ver exposiciones, escribir, leer, el cine, la música y hasta las conversaciones con amigos pasan a ser herramientas. Entender e interpretar “ algo” de esto que llamamos mundo se convierte en una autoimposición, así como tomar cierto posicionamiento, que no distancia, ante él. Compagina escribir en A*Desk con su tesis doctoral en la UCM, y trabaja en proyectos desde la gestión cultural

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