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El otro día topé con un término recién acuñado que me pareció perfecto para describir el contexto de la producción artística actual, particularmente la del arte emergente: es el del atelier pobre, arme Atelier en el original alemán. Lo leí de Michael Glasmeier en el texto que ha escrito para el catálogo que documenta las actividades en 2011 y 2012 de tres iniciativas: Ausstellungsraum AD, Der 4. Raum y Yerh 44. El texto introductorio trasciende este contexto particular y pone sobre la mesa una cuestión que es extrapolable más allá de estos proyectos concretos.
Las tres iniciativas tienen en común el hecho de ser espacios privados dedicados a la exposición de proyectos artísticos de creadores emergentes en Alemania –los dos primeros en Bremen y el tercero en Leipzig, compartían también una relación más o menos directa con la escuela de Bellas Artes de la ciudad hanseática (la HFK) y el propósito de invitar siempre a artistas que problematizasen el espacio de exhibición en sí, que tomasen como punto de partida el propio contexto del lugar en el que exponían.
El Ausstellungsraum AD tuvo una programación estable durante algo más de un año, gestionado por dos estudiantes de la HFK a quienes se había cedido el local –una antigua carnicería- a cambio de que viviesen y trabajasen allí. La propia tienda, la cámara frigorífica y un almacén subterráneo: los artistas invitados podían utilizar cualquiera de estos lugares, así como la vitrina-escaparate que separaba el local de la calle e incluso otros espacios como la cocina.
Der 4. Raum, también en Bremen, ocupaba la habitación de un piso compartido desocupada mientras su habitante pasaba un semestre al extranjero. La cuarta habitación fue un proyecto temporal que combinó la presentación de trabajos de arte centrados en la fricción entre vida cotidiana y trabajo artístico, a menudo en dúos, y eventos relacionados con la música, como las veladas Time and Place, encuentros semanales con melómanos que acudían con sus discos para pincharlos y escucharlos en compañía.
Por último, Yerh 44 en Leipzig, fue el proyecto de los creativos asociados al estudio de diseño Cabinet Gold van d’Vlies, otro espacio mixto de vivienda y encuentro en el que se sucedieron exposiciones y eventos relacionados con el mundo de la edición de revistas y fanzines en el que participaron tanto agentes locales como artistas que se desplazaban desde Bremen, hasta que los promotores mismos se establecieron definitivamente en esta otra ciudad. Es precisamente este colectivo el que se ha encargado del diseño y edición de la publicación colectiva que recoge estas experiencias en el que se incluye el escrito introductorio del teórico e historiador del arte Michael Glasmeier, también profesor en la HFK.
A partir de experiencias como estas, Glasmeier desarrolla el concepto del atelier pobre, preponderante en el contexto del arte actual. Traza una evolución del taller del artista como lugar de producción: desde la época de Rembrandt, en la que éste era el lugar del trabajo y de manufactura; el Post Studio Art con Baldessari, Buren, Kaprow y otros que redefinieron el estudio del artista como lugar de desarrollo de proyectos; hasta llegar al momento actual, en el que el taller sirve al creador como espacio en el que hacer facturas, planear y redactar emails que lo conecten con el mundo del arte y le permitan llevar a cabo proyectos. El atelier no como espacio de producción propiamente, ni siquiera de desarrollo de ideas, ya que a menudo los proyectos están ligados a espacios y situaciones concretos y las ideas pueden tenerse en cualquier sitio, hasta en una cafetería con conexión wi-fi. El atelier pobre está vinculado a la idea del arte ambulante, del arte que puede y necesita moverse al margen del sistema oficial de museos y galerías. Al final, cuando hablamos de arme ateliers estamos hablando de una simbiosis absoluta entre taller y lugar de exposición que permiten al artista ampliar su campo de acción.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)