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Describe Camilo José Cela en su ‘Café de artistas’ situaciones a las que todas las personas del sector de la creatividad están más que acostumbradas. Editor y escritor comentando novelas, dándose consejos, y pintores hablando sobre arte, pero también observando a la gente del café, bebiendo o simplemente pasando el rato. La fina línea que separa el tiempo de ocio del tiempo de trabajo o, lo que es lo mismo, la vida del freelancer, para el que todo el tiempo es tiempo útil. Cada ocasión social es una ocasión de conocer a alguien interesante del sector, de hacer un contacto diríamos, un proyecto en potencia o una futura oportunidad de algo.
Carlo Padial criticaba hace poco en un artículo esta confusión entre el asueto y lo laboral en los eventos culturales de Barcelona y Madrid, recopilando en tono sarcástico una serie de síntomas perceptibles a simple vista que se dan entre las personas del sector creativo que asisten a este tipo de acontecimientos, y que van desde el ansia por el contacto visual con los presentes hasta tipologías de conversación entre artistas, todo aderezado con la soltura que da la cerveza gratuita habitual. Sheila Heti también describe en ¿Cómo debería ser una persona? una visita a una feria de arte en la que ella y su amiga se encuentran con una galerista “fea y gorda” que les cae mal pero a quien saludan porque tiene una galería y una de ellas dos pinta cuadros.
De lo que estamos hablando aquí es de networking, es decir de trabajo en red, para el que son necesarios los contactos dentro y fuera del sector. Para el sector creativo, las inauguraciones, fiestas de presentación y similares son lugar y momento para el establecimiento y cuidado de estas relaciones y esto, aunque sea fácil caer en las bromas del tipo de “por el interés te quiero, Andrés” a las que hacen referencia Padial y Heti, da lugar a lo que Clàudia Pagès Rabal define en su último trabajo, presentado en L’Estruch de Sabadell el pasado 5 de diciembre, como “momentos de intensidad” que pueden eventualmente desembocar en un verdadero networking mucho más positivo.
Networking monologue (or the song I wrote trying to find you) es una concatenación de contrastes, una sucesión de contraposiciones de conceptos en la que se relacionan ideas aparentemente contradictorias, todas ellas relacionadas con la tensión entre tiempo de ocio y tiempo de trabajo presente en todo evento social. Como el título indica, la performance está basada en dos discursos solistas, el primero en formato de monólogo o más bien de conferencia tipo Ted Talk y el segundo es un concierto de música electrónica à la John Maus. De la retórica del éxito propia de las Ted Talks, con un estilo siempre directo y finalista que no deja espacio ni a la duda ni a la réplica, Clàudia Pagès Rabal pasaba a una performance musical con un lenguaje corporal igualmente claro y afirmativo pero mucho menos calculado.
¿De qué hablamos cuando hablamos de capital social? Precisamente de un tipo de relación interpersonal en la que se confunde lo profesional con lo personal y de un campo en el que existe una gran tensión entre lo individual y lo colaborativo. Clàudia Pagès describe situaciones en las que todo lo que sucede tiene un alto componente de potencialidad: saltar de un posible contacto a otro como se pasa de un tema a otro en un monólogo o de una canción a otra en un concierto, de unos movimientos calculados a un baile más o menos espontáneo.
Al final, lo que se está exponiendo aquí es una idea propia de la economía nietzscheana, la del networking, que no sólo es aplicable al campo de la creatividad sino a todos los ámbitos de la vida en la sociedad postfordista. Clàudia Pagès contrapone una conferencia y un concierto y lo mismo hace Diedrich Diederichsen en un artículo de 2010[[Diedrich Diederichsen: “People of Intensity, People of Power: The Nietzschean Economy”, e-flux Journal #19, 10/2010: http://www.e-flux.com/journal/people-of-intensity-people-of-power-the-nietzsche-economy/]] confrontando música clásica con free jazz: el trabajo en red se sustenta sobre contrastes que producen momentos de intensidad, tal y como expone “Moments of Intensity”, la última canción que sonó el otro día en L’Estruch.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)